Brokers y portales de reventa, la alianza que te deja sin entrada para tus conciertos favoritos
Los «profesionales» de la especulación con tickets de espectáculos ganan millones al año, y es legal
Tenía que ser Rosalía. Ella ha sido quien ha devuelto la palabra «reventa» a los titulares, al protagonizar un escándalo similar a los vividos con U2 o Bruce Springsteen en años recientes. Pocos minutos después de salir a la venta las entradas para los conciertos que dará en Madrid y Barcelona en diciembre, se agotaron e inmediatamente aparecieron cientos, miles de ellas en portales de reventa, con precios muchísimo más altos . Se habían anunciado diferente medidas para reducir el impacto de esta práctica claramente especulativa, pero, ¿estamos mejor que hace dos años?
«No», afirma de forma tajante Jorge Díaz, CEO de Tracer , una start-up española que acaba de ganar el Premio Vocento a la Innovación por su creación del Smart-Ticket , un tipo de entrada que podría acabar con la reventa. «Todavía no se ha producido ese cambio de paradigma en el que la reventa esté yendo a menos. Lo que pasa es que hay picos, como el último que ha habido con Rosalía, y al no estar produciéndose de manera continuada no acaba de generarse una fuerte alarma social con el tema».
Cuando un artista de renombre internacional pone a la venta las entradas de un concierto, los fans suelen tener que pelear durante horas con su ordenador para conseguir una, debido al colapso del sistema de la ticketera o la promotora de turno. Simultáneamente, portales de reventa como Stubhub empiezan a ofrecer docenas, cientos o miles de esas mismas entradas, pero con precios considerablemente inflados, para perplejidad de los desamparados fans. A veces, esto sucede incluso antes de que se active la puesta a la venta oficial, como ocurrió con un concierto de Sabina hace dos años. ¿Cómo puede pasar esto? «Porque las entradas que aparecen en portales de reventa como Stubhub o Viagogo, son entradas que los revendedores no tienen», explica Díaz. «No se trata de particulares, son profesionales de la reventa, de ahí que se les llame brokers . Ganan millones de euros al año con lo que se conoce como venta a corto. Es todo muy Wall Street».
La clave del asunto está, atención, en la connivencia entre estos brokers y los portales de reventa, «que les dan todo tipo de facilidades, y activan el sistema de reventa sólo para ellos varios días antes de hacerlo para el resto de la gente, lo cual es totalmente legal por increíble que parezca», señala Díaz.
Preguntamos si esto es así a la propia Stubhub, que responde sustituyendo el término «broker» por el eufemismo «cliente de confianza». «Es cierto que hay vendedores que utilizan la plataforma con más frecuencia que otros», dice Andrés San José, Country Manager Spain de la compañía. «En algunos casos, a aquellos que ya la han utilizado de una manera más frecuente y con los que se ha generado un alto nivel de confianza sí se les ofrecen ciertas facilidades . Pero no damos prioridad a ningún vendedor por encima de otro a la hora de poner en venta entradas a través de nuestra plataforma».
Pero todo apunta a que hay algo más que «confianza» entre Stubhub y los brokers. «Stubhub tiene un departamento que se dedica exclusivamente a trabajar mano a mano con ellos», explica Dïaz, que sabe de lo que habla porque fue VP de Ticketbis, empresa que pasó a formar parte de Stubhub. «Así funciona un “Marketplace”, un modelo de negocio en el que se supone que para crecer tienes que tener unos vendedores que vendan más que otros, que sean los que vienen de inventario», explica el CEO de Tracer. «A medida que pasa el tiempo entran más y más, y al final se crea un monopolio. Ilegal no es, porque si no estas empresas estarían cerradas. Pero es poco trasparente. Yo reclamaba eso, ser más trasparente, y explicar que estábamos vendiendo entradas que no teníamos. El público tiene que saber que hay vendedores que a lo mejor tienen mil entradas a la venta. Esa cifra es algo muy normal».
De esta forma, no es Stubhub quien se hace con paquetes de cincuenta o cien entradas a la vez, sino los brokers. «Pero Stubhub trabaja con ellos», asegura Díaz. «Sabe perfectamente cómo funcionan, y lo que le conviene es que compren el mayor número de entradas posible . Por eso les dan facilidades para vender», como por ejemplo, la posibilidad de vender sus entradas hasta el último minuto antes del comienzo del evento, al contrario que los particulares. Pero hay más. «Un vendedor particular cobra solo una vez ha pasado el concierto, para que Stubhub pueda comprobar que la entrada que vendía era válida. Pero los brokers cobran a los quince días, por ejemplo, para que tengan liquidez para a su vez poder seguir comprando más entradas y después revenderlas en Stubhub. Tienen un trato especial, y al final más del ochenta por ciento de los revendedores son brokers».
Díaz confiesa que «sería un hipócrita» si ahora dijese que esas prácticas le generaron un conflicto moral como trabajador de Ticketbis cuando ésta ya pertenecía a Stubhub, «porque los conflictos morales o éticos se demuestran andando, y me hubiera ido antes». Pero sí asegura que no le gustaba trabajar «en una plataforma donde las cosas no eran claras. Había dos opciones, o facilitar el trabajo de los brokers, o pensar que al final éstos iban a perjudicar el futuro del negocio . Una empresa no puede basarse en personas que consiguen entradas de forma dudosa».
Desde la legislación poco se puede hacer contra esto, opina Díaz. «En teoría no se pueden comprar entradas con el fin de especular. Pero claro, demuéstralo. El problema es que el regulador tiene que tener acceso a los datos de los vendedores, y la Ley de Protección de Datos hace que eso sea prácticamente imposible . Si no puedes saber ni quiénes revenden, cómo vas a actuar contra ellos».
Otra pregunta medular para entender la lacra de la reventa es. ¿cómo consiguen entonces los revendedores hacerse con decenas o cientos de ellas con tanta rapidez en los portales de venta primaria, como Ticketmaster? Ahí está una de las armas de defensa de Stubhub, que consideran que «las medidas para prevenir actividades que puedan afectar al acceso de los usuarios a las entradas, como la compra masiva a través del uso de bots, deberían realizarse en los canales de venta primaria ».
Hasta hace poco tiempo, Ticketmaster también tenía su propio portal de venta secundaria (reventa), Seatwave, «pero la cerramos en agosto de 2018 porque la compañía hizo un ejercicio de escucha a sus clientes y fue sensible a las quejas», aseguran desde Ticketmaster España. Pero el año pasado, CBC News y The Toronto Star descubrieron una red de fraude en Estados Unidos, en la que empleados de Ticketmaster estaban involucrados con los brokers que luego se hacían de oro especulando con las entradas. Organizaban encuentros con ellos, publicaban manuales de prácticas de reventa masiva, les facilitaban el uso de softwares para comprar miles de entradas de golpe (TradeDesk) e incluso ofrecían recompensas para los compradores-revendedores profesionales asociados con mayores niveles de ventas. ¿Ocurre eso también en España, o en Europa? Al carecer de pruebas que lo demuestren, preguntamos a Ticketmaster España si puede afirmar tajantemente que no. «Esa respuesta tenemos que consensuarla con el departamento de Internacional», contestan. Al cierre de la edición de este reportaje, esa respuesta no había llegado.
Otra connivencia perjudicial para los compradores particulares de entradas, es la que ha estado habiendo entre los revendedores y Google . Pero el buscador sí ha empezado a tomar medidas drásticas. Por ejemplo, ha prohibido a Viagogo anunciarse hasta que cumpla una serie de requisitos de trasparencia. «La consecuencia ha sido inmediata: sus ventas se han desplomado. Y por eso ahora Stubhub se ha hecho con todo el pastel», dice Díaz.
Su start-up, Tracer, propone dos soluciones. «Cuando digo que el regulador no puede hacer nada, es porque esto es como lo que ocurrió con la piratería. Siempre hay manera de esquivar la ley. ¿Cómo se evita que alguien se salte la ley? Haciendo que la entrada no se pueda duplicar. Si la entrada no se puede duplicar sin el conocimiento del promotor, ya tienes un control fuerte sobre la reventa. Y si ésta sigue existiendo, es porque el promotor lo permite. Tracer ha creado unas entradas que funcionan con código QR que va cambiando cada cinco segundos, y que va asociado a un número de teléfono. Así, la entrada ya no es un PDF, que cuando se envía ya no se sabe qué pasa con él. La segunda solución es para los clubes deportivos, que pierden quince millones al año con la reventa, y que no pueden vender entradas fuera de España. Cuando un extranjero busca una entrada para ir a ver al Real Madrid, por ejemplo, sólo le sale Stubhub o Viagogo, con precios al triple del original o más. Nosotros tenemos una plataforma que se llama Hellotickets , que ya está trabajando con los New York Knicks, que vende en torno al cinco por ciento del estadio a clientes internacionales. Dentro de poco esperamos poder anunciar acuerdos con clubes europeos».
Al contrario que las entradas nominales, que no se pueden regalar o vender entre particulares sin ánimo especulativo, los tickets de Tracer no supondrían ninguna incomodidad para el usuario, «sólo quizá para los promotores», señala Díaz. «Pero tendrán que asumir el cambio. Cuando se pasó de entradas físicas a entradas en PDF en el móvil, dieron un salto de fe. Pues este es el siguiente salto de fe».
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