Cristóbal Serra, el sabio heterodoxo que se refugiaba en Mallorca
La Fundación Banco Santander publica un inédito del escritor, fallecido en 2012
Hay tesoros en los márgenes, esos parajes no tan transitados pero existentes, donde se instalan los raros, los malditos y los que no caben (o no quieren caber) en las escuelas y movimientos que ordenan el mundo cultural. Cristóbal Serra (1922-2012), escritor y erudito, se instaló ahí porque estaba haciendo lo suyo, pues nunca tuvo la intención de dejarse llevar por las modas, y mucho menos la de interpretar el «grotesco papelón de literato», por decirlo con Ferlosio. Así, en la comodidad de Palma de Mallorca, concibió una obra inspiradora y ecléctica, para nada encajonada en ningún género, y que ha terminado por convertirlo en un autor de culto que, ahora, «revive» gracias a la publicación de «El aire de los libros», un inédito desconocido que ha editado la Fundación Banco Santander en su Colección Obra Fundamental.
« El aire de los libros » es un compendio de lecturas varias y variadas, de escolios, que Serra dejó preparado y guardado en un baúl antes de morir. Ahí vertió sus personalísimas opiniones de titanes como Dickens o Rimbaud , pero también de ilustres extraños como Hermes Trimegisto o Jakob Bohme . «Estas lecturas tocan sus grandes temas: la imaginación como estrategia de conocimiento, la espiritualidad antidogmática, el cruce entre la sabiduría taoísta y la sensibilidad cristiana, la naturaleza mediterránea y la desconfianza hacia el progreso», explica Josep María Nadal Suau , que firma el prólogo del libro y que ha dedicado su tesis doctoral a este autor.
El volumen, además de recoger estas reseñas personalísimas, que podrían ser cuentos, páginas de un diario o breves ensayos, contiene varios «regalos» más. Por un lado, un «tríptico» sobre su admirado Ramón Llull . Por el otro, tres ensayos inéditos, que versan sobre la melancolía, el ocultismo y el humor, respectivamente. Y para concluir, el discurso de recogida del premio Doctor Honoris Causa por la Universidad de Baleares en 2006, que tituló «En torno a la autoexpresión o elogio de la sencillez».
Todo ello refleja bien quién era Cristóbal Serra, ese «sabio heterodoxo que vivía en Mallorca», tal y como lo define Javier Sierra , que participó ayer en la presentación del libro. «La tentación es clasificarlo como el eremita de las letras mallorquinas, pero sobre todo fue un profeta , no en el sentido de hoy, que pronostica algo, sino en el bíblico: el que denuncia los males de su tiempo, el que ve dónde está el error de la sociedad que le ha tocado vivir y lo denuncia. Era un observador ácido de su tiempo, pero con una perspectiva no racional», explica el novelista a ABC.
Para Nadal Suau, resulta curioso que hoy hayamos llegado a lugares parecidos a los de Serra, pero por otros caminos. Él, por ejemplo, ya dedicó muchas líneas a la necesidad volver a la naturaleza, y era muy escéptico con el progreso y el materialismo consumista . «Quizás él pueda representar, frente a la lógica científica, la alternativa de la imaginación como gran mecanismo de conocimiento. En él encontramos un escepticismo frente a exceso de tecnología, y ese escepticismo con el mundo moderno no lo hemos abandonado, de hecho somos más escépticos hoy que en los años setenta y ochenta», comenta. Y promete: «“El aire de los libros” es el arranque de una recuperación de la obra de Cristóbal. Creo que hay un público lector dispuesto a acercarse a él».
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