Primal Scream, rebajas de temporada
La banda escocesa regresó a Barcelona para presentar el recopilatorio de singles «Maximum Rock'N'Roll»
Cada vez más lejos de aquellas fabulosas y demenciales alineaciones que causaron estragos entre los noventa y principios del siglo XXI con discos empapados en ácido y speed, Primal Scream pasea ahora por los escenarios como una suerte de versión low cost de la banda que fue. Efectiva, poderosa y ratos aún peligrosa, sí, pero en permanente periodo de rebajas.
Tanto es así que, en su regreso a Barcelona tras pasar por el último Primavera Sound, la banda escocesa acabó realojada en la sala 2 de Razzmatazz (el concierto, parte del Festival del Mil·leni, estaba programado inicialmente en la sala grande) para demostrar una vez más que sus discos envejecen infinitamente mejor que ellos.
Noche, en cualquier caso, de visos antológicos y mirada panorámica, con Bobbie Gillespie y los suyos esquivando una actualidad poco halagüeña para picotear con energía desigual de casi todos sus discos. Una suerte de grandes éxitos para esconder los (no siempre) pequeños fracasos en clara sintonía con «Maximum Rock'N'Roll», recopilatorio de singles que acaban de publicar.
«Screamadelica», tótem del indie de los noventa e insuperable testimonio de lo que ocurre cuando rock y electrónica comparten juergas y botiquines, volvió a ser el faro de una velada que empezó a despegar de verdad con el burbujeo ácido de «Higher Than The Sun».
Antes de eso, los escoceses ya se habían asomado a la furia punk de «Xtrmntr» con el rodillo «Swastika Eyes» y las toxinas funk de «Kill All Hippies». También habían recuperado las brumas dub de una «Kowalski» excesivamente rockera y los acordes casi angelicales y algo ortopédicos de «Velocity Girl», kilómetro cero del imaginario sonoro de Primal Scream, pero faltaba garra y velocidad.
Gillespie, siempre con esa pinta que uno no sabe muy bien si se acaba de despertar de la siesta o está a punto de desplomarse, dirigía la orquesta y maniobraba con habilidad de experimentado transformista por los salivazos de «Miss Lucifer» y el lamento de «Cry Myself Blind» pero lo que se acabó viendo sobre el escenario fue el mejor resumen posible de lo que ha sido la errática carrera de Primal Scream.
O, dicho de otro modo, el retrato de una banda que siempre se ha debatido entre la revolución más salvaje y ese deseo nada velado de convertirse en un franquicia de los Rolling Stones. Y por más que «Loaded» y «Come Together» reforzasen el perfil más tóxico y gozoso de la banda, ese final con «Country Girl», «Jailbird» y «Rocks» vino a confirmar que, una vez más, siguen ganando los Stones. Y por goleada.