Regalo de cumpleaños
El papel de Víctor Ullate en el desarrollo de la danza clásica en España es extraordinario, tanto por el trabajo desarrollado en su escuela –no hay que recordar los excelentísimos artistas que nacieron en sus aulas– como por la labor de su compañía para la difusión de este arte y la creación de un público. Y el que acudió el sábado al Teatro Real premió con una agradecida ovación los treinta años de la compañía creada por el maestro y coreógrafo aragonés. Que ya son treinta y uno, pues con la gala que acogió el coliseo se cerraba un año de celebraciones.
A lo largo de estas tres décadas, el Víctor Ullate Ballet ha atravesado muy distintas etapas. De un repertorio neoclásico centroeuropeo viró después hacia los grandes clásicos –con puestas en escena de «Giselle», «Don Quijote» y «Coppelia»– para hacer de un estilo más personal, contagiado y perfumado por la danza española, la base fundamental de su trabajo. Ha tenido que reinventar su compañía en varias ocasiones y, sobre todo con la ayuda de la Comunidad de Madrid, ha bandeado las dificultades económicas.
El resultado, hoy, es una compañía fresca, joven, moldeada a su medida, y que mostró en el «Bolero» que cerró la gala del Real sus mejores armas. No fue, sin embargo, la protagonista de la gala (que comenzó con mal pie por una lesión de Lucía Lacarra, la directora actual de la compañía); fueron los invitados quienes dieron el verdadero brillo a la fiesta. Algunos volvían a casa, como Marlén Fuerte, Joaquín de Luz (soberbio) y Carlos Pinillos, y otros quisieron sumarse a la celebración dándole brillo a la noche. Especialmente Polina Semionova e Iván Zaitsev;aquélla bailó una hermosa «Muerte del cisne» y juntos arrebataron en un paso a dos de «Don Quijote» deslumbrante (y acompañado, como buena parte de la noche, por un entregado y cuidadosísimo Manuel Coves al frente de la Orquesta Sinfónica Vérum.
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