Aplastar «Moscas» en un lodazal

El periodista Agustín Pery presentó en Madrid su primera novela, «Moscas», acompañado por Manuel Jabois

El periodista Manuel Jabois y el editor de Pepitas de Calabaza presentaron la novela de Agustín Pery @gabi_gonzlez

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Quizás todo empiece con un leve aleteo, algo cercano a lo anodino, casi cotidiano . Quizás ahí nazca su mayor y más oscuro poder, el de hacer pasar por asumible aquello que desde el primer parpadeo tendría que haber sido aplastado contra la pared. Quizás haga falta que el inapreciable traqueteo de sus alas se multiplique por decenas, cientos, miles, hasta que su vuelo dé de bruces con nuestra corta mirada.

Como no en todos sitios lo putrefacto consigue despegarse de la mierda, obras como «Moscas» , la primera novela del periodista Agustín Pery, editada por Pepitas de Calabaza , refuerzan su valor más allá de lo estético: consiguen meter el dedo en el ojo que prefirió no ver. Ayer, de la mano del columnista Manuel Jabois , Pery presentó en Madrid la que es su primera novela, una historia sobre corrupción endémica, códigos éticos de cristal y sociedades genéticamente infectas.

Imagen del autor firmando libros en foto del Twitter de Jose María Font @josemfont

«Aquí no cuento un caso de corrupción concreto. Lo que trato de explicar a la gente es la experiencia de alguien a quien le ha tocado luchar con algo», anunció el autor, que entre 2007 y 2013 destapó algunos de los casos de corrupción en Baleares que más eco mediático recibieron. Así, con impoluta probidad, y del mismo modo que nadie mejor que un panadero podría detallar el proceso mediante el cual se obtiene un pan, Pery vuelca en el folio sus andananzas en una profesión condenada a compartir mantel con la peste. «Yo desconfiaba de todo el mundo, y me da mucha rabia. Eso es la metástasis del alma. La mía se gangrenó en Mallorca. Disfruté muchísimo e hice muchos amigos, pero te das cuenta de que tienes que estar muy alerta», lamentó el escritor, deseoso de que su libro quede «como una novela honesta de alguien desencantado y cabreado ».

Al teclado Pery se montó rabia, toda la que tantos y tantos casos cuyo pringue nunca quisiste conocer inocula. También con la esperanza de que en el camino el aire en la cara despejase su porvenir, toda vez que acababa de dejar el periódico donde trabajaba –escribir «fue una terapia», le confesó a Inés Martín Rodrigo en una entrevista –. «Es admirable que hayas puesto tu talento al servicio de una historia así. Sentarte una mesa y sacar la rabia al servicio de una ficción como ésta es digno de admiración para mucha gente», celebró Jabois.

Pero no sólo de lo palpado en ese ambiente grumoso que durante aquellos años eran las Baleares bebió Pery. Las mejores copas se las brindaron sus compañeros de redacción: «Yo no escribía mucho: yo vampirizaba, corregía, pero así aprendí». « La vida te da sustos, te intenta tirar a la lona , pero yo tengo muchísima suerte, he trabajado con gente brillantísima. Alguna nunca ha puesto su nombre en una columna o en una crónica de un periódico, pero mejora todo lo que se puede leer en él», presumió el autor, que puso el acento en aquel imperecedero aforismo de que el periodismo consiste en contar todo lo que alguien no quiere escuchar.

«Moscas», pura ficción entrecomillada, despelleja las entrañas de una historia tan real –y tan vigente– como cualquier otra. Ésta, dijo Jabois, es ideal para beberse «de un trago», seguramente sin tener en cuenta su graduación.

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