Novedad editorial
Daniel Pinilla: «África es una bomba de relojería y falta cohesión interna y un líder»
El periodista, editor y escritor publica su segunda novela, ‘La marcha negra’ (Samarcanda), en la que denuncia la situación que vive África
El periodista y escritor Daniel Pinilla (Sevilla, 1974) regresa con una nueva novela, ‘La marcha negra’ ( Samarcanda ), un veraz retrato del continente africano a través de los ojos de un joven que vive en la pobreza extrema en una chabola y que trata de mejorar su vida a través del poder de la cultura.
¿Por qué se ha interesado por África en su nueva novela?
Un día leí una noticia sobre la prognosis de la media de edad y renta por habitante que albergará África en las próximas décadas. Busqué información en ese sentido y llegué a la conclusión de que, cuestiones morales aparte, me parece que no estamos lejos de alcanzar un punto de no retorno donde no sea posible contener a tantísima población joven y sin un horizonte de progreso, estando Europa a un paso y sumida en una crisis de valores, de identidad y con un invierno demográfico. Pensé que hay un análisis geoestratégico que hacer al respecto y comencé a estudiar y fabular sobre posibles escenarios de lo que puede suceder.
¿Qué visión ofrece de este continente, apocalíptica o distópica?
Yo diría que es realista, aunque esa realidad nos parezca deformada y acojonante. Pero, ¿qué vamos a decir nosotros de distopía cuando en menos de dos años hemos asistido a lo que se ha dado en llamar una «nueva realidad», que sí que es distópica pata negra y muy cercana a lo que Aldus Huxley (‘Un mundo feliz’), H. G. Wells (‘El nuevo orden mundial’) o George Orwell (‘1984’) ya previeron antes de la mitad del siglo pasado? Las novelas, la fabulación, no parece una mala forma de vestir análisis certeros.
El continente con población más joven del planeta está sumido en una gran pobreza. ¿Cuándo va a estallar esta situación?
Nadie lo sabe. Pero es evidente que se trata de una bomba de relojería. Falta cohesión interna, una visión común y que emerja un líder o un mensaje que cale. África no es en absoluto una unidad y, a día de hoy, casi toda ella funciona como un protectorado de China, posiblemente el país más amante de controlar a la población. Sin embargo, yo creo que la desesperación quizás puede pasar por encima de todo eso.
Ecritor de cabecera
«Stefan Zweig me ha influido en la manera de contar los episodios históricos de forma amena y profunda»
El protagonista de la historia intenta huir de la miseria de la chabola donde se ha criado a través del conocimiento. ¿Es posible redimirse con la cultura?
Es posible; recordemos aquello de que «La verdad nos hará libres». Así es: mantener tu independencia intelectual es una obligación más que una posibilidad. Como lo es cambiar de idea si los hechos verifican lo contrario a lo que habías creído hasta ese momento. El protagonista de mi novela se estruja la cabeza para tratar de entender por qué él se ha criado en un estercolero, mientras que por la tele ve mansiones. Alhaadi, que así se llama el personaje, consigue calmar su rabia mediante la lucidez que le proporciona el estudio. Pero, amigo, también hay que comer y prosperar. Y ahí empiezan los problemas que una revolución ética, de ideas, no va a resolver. Habrá que mancharse las manos… Ojo, mi novela no es un llamamiento al caos, pero hacer como que no hay un problemón sólo sirve para engordarlo.
En la novela también habla del Covid-19. ¿Qué opina de las teorías conspiratorias que han nacido con la pandemia?
Hay que dudar de todo siempre, como aconsejaba Sócrates. La duda es lo que nos hace humanos. Si no examinamos nuestro propio ideal moral, nos convertimos en autómatas. Llamar desequilibrado a alguien por sentirse incómodo al descubrir que la OMS está financiada por las grandes farmacéuticas y querer tirar del hilo para entender cómo funciona el negocio… ¿eso es ser conspiranoico? Querido amigo: el ser humano, y más si tiene poder y lo quiere conservar, miente y engaña. Siempre. Es lo que nos enseña la Historia.
Sus dos novelas están muy apegadas a la actualidad, dada su formación periodística. ¿Cree que es imposible para usted separar la literatura de esa visión tan cercana a la realidad?
No lo creo, pero es cierto que, de momento, mis incursiones en la ficción van ligadas a la actualidad. De hecho, tengo otra historia planteada, de absoluta y planetaria vigencia, que estoy tratando de armar. Intuyo que será muy polémica. Que la lea el que quiera; y el que no quiera, que no la lea.
¿Qué escritor o escritores le han influido más?
En relación a la manera de contar episodios históricos de forma amena y profunda, Stefan Zweig. Como reto intelectual y ejemplo de libertad de pensamiento, el profesor Escohotado. Bertrand Russell también me agrada por su estilo flemático. Del resto tiro para muy atrás: Jenofonte, Platón, Séneca…
Pasión por el viaje
«Pensar andando, como hacían los peripatéticos, es la mejor manera de viajar. Hay que perderse. El resto es turismo de poca monta»
Su otra gran pasión son los viajes. ¿Este libro surge también de esa vocación del viajero que observa la realidad con mucha curiosidad?
Correcto. No podría haberlo dicho yo de mejor manera. Soy curioso, quizás también indiscreto, y me gusta pasar por un lugar y tener la sensación de que regreso con un cierto aprendizaje en la mochila. Y le digo otra cosa: la observación con pausa es sanadora. Pensar andando, como hacían los peripatéticos, es la mejor manera de viajar. Hay que perderse. El resto es turismo de poca monta.
Como filósofo que es, ¿está siendo ética la relación que mantiene el mundo con los países africanos?
Eso de filósofo me queda un poco grande, aunque haya sacado la licenciatura. Esa pregunta nos lleva a plantear cuál es el modelo de sociedad y de Gobierno en el que delegamos nuestra libertad a cambio de seguridad. Tendríamos que adentrarnos en la definición del Contrato Social al que aludieron Hobbes, Rousseau y algunos otros… Para no alargarme, digamos que La ley de Hierro de la Oligarquía que avanzó Robert Michels se cumple a rajatabla y todos somos culpables de permitir que haya una élite, que es despiadada por su propia naturaleza, necesitada de defender sus prebendas.
¿Cómo está llevando su labor de escritor y editor después del tumor que le fue diagnosticado?
Después de que me abrieran la cabeza por un tumor cerebral y de pasar un año y pico con radio y quimioterapia constantes, he aprendido a vivir con las secuelas y a entender que la queja y el miedo destroza tu aparato inmunológico. Miremos si no a nuestro alrededor… En fin, resumiendo, escribo y pienso más lentamente que antes. Lo cual no está del todo mal. Mastico mejor el tiempo.
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