Civera y Abad, dos filósofos rescatados del exilio

La Fundación Banco Santander publica la obra fundamental de los pensadores, olvidada durante más de medio siglo

Marín Civera ABC

B. Pardo

A veces se echa de menos lo que no se conoce. Y la ignorancia, inocente o no, carga sus tintas, por ejemplo, contra la falta de ideas de la España del XX. Pero pasa el tiempo y se descubre que hubo mentes brillantes más allá de las de Ortega , Unamuno o Zambrano . Mentes despiertas, casi proféticas, que verbalizaron los problemas del hombre contemporáneo, que son los mismos que los del antiguo pero a mayor velocidad. «La impresión es que aquí no ha habido filosofía, sino periodismo filosófico. Bueno, esto demuestra que no es cierto: ha habido un pensamiento elaborado a la altura de lo que se hacía en Europa», afirma Fernando Savater .

Por «esto» se refiere al último libro editado por la Fundación Banco Santander dentro de su Colección Obra Fundamental, « En pos de un nuevo humanismo. Prosa escogida », que rescata la obra de Marín Civera y Luis Abad , dos ensayistas exiliados y olvidados, que denunciaron los efectos de la industrialización en el espíritu y que combatieron el gregarismo (la historia se repite) sin dejar de lado la búsqueda del bien común y la compasión, líneas centrales de sus escritos. Aunque parece que nunca se conocieron, sí compartieron, en palabras de Savater, «su vocación divulgativa» y su interés por retratar «lo inmediato y lo urgente», sin dejar de lado «la reflexión abstracta sobre los temas permanentes».

De Civera (Valencia, 1900, México D.F., 1975), médico de profesión pero agitador cultural por vocación, destaca la obra « Presencia del hombre », que la propia María Zambrano describió como un «libro guía». «Es uno de los textos ensayísticos más conmovedores de toda la producción del exilio republicano», sentencia Ricardo Tejada , responsable del presente volumen y (re)descubridor de estos ilustres desconocidos. Y es ese testimonio, precisamente, el que mejor alumbra el « humanismo existencialista » del intelectual, que buscaba la unión de las ideologías a través de la ética, y que reclamó una economía más humana.

Abad (Almería, 1900, Gádor, 1971), en cambio, se formó por y para la filosofía, y centró su obra en los efectos de la industrialización y la deshumanización, retomando los postulados de Ortega. Fue un adelantado a su tiempo, que ya criticó en los años sesenta cómo la vida se aceleraba al mismo ritmo que la reflexión desaparecía. Así lo describía en « Presencia del animal en el hombre »: «En general la gente se deja llevar como si viviera en las tumultuosas aguas de un río caudaloso. Todo el mundo se siente vivir, aunque no se tenga necesidad de pensar en cómo hay que hacerlo». Él sí lo hizo.

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