Arquitecto de lo incomprensible
Harold Pinter es una de las voces más importantes, relevantes y singulares del teatro británico del siglo XX y, por extensión, de la escena internacional. No es un teatro ni complaciente ni sencillo. Muchas de sus obras están construidas sobre la nube de los pensamientos más que sobre la tierra de las acciones, lo que le convierte en una suerte de arquitecto de lo incomprensible.
«Traición» es una de sus obras más populares, por la singularidad de su estructura (cuenta la historia al revés) como por la aparente simplicidad de la trama, un triángulo amoroso con la amistad y la infidelidad como motor de la acción. En manos de un guionista de televisión, la historia no hubiera dejado de ser poco más que una telenovela, pero Pinter la sumerge en un baño de ácido y la convierte en un juego de poder y sumisión, en una historia donde la amistad, el amor y la culpabilidad se enroscan a los personajes.
Sobre una estupenda versión de Pablo Remón, Israel Elejalde ha creado un espectáculo de paso tranquilo, muy adecuado para Pinter (aunque las transiciones adquieren un peso que creo que no les corresponde), y una composición de personajes a medio camino entre lo británico y lo mediterráneo, y con sus sombras acentuadas. Irene Arcos, Miki Esparbé y Raúl Arévalo traducen de maravilla este universo, aunque éste último acentúe demasiado el lado «cheli» de su personaje.
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