Surrealismo y diseño, retrato de una fructífera obsesión
Caixaforum Barcelona explora la influencia de artistas como Dalí, Duchamp y Man Ray en el trabajo de los diseñadores
![Vista de la una de las salas de la exposición «Objetos de deseo»](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2020/02/28/caixa1-U83068068055XEP-1248x698@abc.jpg)
«¿Dónde está la frontera entre diseño y arte?», se pregunta el comisario y director del Vitra Museum, Mateo Kries, mientras a sus pies los muros se vienen abajo, las barreras se esfuman como por arte de ensalmo y los diques adquieren la textura gomosa y fofa de los relojes blandos de Dalí. Así que, ¿dónde está la frontera? Porque aquí, en la sala 3 de Caixaforum Barcelona y entre los más de 280 objetos expuestos, seguro que no. «En realidad no queremos responder a la pregunta, ya que las obras más interesantes seguramente surgen en la zona gris», añade Kries.
A su alrededor, esa zona gris absorbe obras de Duchamp, Dalí, Man Ray, Magritte, Miró, Le Corbusier, Lee MIller y de Chirico, entre otros, para ilustrar cómo el virus del surrealismo acabó infectando el diseño y lo hizo mutar en piezas tan rotundas y vistosas como la mesa de cristal con ruedas de bicicleta que Gae Aulenti diseñó en 1993 o la descomunal lámpara-caballo ideada por Front Design en 2006 y que preside ahora una de las salas de la exposición «Objetos de deseo: surrealismo y diseño 1924-2020».
Inconsciente y emociones
«El surrealismo le enseñó a los diseñadores que no son únicamente proveedores de servicios y que el objeto diseñado puede tener una relación muy estrecha con el inconsciente y con nuestras emociones», explica Kries a la hora de contextualizar una muestra en la que peso no recae en los grandes genios surrealistas, sino en el alcance de su influencia.
![La muestra exhibe piezas de Man Ray y Dalí, entre otros](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2020/02/28/caixa2-U31513157328hJp-510x349@abc.jpg)
Uno de los ejemplos más evidentes está en la línea directa que se establece entre el videoclip de «Hidden Place», de Björk, y las célebres composiciones fotográficas de Man Ray, pero Kries escoge otra obra que, asegura, condensa como pocas el espíritu de la exposición. Esto es: el rincón dedicado a todas las mutaciones que sufrió el sofá en forma de labios de Dalí. «Lo interesante es analizar las tres etapas y cómo pasamos del collage de Dalí «Rostro de Mae West (utilizable como apartamento surrealista)» al diseño real de madera que hizo Dalí para el coleccionista británico Edward James y de ahí a la producción industrial al sofá de terciopelo que hicieron en los setenta los italianos Studio 65», ilustra.
«Se han visto exposiciones sobre artistas surrealistas que creaban objetos cotidianos, pero estos objetos eran vistos como obras de arte. Sin embargo, también hay muchos diseñadores que se han inspirado y creado objetos a partir de las ideas y estrategias del surrealismo», añade Kries. Ahí están, por ejemplo, la tetera hecha con el cráneo de un cerdo de Wieki Somers, los vestidos que la japonesa Rei Kawakubo presentó en la pasarela de París de 2007, la silla en forma de mano diseñada por Pedro Friedeberg, los platos de pared de Piero Fornasetti, o el sombrero con manzana que Robert Matta realizó en homenaje a Magritte . Una renovación estética de largo recorrido que nació de la rebelión y confrontación con los rigores de principios del siglo XX.
![La exposición reúne más de 280 piezas y obras de arte](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2020/02/28/caixa3-U13866635757ZzO-510x349@abc.jpg)
«Los diseñadores se empezaron a rebelar contra la rigidez de la Bauhaus y el racionalismo, dominantes en esa época, y cuando buscaban alternativas el surrealismo se convirtió en una fuente de referencia. Los objetos, decían, son algo más que su función práctica», explica. También son lo que no son. O lo que parecen. «Una de las piezas más significativas de la exposición es «Esto es un trozo de queso», de Magritte, porque incorpora todas las estrategias de los surrealistas cuando miraban los objetos cotidianos. Es una pintura pequeña con una estructura de de madera que representa un trozo de queso. Se llama «Esto es un trozo de queso», pero no lo es: sencillamente es una pintura de un trozo de queso. Y aquí está todo lo que quiero explicar», subraya el comisario a propósito de la «incerteza» surrealista y de su capacidad para romper la conexión entre significado y significante.
He aquí, de nuevo, esa zona gris que se nutre de emociones fluidas y que se completa en Barcelona con un óleo de Dalí procedente del museo de Figueres y con un Miró de la colección La Caixa
La exposición, que podrá verse hasta el 7 de junio, viajará después a Madrid, Sevilla y Palma.