Franco Battiato, el reposo del derviche
Ahí estaba el artista, todo elevación, elegancia y entusiasmo, retorciendo la música popular italiana entre arabescos de sintetizador, teclados juguetones y melodías que lo mismo hacían buenas migas con el rock cósmico y el minimalismo de aires germánicos que plantaban bandera en Eurovisión
Muere el músico Franco Battiato a los 76 años

Franco Battiato quería verte bailar, ya sabes, como los zíngaros del desierto, como los derviches al son de los cascabeles del kathakali, pero el auténtico espectáculo era verlo a él, con esa pinta de oficinista de Unicredit o de profesor de latín de ... secundaria, danzando y girando sobre su centro de gravedad; gravitando sobre su propia órbita mientras el resto del mundo miraba, asombrado, y se preguntaba cómo diablos había llegado el siciliano ahí arriba.
No, en serio: ¿cómo se pasa de coquetear con el rock progresivo y buscarle las cosquillas a Stockhausen a batir todos los récords de la música italiana con ' La voce del Padrone ' (1981), un millón de copias vendidas y ‘ Centro di Gravità Permanente ’ como arrebatado santo y seña? Fácil: danzando. Danzando y girando sin parar.
Así que ahí estaba Franco, todo elevación, elegancia y entusiasmo, retorciendo la música popular italiana entre arabescos de sintetizador, teclados juguetones y melodías que lo mismo hacían buenas migas con el rock cósmico y el minimalismo de aires germánicos que plantaban bandera en Eurovisión . Porque si algo demostró el siciliano, especialista en cantarle a la belleza que se esconde tras la fealdad del mundo de la manera más hermosa posible, es que entre la radiofórmula y la Academia, entre el pop recreativo y la mística electrónica, apenas mediaba un paseo. O, mejor dicho, un par de giros ejecutados con pericia de experimentado derviche.
Ni siquiera cuando ya se suponía que lo había dicho y cantado todo, cuando podría haberse convertido en pieza de museo y reliquia capturada en ámbar, dejó Battiato de avanzar sin moverse de sitio y de girar en busca de una suerte de ascética musical. Lo vimos, por ejemplo, en 2015, cuando actuó por última vez en Barcelona y esquivó su faceta más melódica y accesible para dar rienda suelta a su faceta más experimental y electrónica. Puro humanismo sintético para reconectar con el Franco que fue en los setenta y demostrarse, demostrarnos, que se hace camino al girar.
Acababa de cumplir 70 años y al cabo de un par de años se retiraría definitivamente de los escenarios con una última actuación en Bari. Ni siquiera entonces pudo dejar de danzar así que ahora sí, descansa Franco y gira, gira sin parar, su leyenda.
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