Traición: una partida de ajedrez emocional

El Teatro Kamikaze vuelve a levantar el telón con la obra de Pinter, que no pudo estrenar a causa del confinamiento

Irene Arcos, Miki Esparbé y Raúl Arévalo Vanesa Rabade
Julio Bravo

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El cierre de los teatros, el 12 de marzo pasado, frustró el estreno, previsto para ese mismo día, de « Traición », la obra de Harold Pinter , en un montaje dirigido por Israel Elejalde e interpretado por Irene Arcos, Raúl Arévalo y Miki Esparbé . El Pavón Teatro Kamikaze reabre sus puertas con esta función, en una suerte de «decíamos ayer» después del paréntesis. ««Traición» -dice Israel Elejalde- cuenta la historia de un triángulo amoroso. Emma mantiene una relación con Jerry, que es el mejor amigo de Robert, su marido. Y esta trama tan reconocible permite a Pinter jugar de nuevo al gato y al ratón con el espectador, pero desde el lado contrario».

La obra, probablemente la más popular de las escritas por Pinter, se estrenó en Londres en noviembre de 1978 . Llamó la atención, especialmente, la cronología del relato, ya que comienza en la primavera de 1977 y sus nueve escenas retroceden en el tiempo a través de varios flashbacks hasta terminar la obra en el invierno de 1968». «Pinter -dice Elejalde- va al hueso del ser humano . En «Traición» habla de la incapacidad que tenemos para reconocer nuestros miedos; de que el poder tiene que ver con hurtar información al que tienes enfrente, con sacarle información y manipular. Es una obra sobre el amor y la mentira, donde se muestra la vergüenza del que traiciona y el dolor intenso del traicionado». Y resume: «Es ajedrez emocional».

Pablo Remón -un autor en el que, según Elejalde, se ve la huella de Pinter- firma la versión. Califica al premio Nobel de Literatura como un «autor fundamental del siglo XX». Reconoce que ha sido difícil adaptar al castellano la obra porque Pinter es « un poeta de la palabra , y escribe con la exactitud del poeta. Yo he tratado de que la versión tenga la misma resonancia del texto original».

La música es una de las aportaciones que Israel Elejalde ha hecho con su producción. «Le he dado una importancia que habitualmente no se le da en otras versiones de esta obra. Hay un cuarto personaje, que es la pianista, Lucía Rey -también interpreta al Camarero, un brevísimo personaje que es un quebradero de cabeza para cualquier director-. Bach y versiones de los años setenta suenan en el espectáculo, especialmente en las transiciones.

Y es que la obra mantiene su ambientación en la Inglaterra de los años setenta - «nosotros jugamos a ser ingleses», dice Irene Arcos -. «No solo es una cuestión estética -argumenta el director-; tanto el tipo de relaciones sentimentales y varias conversaciones son propias de los años setenta y serían difícilmente trasladables a nuestros días. Pero aunque exista esa lejanía en el tiempo y la distancia los personajes tienen que ver con nosotros; uno puede sentir que están hablando de ti». «Hemos pretendido -concluye Irene Arcos- humanizar a los personajes ; podemos tender con esta obra a hacerlos robóticos, pero hemos tratado de darles corazón, y lo hemos conseguido».

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