Radiohead, un coloso sensible para gobernar el Primavera Sound
Los británicos conquistan el festival barcelonés con una actuación antológica
Ocho años llevaban los británicos Radiohead sin pisar Barcelona, por lo que el Forum era anoche un manojo de nervios y de gente amontonada en la explanada de los dos escenarios principales, los que están encarados y separados por lo que parecen un par de millas náuticas. La expectación era tal que, una hora antes, cuando Zach Condon empezó a desgajar el folk trotamundos de Beirut, mucha gente prefirió seguir la actuación por las pantallas del otro escenario. Sí, el de Radiohead. Así que en cuanto el escenario fundió a rojo y sonó la apertura de «Burn The Witch», Radiohead se adueñaron del Primavera Sound. Algunos seguían parloteando y pegando berridos mientras fluía el suave crescendo de «Daydreaming», pero pocas bandas han conseguido imponer semejante consenso en el festival.
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A cambio, los de Thom Yorke se mostraron como lo que son: un grupo poco amigo de las concesiones y especialmente hábil a la hora de recorrer la cuerda floja del rock con pinceladas de vanguardia y lamentos en alta definición. En realidad Radiohead es un grupo que ha sido muchos y anoche, en la segunda jornada del festival, estuvieron todos: los artesanos de la asfixia y la calma agónica de «Pyramid Song», los colosos del rock afilado de la descomunal «National Anthem», los hacedores de hits de los noventa como «Karma Police» y «Paranoid Android», los titanes de la calma de «Decks Dark» y «No Surprises»... Venían a presentar su último trabajo, «A Moon Shaped Pool», pero aprovecharon para repasar casi toda su discografía -¡si hasta retrocedieron a la época de «The Bends» para rescatar «Talk Show Host» y cerraron a lo grande con «Creep», himno generacional desterrado durante años de su repertorio- y darse un baño de intensidad.
Antes de eso, las británicas Savages, todo nervio y garra, ya habían protagonizado otro de los hitos del festival con la presentación de «Adore Life». «Estuvimos aquí hace dos años, y no estuvo mal, pero creo que puede estar mejor», dijo la cantante Camille Berthomier antes de bajar al foso y fundirse con el público mientras sus compañeras despachaban latigazos de post-punk sin anestesia. Y, claro, estuvo mejor. Mucho mejor.
Superado el efecto Radiohead y entrados ya en la madrugada, los británicos The Last Shadow Puppets, ese mano a mano entre Alex Turner y Miles Kane, heredaron a buena parte del público de sus compatriotas y lo retuvieron a fuerza de tensión dramática, descaro electrizante y flamantes himnos como «The Age Of Understatement». No muerden tanto como los Arctic Monkeys, de acuerdo, pero a desenfado y lozanía no hay quién les gane.
No muy lejos de ahí aunque en un universo paralelo musicalmente hablando, los neoyorquinos Animal Collective ponían del revés el escenario Ray-Ban aplacando su veta más experimental y dando rienda suelta a su cara más recreativa y colorista. Psicodelia del siglo XXI para alimentar al público y seguir ahondando en ese juego de contrastes que es el Primavera Sound.