Más allá de lo útil
![Una escena de 'Entre Sevilla y Triana'](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2022/01/29/zarzuela-U73455175231fQy-1248x698@abc.jpg)
Llama la atención el elogio desmedido con el que se escribe de ' Entre Sevilla y Triana ' (por ejemplo en el programa de mano del Teatro de la Zarzuela), del mismo modo que sorprende la supervivencia de su puesta al día en circulación desde 2012. Las razones deben ser varias. De un lado la buena fe de Curro Carreres y Manuel Coves que 'encontraron' la obra y creyeron en la bondad de un texto (literario y musical) firmado por varios autores de renombre: Luis Fernández de Sevilla , en compañía de Luis Tejedor , y con Pablo Sorozábal . Aquí, un punto de precaución habría sido muy conveniente ante la posibilidad de que el sainete pudiera supurar por la herida del agotamiento, teniendo en cuenta que ya por entonces el género se mantenía 'entre lágrimas, quejas amargas, y el desvío del público', según escribió Antonio Fernández-Cid en el mismísimo 1950, es decir conociendo de primera mano la realidad teatral de la época.
Los testimonios se acumulan, incluyendo los del propio Sorozábal reconociendo componer una obra de 'carácter muy popular, apta para un público en general, de un andalucismo convencional', lo que señala, en origen, una brecha evidente entre la ambición de quien aspira a construir algo sólido y artísticamente audaz, y quien simplemente alimenta la inmediatez. Sorozábal sufrió, como cualquier otro, la debilidad del negocio teatral de entonces, y se sometió a él, sin posibilidad de negociación. 'Entre Sevilla y Triana' está fuera de su zona de confort como bien denotan la falta de espíritu de buena parte de los números de la obra: la farruca, la habanera (de una pusilanimidad sorprendente)… Apenas resucita en el 'pasodoble torero y náutico', eco lejano de una comicidad de pocos quilates, y se estrella definitivamente en la endeblez de las romanzas. Lo que en otro autor habría sido admisible, en Sorozábal duele.
Es curioso que el público acabe aplaudiendo con mucho más entusiasmo las intervenciones del cantaor acompañado de guitarra, a pesar de que la amplificación deforme su intervenciones y las distancie del contexto general. No quiere decir que el resto de la obra sea ignorado por todos aquellos que llenan la Zarzuela. 'Entre Sevilla y Triana' tiene éxito, un notable éxito incluso, y los intérpretes deben sentirse arropados y satisfechos, aunque en su fuero interno sepan que hay algo que chirría. Bien puede ser la caricatura forzada, irregular y torpe del acento andaluz, lo básico del movimiento escénico, o la sorprendente falta de calidad vocal en las intervenciones cantadas. La rigidez con la que el maestro Guillermo García Calvo explora la partitura parece instalarse como marca de la casa, aunque siga siendo de agradecer el orden y claridad con la que rompe cualquier iniciativa de la discontinua Orquesta de la Comunidad de Madrid.
'Entre Sevilla y Sevilla' se presenta con farragosa escenografía, frágil coreografía, vestuario insípido, honradez y confianza desmedida. Nació gracias al apoyo del Teatro Arriaga, de la Maestranza, del Canal y Campoamor. Ni en sus mejores sueños, Sorozábal habría imaginado un apoyo semejante a su obra; él, que en la frontera de los cincuenta recorría los caminos iluminando teatros con 'bombillitas' que se alimentaban de la batería de su coche. Quiere decir que hoy la industria teatral también se construye al margen del interés intrínseco de las obras, de la calidad con la que se presentan y de la aceptación que los títulos pueda producir. Una sombra acrítica cobija al mundo del espectáculo fuera del ámbito estrictamente privado, colocando en una misma dimensión las propuestas más sublimes y los errores más sobresalientes. Pero existe la hipótesis de que las obras sean menos buenas de lo que creemos, que sus posibilidades sean limitadas, de que autores reconocidos también tengan sus horas bajas. En este caso, además, y por encima de cualquier razón, está el hecho de que se haya normalizado tratar el legado de Sorozábal con el máximo respeto, cariño y admiración, lo que sin duda valoriza sus obras grandes, entre las que se encuentran varios de los mejores ejemplos del teatro musical español, al tiempo que hace un flaco favor a otros títulos cuya continuidad no tiene más alcance que la del vestigio. 'Entre Sevilla y Triana', potenciado por la debilidad de esta realización, es un caso prototípico.
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