Sorozábal en edición aniversario
« La del manojo de rosas » vuelve al Teatro de la Zarzuela en la versión escénica de Emilio Sagi, estrenada allí hace tres décadas y activa desde entonces. En el habitual libro/programa (publicación en la que otros teatros deberían fijarse) se señalan las ciudades españolas y de todo el mundo en donde se ha visto en 125 ocasiones. No es un detalle anecdótico: hay teatros que se pasan la vida buscando una identidad, mientras algunos consiguen reconocerse en una producción que les trasciende. Le sucede a Munich con el «Rosenkavalier» de Otto Schenk (1972) y son inexcusables en el Teatro de la Zarzuela « El dúo de La Africana » de José Luis Alonso (1984) y, todavía en mayor grado, «La del manojo de rosas» de Emilio Sagi (1990), con origen en aquella época imprescindible en la que dirigía el teatro José Antonio Campos .
El barítono Carlos Álvarez protagonizó el estreno de la producción todavía en el arranque de su carrera. Estos años son los de su propia biografía, acumulando grandes éxitos y también dificultades, manteniendo una soberbia presencia física y vocal. El martes, su romanza « Madrileña bonita » se convirtió en el punto culminante. Sonaron aplausos durante largos minutos, incluso a telón bajado. Álvarez tardó en aparecer, recompuesto para la siguiente escena, y saludó desde un balcón. Debió bisar el fragmento: porque habría sido lo justo y porque, de haberlo hecho, «La del manojo de rosas» y el Teatro de la Zarzuela serían hoy noticia en todos los medios. Álvarez es parte indisociable de esta zarzuela de Sorozábal, al igual que Milagros Martín , a quien emociona ver como Doña Mariana después de haber sido una fantástica Ascensión. En su aplomo, autoridad, franqueza y devoción se concentra lo mejor de una escuela que se ha diluido.
Terminada la representación, se aplaudió con enorme cariño a Emilio Sagi, a quien Álvarez recibió en el escenario rodilla en suelo. Prefirió compartir ese momento con todos y, rápidamente, se integró en el grupo para el saludo final. Faltaban, inevitablemente, varios colaboradores que trabajaron diseñando la producción ( Pepa Ojanguren , responsable del vestuario; Goyo Montero , de la coreografía…), quienes, al lado de Sagi, revistieron la obra de ritmo, nobleza, cariñosa y aparente sencillez. De modernidad, según Sorozábal, y según apuntaba también Luis Sagi Vela , el primer Joaquín de la historia, en el descanso de la transmisión por Radio Clásica hace 30 años. Elegante, educado, culto, dispuesto a disfrutar de la vida, contemplaba sin apasionamiento los «tiempos aquellos» en favor del presente. Sabía que la zarzuela tuvo su época y que es capaz de mantenerla el desprejuicio. Hoy, habría atendido a la formidable labor que Guillermo García Calvo hace ahora desde el foso, reinstalando el estilo, siendo refinado, exacto y cómplice. Incluso podría reconocer el orgullo profesional de Ruth Iniesta (Ascensión), la flema de Vicenç Esteve (Ricardo), la comicidad prudente de David Vicente Bayona y Sylvia Parejo (Capó y Clarita) y la gracia, muy a lo Luis Varela, de Ángel Ruiz (Espasa). Un segundo reparto se alterna con este hasta el 22 de noviembre. Lo hace con el éxito garantizado.
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