Cristina Morales, escritura «radical» y «Lectura fácil» para el premio Nacional de Narrativa

La novela, con la que ganó el Herralde en 2018, es «una propuesta radical y radicalmente original», según el jurado

Cristina Morales EFE

David MoránABC

Cambio de dirección y casi también de rasante para un premio Nacional de Narrativa que, después de una década instalado en el panteón oficial de las Letras , el mismo en el que habitan Fernando Aramburu, Ignacio Martínez de Pisón, Almudena Grandes o Rafael Chirbes, se ha echado al barro para reconocer la literatura «insurreccional» y de combate de la granadina Cristina Morales (1985) y su novela «Lectura fácil».

Un libro antisistema bendecido ahora por el sistema después de hacer trizas cualquier covención asociada a lo políticamente correcto. Tanto es así que, en cuanto trascendió que Morales era la ganadora, más de uno se preguntó si la autora no se acabaría marcando un Marías y rechazaría el galardón, dotando con 20.000 euros. Pero no. «Es un reconocimiento simbólico, pero sobre todo económico, que me permite dignificar la literatura como forma de vida y no tener que entrar a formar parte de la precariedad laboral a la que toda mi generación está postrada», ha explicado la escritora en declaraciones a ABC.

La precariedad es, de hecho, uno de los hilos de los que tira una novela que ya se llevó el pasado mes de noviembre el premio Herralde y con la que la autora de «Malas palabras» narra la historia de cuatro mujeres que acarrean diferentes grados de discapacidad y comparten un piso tutelado en Barcelona. «Quería hacer un repaso de cómo se ha sistematizado el señalamiento y la marginación del diferente, de aquel miembro de la sociedad que no responde a la normatividad. Hoy en día les llamamos discapacitados intelectuales, pero hasta hace unos días eran subnormales o minusválidos», recuerda Morales desde La Habana, donde se encuentra presentando la novela.

Originalidad

En «Lectura fácil», de estructura cambiante, se entrecruzan actas judiciales, clases de danza adaptada, asambleas okupas en ateneos anarquistas y una novela autobiográfica escrita a través de Whatsapp siguiendo al dedillo los preceptos de la llamada lectura fácil. Para el jurado, en el que destacan la presencia de Almudena Grandes, ganadora de 2018, y, a propuesta del Ministerio de Cultura, del crítico Ignacio Echevarría, todo ello hace de la novela «una propuesta radical y radicalmente original, que no cuenta con una genealogía en la literatura española ». «Destaca por la recreación de la oralidad, unos personajes extraordinarios y su lectura del contexto político en el que se desarrolla», puede leerse en el acta.

Con todo, para Morales aún es pronto para decir si estamos ante un cambio de tendencia editorial o de un punto de inflexión generacional. «Tienen que pasar unos cuantos premios más. Ojalá no se quede en una excepción y haya más autoras y autores jóvenes premiados», apuntA una autora que, de momento, verá cómo Anagrama recupera en 2020 dos de sus obras anteriores: «Los combatientes» y «Malas palabras».

Cristina Morales se lleva el galardón con la novela que le valió el premio Herralde

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