ARTE
La naturaleza de las cosas
Andy Goldsworthy es un maestro en lo que se refiere a captar la atmósfera de los lugares en los que trabaja, en crear obras en las que es decisivo el paso del tiempo y en mostrar la maravilla cotidiana del mundo natural
Un hombre penetra por un pequeño agujero en la base de un árbol sin saber todavía cómo podrá salir. Ese individuo nos contempla desde las entrañas de la Naturaleza y, con su actitud, lanza una poética invitación a buscar lo esencial . En un vídeo vemos como trepa por otro árbol, situado en la cuneta de una carretera; allí, entre las ramas, «se hace visible», o mejor, parece que estuviera mimetizado y nadie fuera capaz de reparar en su presencia. Goldsworthy es, en mi opinión, uno de los artistas contemporáneos que mejor sabe captar la atmósfera de los lugares en los que interviene , pero también tiene la capacidad de presentar materiales naturales «en estado bruto», produciendo en el espectador un tremendo impacto y una singular sensación material. Sin ningún género de dudas, su intervención en el Palacio de Cristal (2007) que tituló « En las entrañas del árbol » conseguía producir esa honda emoción, pero también instalaba literalmente al espectador en un ámbito protector que no dejaba de tener un cierto aire amenazador . El artista tiene que aprender de los derrumbamientos y también debe asumir, sin miedo, los errores.
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Goldsworthy valora, por encima de todo, la experiencia de crear sus obras en las que es decisivo el paso del tiempo , especialmente lo que llamaríamos «la verdad atmosférica». Una gran parte de la producción de este artista no trata sobre la forma, sino sobre la «no forma», sobre algo lanzado al aire o que aparece como un pequeño toque de color aplicado en un lugar concreto. Su estética de lo efímero ha sido asociada con los haikus, pero también tendríamos que comprender que lo instantáneo puede perdurar en la memoria y tener una consistencia enorme . La fotografía tiene una gran importancia en los procesos de Goldsworthy dado que le permite, como hiciera Brancusi , hablar sobre «la vida de una escultura», pero, sobre todo, consigue capturar el momento: penetrando en un matorral hasta desaparecer, golpeando la superficie del agua para generar un arco iris o arrojando al aire un montón de guantes que parecen metamorfosearse en extraños pájaros .
Ausencia evocadora
Una de las acciones más sencillas y, al tiempo, imponentes de Goldsworthy es la de generar su «sombra» tumbándose en el suelo cuando comienza a llover: espera a estar empapado y luego se incorpora, desapareciendo con la lluvia y el paso de la gente a su rastro. «Las personas –señala este creador– dejan su presencia en la ciudad y en los lugares en los que viven y trabajan». Lo que contemplamos en estas «sombras» es tanto presencia cuanto una ausencia evocadora que tiene algo de pre-histórica y originaria (como si fuera una materialización de aquel relato de Plinio sobre el dibujo del amado en el muro), una visión de los ritmos de la vida y del devenir que nos funde con la naturaleza .
En uno de los vídeos de la galería Slowtrack podemos contemplar cómo Goldsworthy se tumba, cuando llega la tormenta, en el campo y, tras dejar su marca, cae por ese mismo lugar una torrentera de agua enrojecida, en una accidental alegoría que entrelaza nuestra sangre con la pigmentación de la piel del mundo .
Andy Goldsworthy. «Esperar – New Work»
Galería Slowtrack. Madrid. C/ Cañizares, 12. Hasta el 21 de mayo