París saca a relucir al Rodin más erótico para celebrar San Valentín
Este 14 de febrero, en el Museo Rodin de la capital francesa, tiene lugar una «Soirée Love» (Velada amorosa), consagrada a «celebrar», hasta la medianoche, los dibujos, la escultura y los escritos muy íntimos de uno de los grandes patriarcas de la escultura moderna
París celebra San Valentín en el Museo Rodin con una «Soirée Love» (Velada amorosa), consagrada a «celebrar», hasta la medianoche, los dibujos, la escultura y los escritos muy íntimos de uno de los grandes patriarcas de la escultura moderna, Auguste Rodin (1840-1917), consagrados al erotismo más carnal.
La huella erótica en la obra de Rodin es bien conocida y está razonablemente bien estudiada, desde muy pronto.
El mismo museo ha consagrado sucesivas exposiciones temáticas a ese tema central en la obra del creador. La idea de «celebrar» San Valentín volviendo a esa faceta mucho más que íntima de Rodin pretende ser un acontecimiento destinado al gran público nacional e internacional de paso por París.
La velada erótico/amorosa que propone el Museo Rodin comienza, claro está, con « El beso », una escultura de gran formato, conocida, apreciada y siempre admirada.
Tras esa introducción, la celebración de San Valentín continuará glosando, a través del recuerdo, las obras sensuales directa o indirectamente relacionadas con el gran amor mejor conocido de Rodin, Camille Claudel . Los dos grandes artistas tuvieron una relación sentimental y sensual muy profunda.
Se suele afirmar que « La Eterna Primavera » de Rodin está «inspirada» en su relación pasional con Camille Claudel, a quien consagró otras obras de importancia diversa, siempre relacionadas con la revelación, admiración y exaltación de la intimidad femenina. La relación Claudel/Rodin terminó mal, con varias tragedias , devastadoras, para ella.
Los detalles turbadores
Camille Claudel amó apasionadamente a Rodin, tuvo varios hijos suyos y le pidió ser su esposa, contrayendo matrimonio. Rodin se comportó con una ligereza canallesca: no reconoció a sus hijos , no quiso contraer matrimonio, alejándose de su amante en unos términos trágicos y devastadores para ella.
El Museo Rodin no «entrará» en tan turbadores detalles , claro está. Pero esas huellas, inconfesables, están presentes para el visitante que desee ir más allá de la mera contemplación pasajera.
Prólogos tan enjundiosos servirán de introducción al resto y profuso legado erótico de Rodin , no solo escultórico. Entre 1890 y 1910, cuando menos, el artista consagró una parte considerable de su trabajo, como dibujante, a glosar la figura y la intimidad femenina en sus detalles y posiciones más turbadoras.
Rodin no solo fue un escultor erótico, claro está. Pero esa dimensión tiene una importancia seminal en el resto de su obra.
Los dibujos muy íntimos , y desconocidos, durante muchas décadas, no solo son «eróticos»: también iluminan una fascinación «geométrica» por el « origen del mundo » que también fascinó a Courbet. Y la sucesión de torsos y cuerpos desnudos tienen mucho de «prólogo» a la desaparición de la figura humana en la escultura abstracta que vendría mucho más tarde, con Henry Moore , entre otros. Así, la dimensión oportunista y publicitaria de la «celebración» de San Valentín también será un buen momento para revisar una de las matrices más fecundas de la escultura contemporánea.
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