LIBROS
Ian Kershaw: «Es esencial que Europa siga unida, nos necesitamos»
El historiados británico Ian Kershaw publica su nuevo libro, «Ascenso y crisis. Europa, 1950-2007» (Crítica, 2019), donde estudia la evolución del continente tras la posguerra y a través de las crisis que ha padecido desde entonces
En las fantasías sobre viajes en el tiempo se aconseja a los que se desplazan al pasado que no cambien nada si quieren que el presente permanezca intacto. Es una manera de decir que cualquier detalle o avance de apariencia insignificante puede modificar la Historia. Leyendo «Ascenso y crisis. Europa, 1950-2007» (Crítica, 2019), el nuevo libro de Ian Kershaw (Inglaterra, 1943), esa sensación asalta en varias ocasiones, cuando se describe la sucesión de acontecimientos que forjaron el continente que conocemos hoy, un camino plagado de giros inesperados y casualidades. El trabajo del historiador británico permite comprender el desmoronamiento de la URSS y también el ascenso de la música de los Beatles o del estilo yeyé de Françoise Hardy. La llegada al poder de Gorbachov y su influencia en la caída del Muro de Berlín es descrita junto a la sustitución de la radio por la televisión como nuevo «entretenimiento familiar». Esa radio que se convirtió en una actividad individual, privada, y por lo tanto idónea para los adolescentes y sus tribulaciones, fue la que permitió que McCartney y Hardy afinaran el oído con la nueva música que emitía Radio Luxemburgo, como se cuenta en sus biografías y memorias.
Noticias relacionadas
Es pertinente recordar que una época apenas puede comprenderse si solo se analizan sus hitos políticos. El libro de Kershaw tiene la virtud de aplicar la amplitud de miras, abordando cuestiones culturales y arriesgándose a escribir una obra difícil por el gran periodo de tiempo que abarca y por la multitud de países que son estudiados. Acerca de esos desafíos hablamos con él hace unos días, cuando vino a Madrid para presentar este trabajo, continuación de un primer volumen, « Descenso a los infiernos. Europa, 1914-1949 » (Crítica, 2016).
En el prólogo, explica que se enfrentó a dos dificultades para escribir el libro: tratar sobre hechos que ha vivido y abordar un relato que no articula dos guerras mundiales, como en la anterior obra.
La primera dificultad no tuvo ningún impacto obvio sobre la construcción del libro. Tomé la decisión de mantenerme alejado a mí mismo todo lo posible. Incluí un par de anécdotas personales en algunas notas a pie de página e intenté enfrentarme a la historia con toda la objetividad, igual que en mis otros trabajos. Sobre la segunda dificultad, estructuré el libro de una manera parecida al volumen anterior, es decir, con segmentos cronológicos y divisiones temáticas. El problema adicional que surgió fue que, entre 1950 y 1990, existieron dos Europas. Así que tuve que hacer diferentes episodios para hablar de ambas.
Describe la consolidación del estado de bienestar en Europa y el nacimiento de la sociedad de consumo. ¿Cuál es la situación actual de ambas?
La sociedad de consumo sigue expandiéndose. Con las compras por internet, muchas tiendas en grandes ciudadades están empezando a desaparecer. En Reino Unido, los comercios cierran porque no pueden competir con esa demanda. El consumismo está cambiando. Hay grandes brechas de riqueza dentro de nuestras sociedades. Por otro lado, el estado de bienestar atraviesa dificultades. La gente quiere pagar menos impuestos, pero a la vez que el Estado proporcione servicios. Además, la sociedad envejece, y necesita esa cobertura social.
¿Fue la situación en la que se encontraba el continente en la posguerra la que hizo posible la consolidación del estado de bienestar?
Sí. En la preguerra, muchos pensadores, no solo economistas, ya habían llegado a la conclusión de que había que crear un nuevo sistema que permitiera la cohesión social. La depresión de los años 30 fue tan dura que, después de la Segunda Guerra Mundial, se tenía el convencimiento de que había que reconstruir las sociedades afectadas por el conflicto. El estado de bienestar surgió como una respuesta increíblemente exitosa. Se pudo consolidar gracias a unas circunstancias únicas: existía mano de obra muy barata, la economía florecía...
Los europeos parecen orgullosos de ese legado. El tema más difícil de abordar para un posible acuerdo comercial entre EE.UU. y el Reino Unido es el futuro del Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés), muy apreciado por los británicos.
En la visita de Trump, cuando alguien le preguntó en una rueda de prensa por el NHS, ni siquiera sabía lo que era, y cometió el error de decir que, en la negociación entre EE.UU. y el Reino Unido, todo estaba sobre la mesa, incluido ese servicio. Creo que probablemente fue un malentendido. Lo que los americanos quieren es incrementar los precios de los fármacos fabricados por empresas estadounidenses. El NHS controla esos precios. Así que, en caso de que haya acuerdo comercial, pedirán que los fármacos se vendan a los precios que ellos quieren. Pero la diferencia fundamental entre ambos países es la visión distinta sobre la provisión de la salud. Nosotros no entendemos el sistema estadounidense, que permite que tanta gente no tenga acceso ni a la seguridad social ni a cuidados médicos. Ellos no comprenden que nosotros tengamos un sistema tan parecido al comunismo.
El NHS se creó en 1948. Es un resultado de lo que hemos hablado.
Lo es. Y sirve como aperitivo para comprender los problemas que va a tener el Reino Unido después del Brexit. Si un país pequeño intenta forjar acuerdos con EE.UU., solo va a haber un ganador.
¿Cómo explica el Brexit?
Los resultados del referéndum de 2016 fueron el resultado de la combinación del impacto de la crisis financiera, con la austeridad que provocó, y de la crisis migratoria. La inmigración se convirtió en un tema muy serio en el Reino Unido tras la apertura del bloque oriental de la UE en 2004. De ser un tema sin importancia, pasó a ser fundamental a nivel político. El electorado británico cada vez se sentía más insatisfecho. Se entendió que la única manera de controlar la inmigración era irse de la UE. En el referéndum, coincidieron esos sentimientos antieuropeos. Como que el Reino Unido tenía que ser un Estado soberano con sus propios parlamentos y leyes, y volver al siglo XIII, sin ningún organismo externo que controlase la ley británica.
El SPD se desmorona en Alemania. ¿Va a morir la vieja socialdemocracia?
No se va a recuperar volviendo al pasado. Tendrá una oportunidad si comienza a adoptar políticas verdes y consigue movilizar a los jóvenes que sienten entusiasmo por proteger el medioambiente y luchar contra el cambio climático.
El libro es agridulce.
Es fácil tener una visión pesimista tras el auge de la extrema derecha, las amenezas de Rusia, los Estados Unidos de Trump o China. Pero también es posible adoptar una visión optimista y realista. Si se mira atrás, se ha avanzado muchísimo. Es esencial que Europa se mantenga unida, porque no hay ningún Estado nación que pueda enfrentarse solo a ciertas amenazas externas. Nos necesitamos. Y de esa necesidad puede surgir un futuro más luminoso.