LIBROS

Ian Kershaw analiza los mejores años de paz y progreso en Europa

El historiador británico recorre el devenir del Viejo Continente desde los años 50 del siglo XX hasta nuestros días, abordando la creación de la UE y la caída del Muro de Berlín, entre otros asuntos

Ciudadanos alemanes encaramados al Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989

CÉSAR ANTONIO MOLINA

De este gran libro solo puedo decir que sería un magnífico manual de estudio para los colegios y universidades de todo nuestro continente, pues en él se explica clara y pormenorizadamente la historia europea de estos últimos setenta años. En «Descenso a los infiernos. Europa 1914-1949» el relato era dantesco, no en vano abarcaba una de las épocas más convulsas de nuestro devenir. Sin embargo, Ian Kershaw, catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Sheffield, terminaba su exposición con un espíritu positivo que ya, en su plenitud, se traslada a este volumen . Quizás nos equivocamos en que teníamos que remontarnos muy atrás para explicar la historia de Europa, cuando a la vista de este trabajo inmenso, lo mejor es insistir en este período espléndido que marca un antes y un después. Todo un continente trabajando en paz y consiguiendo un progreso económico inusitado. El primer acierto del libro, como pasó con el anterior, es la inclusión de Rusia (URSS), una parte de Europa, díscola, pero siempre presente en su trayectoria.

En los tres primeros capítulos se habla de la posguerra, la Guerra Fría, las descolonizaciones y los logros de las décadas iniciales de paz. En el cuarto y quinto se explica el auge económico, así como el papel de la cultura después de Auschwitz, y los inicios de la Comunidad Europea. En el sexto se analizan las protestas juveniles y los cambios en los valores sociales. En el séptimo y octavo se baja al intramundo del telón de acero y la propia URSS, destacando el papel de Gorbachov y Kolh en la caída del muro y la reunificación de Alemania. El capítulo noveno abarca las dos últimas décadas del XX: las ilusiones y desilusiones tras la desaparición del comunismo y la transición a la democracia, la guerra en Yugoslavia y el inicio del desarrollo tecnológico. Los capítulos once y doce toman como eje los atentados, la inmigración, la crisis económica y una buena reflexión sobre cómo los europeos debemos afrontar los nuevos retos del futuro.

El Plan Marshall

Kershaw critica a Tony Judt , con razón en este caso, porque dijo que «el nacionalismo se ha ido definitivamente de Europa». Y como hemos comprobado no es así. Lo mismo sucede con la xenofobia, el racismo o los extremismos de derechas e izquierdas. Europa reinició su camino con la amenaza del telón de acero y el temor nuclear. Inmediatamente su avance económico le ganó al estatismo estalinista. Los coches, los electrodomésticos, la vivienda, la sanidad, el consumo, la libertad de los medios de comunicación, los ordenadores..., constituyeron un signo de victoria ante el oscurantismo y la pobreza soviética. Sin embargo aún siguió imperando el racismo, la pena de muerte, las persecuciones por las tendencias sexuales, y la desigualdad femenina. Alemania fue el motor económico de Europa respaldada por el Plan Marshall (1947).

Mientras que la Europa occidental se hacía tolerante, pacífica, progresista e internacionalista, la oriental se estancaba. En un lado estaba la OTAN y en el otro el Pacto de Varsovia . Stalin ofreció a los aliados la reunificación de Alemania, pero la rechazaron por el temor a que toda ella fuera engullida por la influencia soviética. El Consejo de Europa creó en 1950 el Convenio Europeo para la protección de los Derechos Humanos. El sentimiento antisoviético ayudó a consolidar la democracia liberal.

El primer acierto del libro es la inclusión de Rusia (URSS), una parte de Europa, díscola, pero siempre presente en su trayectoria»

El levantamiento del Muro de Berlín en 1961 fue definitivo. La prosperidad en Europa se mantuvo hasta la crisis del petróleo del año 1973. En 1948, en La Haya, los delegados europeos habían hablado de la unión política, económica, monetaria y militar. Estos ideales fueron desarrollados por Schuman, Monnet, Adenauer , De Gaspari, Mollet y nuestro Salvador de Madariaga al que no se menciona porque, por aquel entonces, no tenía un cargo político relevante.

Desafíos de hoy

Seis países constituyeron la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, en el 1951, y dieron inicio al proceso que se conformaría en Maastricht proclamando la Unión Europea. Antes en Roma, en el 1951, los seis países iniciales habían firmado el acta de creación de la Comunidad Económica Europea. Los años setenta fueron los de la revolución sexual, la nueva izquierda, la socialdemocracia, la democracia cristiana y los partidos liberales, la guerra de Vietnam, el Che, las Brigadas Rojas, la Baader Meinhof, ETA, el IRA, el ecologismo, el mundo hippie, la industria de la cultura… Las turbulencias se fueron absorbiendo. Las dictaduras ibéricas y griegas desaparecieron y la Comunidad europea se fue, poco a poco, ampliando.

En los ochenta llegaron los liberados países del este. En la actualidad los desafíos de la UE son la inmigración , su propia estructura burocrática, la Rusia de Putin, Trump, el desarrollo de China e India, el terrorismo, la globalización, el Brexit , las tecnologías, la ecología, el antieuropeísmo propio, los nacionalismos étnicos, los populismos … Con todo y esto, Europa hoy es un ejemplo de bien hacer. Durante la primera mitad del siglo pasado murieron unos cien millones de personas, en setenta años no ha muerto nadie -excepto en el conflicto yugoslavo-. Solo por este motivo el proyecto europeo ha sido un éxito. Ayudemos entre todos a terminarlo .

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