Novela
Mathias Enard: «En la novela del siglo XXI cabe todo»
El escritor francés, ganador del Goncourt, regresa al mundo rural de sus orígenes en su última novela, en la que reflexiona sobre la muerte
Viajero, políglota, erudito, orientalista, profundo conocedor de la música clásica, fascinado por el Mediterráneo... Mathias Enard (Niort, 1972) es uno de los narradores franceses contemporáneos más aclamados, ganador de prestigiosos premios, como el Goncourt , por una novela como «Brújula» (2016), un apasionante recorrido nocturno entre Oriente y Occidente, plagado de citas culturalistas y musicales, en una gran historia de amor.
Enard presentó «Brújula» en Sevilla y hubiera querido hacer lo mismo con «El banquete anual de la cofradía de sepultureros» (Radom House), una de las novelas destacadas del pasado año, pero la pandemia relegó al mundo virtual la promoción de una historia que, pese a mantener las claves narrativas de la obra del francés, supone un retorno a la comarca rural que lo vio nacer.
«Hasta la fecha había escrito más bien sobre Oriente medio , el Mediterráneo ... por lo que quería volver literariamente sobre mi región natal, ver que podía escribir sobre ella y rendirle un pequeño homenaje, porque no es una región literaria. Además, regresé y me instalé, porque tengo una casa allí, lo que tiene que ver con la escritura del libro».
El punto de partida de «El banquete anual de la cofradía de sepultureros» es el traslado durante un año a una zona de marismas cerca de la ciudad francesa de Niort de un etnógrafo parisino, que entrará en conflicto con un mundo rural que no entiende y al que se irá adaptando.
Pero ese es solo el arranque de una novela sobre la muerte y el sentido de la vida, el mundo rural y cómo ha evolucionado en los últimos años su composición, sobre cómo se relacionan la historia con mayúscula y la de las gentes corrientes... Temas que se superponen en una novela con diferentes puntos de vista , que alterna lo ensayístico con lo narrativo, el humor con lo poético y en la que hay, incluso, parodias de los diálogos platónicos o referencias a la literatura medieval.
«Creo que en la novela del siglo XXI cabe todo y eso es así porque las narraciones vanguardistas del siglo XX nos han abierto el camino y tenemos toda la libertad del mundo . Cabe el ensayo, la filosofía, la poesía... todo puede meterse en clave novelesca. Pero a mí lo que me interesa es que todos esos elementos jueguen entre sí, que tengan como una arquitectura propia, que no estén en el libro como elementos pegados, sino que compongan algo conjunto».
Vuelta a lo rural
En Francia, reconoce el autor, se ha producido en la literatura una cierta vuelta al mundo rural , en paralelo a la que se ha visto en los últimos años en España y que han cambiado la percepción que hasta el momento se tenía de esos enclaves, vistos con algo de condescendencia desde una óptica urbanita.
«En Francia se ha dado también ese fenómeno y, de hecho, es muy sorprendente. Cuando empecé esta novela hace nueve años, el tema no estaba para nada de moda, mientras que ahora están muy presentes cuestiones como la agricultura ecológica o el cambio climático . Es divertido ver cómo cambian las cosas, incluso bastante rápido. La pandemia ha sido un shock a ese nivel y también en el hecho de no solo nosotros somos mortales, sino también nuestras culturas, por lo que vamos a tener que cuidar de nuestro entorno, porque, si no, nos vamos a pique. Esas inquietudes se reflejan también en autores españoles, como Gabi Martínez o Sergio del Molino ».
Pero el tema principal que estructura esta novela, más que el campo, es la muerte , que el autor aborda con una particular aproximación a la idea de la reencarnación .
«Al final lo que dice la novela es que la muerte no existe, porque, como dice Lucrecio , solo hay cadáveres. La muerte está omnipresente, porque todo gira alrededor de que nos vamos a morir, pero la muerte no es algo que podemos concebir y que no tiene ninguna realidad para nosotros, aparte de ser el final de algo. Esta es la clave filosófica de la novela», concluye Mathias Enard.
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