ARTE
Maíllo: «Todos nacemos artistas, cualquier ser humano sin miedo lo es»
Maíllo destaca la importancia de las galerías (él trabaja con la madrileña Ponce+Robles) para que los jóvenes artistas puedan darse a conocer en el mundo del arte
Maíllo (1985), licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, sintió de manera prematura curiosidad por el arte, específicamente, la pintura: «No hay un origen concreto, formando parte de un proceso de niñez y adolescencia ».
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Él mismo se recuerda como un joven distinto al resto, teniendo una manera peculiar de atender y entender el mundo que le rodeaba.
«¿Quién es el pintor de las montañas?»
Maíllo rememora una anécdota de su infancia: «Cuando empecé a hablar, lo primero que pregunté a mi madre fue quién había pintado las montañas ». Cualquier cuestión, él la relacionaba con la pintura.
«Era el típico en clase que dibujaba muy bien», tenía habilidad con el lápiz. Sus profesores, al observar el talento que poseía , le animaban a seguir en el arte, le encomendaban incluso los libros de fin de curso de su colegio. A raíz de esto, continuó sus estudios en arte y diseño, cursando el bachillerato artístico y licenciándose en Bellas Artes . «Poco a poco, sigo aprendiendo qué es el arte, y aún hoy, sigo sin saber muy bien en qué consiste », bromea. Pero es cierto que actualmente es un artista prometedor, que vive exclusivamente de su trabajo.
Antes de graduarse, ya ganaba algo de dinero con la pintura, realizando algunas obras por encargo de carácter hiperrealista o siendo premiado en algún concurso. Durante la carrera, se adentró en el sistema de galerías. « El punto clave es la exposición I'n-Transit' », recuerda, que realiza en 5º curso, donde es seleccionado por los comisarios Virginia Torrente y Javier Duero para un evento que conectó la universidad con el mundo profesional de las galerías. Ahí conoce a José Robles –galerista– quien vio su obra y le propuso trabajar con él. A partir de entonces, comienza su trayectoria profesional, que a día de hoy consta de más de diez años.
Si hay alguien a quien agradece donde ha llegado es a su galería actual, Ponce+Robles , quienes «apoyan a artistas jóvenes españoles, exportando su trabajo a ferias internacionales». Tener una galería es fundamental para un artista, sobre todo para uno joven, admite Maíllo. Desde su experiencia, destaca cómo colaboran de varias maneras con ellos para que desarrollen y comuniquen su trabajo; y no solo se encargan de distribuirlo y exponerlo en el local, sino que invierten en dar a conocer el trabajo fuera de España, «algo esencial».
Ponerse nervioso
Su motivación para crear la define como espontánea: « Si no estoy dibujando me pongo nervioso », afirma. Es por eso que Maíllo necesita estar creando compulsivamente, algo que define como «una necesidad platónica» de estar haciendo algo constantemente. Su método de trabajo, su iPhone en una mano y el pincel en la otra, y estar a la última, forzando las posibilidades de la pintura canónica a un tiempo «donde todo pasa a velocidad infinita».
La inspiración de sus obras se halla en múltiples ingredientes: música, vídeos de YouTube , los colores propios del lenguaje de la publicidad, o sus lecturas de poesía y ensayo, mezclando elementos de la baja y de la alta cultura.
Entre sus referencias, se encuentran tanto la pintura barroca española como diferentes artistas contemporáneos, ante los cuales trata de posicionarse como un mero espectador para no contaminarse demasiado, pues lo que busca es « crear a mi gusto, fiel a mi propio lenguaje ».
Maíllo, en su proceso de trabajo, crea simultáneamente –en lo que denomina una « experiencia dadaísta »– dibujos nocturnos muy fluidos, intentando plasmar la realidad que le rodea en tinta sobre papel, que más tarde y lúcidamente calca a modo de palimpsesto sobre una mesa de luz en una pieza final. Después, con música a todo volumen , pasa la idea definitiva a un lienzo de gran formato, una de las cosas que más le gusta, ya que es «más corporal y directa».
«Yo creo que se nace artista . Cualquier ser humano sin miedo es un artista», reflexiona Maíllo, quien defiende la importancia de « pensarse creativamente » con independencia del propósito de vida de cada uno. Desde su punto de vista, el sistema educativo imperante reprime caminos alternativos o tangenciales . El artista comenta que se puede encontrar en el arte contemporáneo las sutiles sugerencias para el desarrollo de vidas menos gregarias, y finaliza diciendo que « el camino de la curiosidad debería fomentarse institucionalmente, pero antes se deben desaprender muchas cosas».
Si hay algo que Maíllo recomendaría a las generaciones venideras de jóvenes artistas que buscan profesionalizarse es mantener la libertad propia, no hacer demasiado caso de modas o comentarios ajenos, y, por supuesto, « ignorar a profesores frustrados »; visitar galerías, museos, los estudios de otros y viajar para ver qué se hace fuera de España… Al fin y al cabo, anima a que «participen de la conversación del mundo del arte sin miedo ni complejos».