The Rolling Stones, el circo ambulante del rock sin edad
La banda británica desembarca de nuevo en Barcelona con la gira «No Filter»
Son historia viva, sí, pero también la foto fija de un momento y un lugar irrepetibles. Son, en fin, el vivo retrato de una época en la que el rock and roll se exhibía ante el mundo como un seductor y excitante vehículo de bajas pasiones, glamour pendenciero, euforia electrizante y revueltas descontroladas. Aún hoy, entrados ya en su quinta década de actividad y con todos sus miembros enfilando alegremente la cuesta de los setenta, The Rolling Stones siguen a lo suyo, prometiendo amor en vano y simpatía por el diablo e intentando ensartar una pluma en un corazón para demostrar que, al fin y al cabo, esto sólo va de rock and roll . Ni más ni menos que eso.
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Una baraja completa de cartas marcadas con la que los británicos llevan haciendo saltar la banca desde los días de «Some Girls» (78), probablemente su último gran disco, y que extenderán de nuevo sobre el tapete del Estadio Olímpico de Barcelona el próximo miércoles para demostrar que ni los años ni los achaques han minado su poder de convocatoria o su capacidad de seducción. Porque, ya se sabe, es sólo rock and roll, sí, but i like it.
Gira con valor añadido
Así que vuelven Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ron Wood con su imparable maquinaria comercial y su aparatoso circo de himnos intergeneracionales y transversales –significativo es, por ejemplo, que su último concierto en Barcelona hace diez años no fuese en una sala al uso, sino en el Museo Nacional de Arte de Cataluña , en un evento privado organizado por Deutsche Bank como recompensa a sus mejores ejecutivos y clientes– y lo hacen con el aliciente añadido de (2016), su primer disco en once años. En realidad, los británicos nunca han necesitado de una excusa discográfica para echarse a la carretera, pero la gira «No filter» llega con el valor añadido de encuadrar su reencuentro con el blues más primitivo y zumbón.
Un regreso a aquella fría mañana de 1960 en la que Jagger y Richards empezaron a sentar las bases de lo que acabarían siendo The Rolling Stones sobre sendos vinilos de Muddy Waters y Chuck Berry que, si bien tiene una presencia casi testimonial en directo –apenas un par de canciones entre el atracón de grandes éxitos inexcusables– , sí que parece haber reactivado su interés por aplazar (aún más) la jubilación. Es más: si hace menos de dos años se encerraron durante tres días en los British Groove Studios de Londres para grabar un puñado de versiones de Howlin’ Wolf, Little Walter y Jimmy Reed, entre otros, Keith Richards anunció a finales de julio que la banda planeaba regresar «en breve» al estudio para dar forma a nuevas canciones. Un avance de lo que podría ser la continuación de «A Bigger Band» (2005), su último disco con material propio, y un nueva página para esa historia de éxito desmesurado y guitarras turbias que arrancó oficialmente hace ya 55 años en el Marquee Club de Londres.
Cifras escandalosas
Una novedad que en realidad no lo es tanto, ya que los autores de «Exile On Main St.» llevan varios años agigantando su leyenda y protagonizando piruetas apenas imaginables sólo unos años antes, Ahí están, por ejemplo, hazañas como las plantar la bandera del rock and roll en La Habana (Cuba) ante más de 300.000 personas o convertirse en piezas de museo con una apabullante exposición valorada en nada menos que 5,7 millones de dólares . Una cifra en sintonía a los números de escándalo que suelen rodear a la banda – 250 millones de discos vendidos y subiendo– y a la que habrá que sumar en breve la siempre provechosa caja de una gira europea que arrancó el 9 de septiembre en Hamburgo y se despedirá el 22 de octubre en París . Para el concierto de Barcelona, el único pevisto en España, las entradas son nominativas , mecanismo para luchar contra la reventa que ya se aplicó sin mayores complicaciones el pasado mes de julio en el concierto de U2 .