Mantegna y Bellini: amigos, rivales y cuñados, cara a cara
La National Gallery de Londres confronta por vez primera el trabajo de estos dos genios del Quattrocento
Apenas 40 kilómetros separan Padua y Venecia, donde se formaron dos de los maestros más influyentes del Renacimiento : Andrea Mantegna y Giovanni Bellini . Fueron colegas, amigos, cuñados, pero también rivales a los que les estimulaba retarse. Compitieron, midiéndose durante casi seis décadas y sacando uno lo mejor del otro. Pero, ¿quién ganó ese «combate» artístico? Se admiraron y respetaron, y abordaron temas comunes. Podría parecer plagio, ahora tan de moda, por parte de Bellini, que seguía los pasos de Mantegna, pero nunca fue una mera imitación. Cada cual siguió su camino con un sello único.
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Quinientos años después, vuelven a encontrarse en una espléndida exposición en la National Gallery de Londres, que aborda la compleja y fructífera relación entre los dos genios del Quattrocento , que permanecerá abierta del 1 de octubre al 27 de enero. Ha sido coproducida junto con los Museos Estatales de Berlín , adonde la muestra viajará el próximo año, con la colaboración del British Museum , que ha cedido 18 obras, entre ellas el cuaderno de dibujos de Jacopo Bellini, una joya que nunca presta y que abre la muestra. Solo se conservan dos cuadernos: el otro está en el Louvre . Por separado, ya tuvieron en 2008 magnas exposiciones en el Louvre (Mantegna) y en las Galerías del Quirinale de Roma (Bellini), pero es la primera vez que se confrontan los cuñados, cara a cara, a través de 85 obras.
Humanidad y emoción
Probablemente, Andrea y Giovanni se conocieron en el taller de Jacopo Bellini en Venecia, que, junto con el escultor florentino Donatello , fueron una influencia decisiva en el trabajo de ambos. Padre de Giovanni y de Gentile, Jacopo dirigía el taller artístico más importante de la ciudad. Allí se fraguaría la relación entre Mantegna y Nicolosia, hermana de Giovanni, convirtiendo a los dos jóvenes pintores en cuñados. Pero, ¿se retroalimentaron mutuamente? «Mantegna era mayor y más adelantado, en todos los sentidos. Giovanni Bellini le tuvo gran respeto y aprendió mucho de él. Mantegna supo introducir cierta humanidad y emoción en su propia pintura de devoción y el ejemplo de Giovanni fue clave», explica a ABC Gabriele Finaldi , director de la National Gallery.
Durante siete años (de 1453, año en que Mantegna se casa con Nicolosia Bellini, a 1460, cuando el joven matrimonio parte hacia Mantua, adonde Andrea llega como pintor de Corte de los Gonzaga), la relación entre ambos fue especialmente intensa, aunque duraría toda la vida. ¿Hubo más respeto y admiración o rivalidad y competición entre los cuñados? «En cierto sentido, Giovanni tuvo que emanciparse de Mantegna para convertirse en “Giovanni Bellini”», dice Finaldi. ¿Quién fue más revolucionario? Mantegna, más intelectual, tenía un gran dominio de la perspectiva y revivió el mundo clásico. Bellini creó un nuevo arte que deslumbró por su belleza. Gran innovador del paisaje, la luz y el color , fue el primer artista que utilizó la naturaleza para transmitir emociones. «A Mantegna se le admiraba por su amplio conocimiento del mundo clásico, erudición y pasión por la perspectiva -añade Finaldi-. El padre de Rafael, Giovanni Santi, lo describió como “el sucesor resplandeciente y sin igual de los antiguos”. Bellini aporta una sensibilidad especial a la luz natural, a la belleza del paisaje. Boschini, un siglo después de su muerte, dice que trajo una nueva primavera al mundo. Mantegna aporta una visión analítica y precisa del mundo; Bellini es luz, poesía y emoción humana».
Éste reprodujo composiciones casi idénticas de Mantegna. Por qué lo hizo es un misterio. Seguramente, fue una manera de aprender del maestro de Padua. La exposición se centra en los momentos clave en la relación artística entre ambos artistas. Por un lado, se exhiben las dos versiones de « La presentación en el templo »: la de Mantegna, préstamo de Berlín; la de Bellini, procedente de Venecia. Hay sutiles diferencias: los colores son más vivos en Bellini, más pétreos en Mantegna. En el primero, las expresiones son menos violentas. Los dos se autorretrataron a la derecha de sus respectivos cuadros. Mantegna incluye dos figuras menos, pero las acerca más. Encierra a los personajes en un marco, algunos portan un halo. En Bellini el marco y los halos desaparecen. Por otro lado, « La oración en el Huerto ». Las versiones de ambos artistas llevan más de un siglo juntas en la National Gallery de Londres. Y también lo están en la muestra. La obra de Mantegna está más elaborada, con detalles minuciosos inspirados en la Antigüedad.
Pero hay más temas comunes: se miden en sendos San Jerónimos , en dos impresionantes Crucifixiones cedidas por el Louvre (la de Mantegna no había salido nunca de Francia), en maravillosos retratos o en iconografías como el descendimiento de Cristo al Limbo o las Madonnas con Niño . En este último, Bellini supera a Mantegna... y a cualquier otro artista. Es uno de sus motivos pictóricos más característicos. En la exposición hay ejemplos bellísimos. Especialmente sobrecogedora es la sala dedicada a la Piedad o Cristo muerto sostenido por ángeles. Destacan un dibujo de gran tamaño de Bellini cedido por los Uffizi y una « Lamentación de Cristo muerto con San Marcos y San Nicolás de Bari », del Palacio Ducal de Venecia.
¿Hay mucha confusión en la autoría de los trabajos de Mantegna y Bellini? «El corpus de pintura de Mantegna es más definido y estable que el de Bellini, quien pintó mucho más que su cuñado. En cambio, hay cierta dificultad todavía en la separación de sus respectivos corpus de dibujos, sobre todo en sus etapas tempranas», puntualiza Finaldi. Los intentos por catalogar los dibujos de uno y otro se han frustrado por falta de documentación. « Judit y Abra » es el único firmado y fechado por Mantegna. En el caso de Bellini, no lo está ninguno. La muestra reúne un buen puñado de ellos.
La Reina de Inglaterra ha cedido tres de las nueve monumentales obras de la serie « Los triunfos de César », que Mantegna pintó entre 1486 y 1506. Fueron las únicas pinturas de Carlos I de Inglaterra que no se vendieron en la gran almoneda celebrada tras su muerte en 1649. Pese a la restricción de préstamos por el bicentenario del Prado, ha viajado « El Tránsito de la Virgen » de Mantegna. Finaldi lo considera «un gesto de gran amistad». Eugenio d’Ors dijo que, si ardiera el Museo del Prado , ésta es la obra que habría que salvar.
Se presentan, restauradas, dos importantes obras de Bellini: « El asesinato de San Pedro Mártir », de la National Gallery de Londres, y « La embriaguez de Noé », del Museo de Bellas Artes y Arqueología de Besançon. Se cree que es su última obra. Hay quien ve en ese anciano huesudo, ebrio y dormido al propio Bellini. Junto a él cuelga « El festín de los dioses », que Bellini no acabó. Lo hicieron Tiziano y Dosso Dossi. No faltan obras inéditas, como un dibujo de Mantegna de una colección particular.
Hijo de un carpintero
Andrea Mantegna, hijo de un carpintero, fue un artista hecho a sí mismo. Nació hacia 1430-31 en Isola di Carturo, cerca de Padua. Se formó en el taller de Francesco Squarcione, de quien llegó a ser su ahijado. Anticipó el Barroco con la integración de los espacios pictóricos y arquitectónicos. Protegido por la familia Gonzaga , fue nombrado conde palatino. Recibió encargos del Papa Inocencio VIII e Isabella d’Este, esposa de Francesco Gonzaga y gran mecenas. En una inscripción incluida en su «San Sebastián», Mantegna escribió: «Nada se mantiene estable, salvo lo divino. Todo lo demás es humo». Murió en 1506.
La vida de Giovanni Bellini, llamado Il Giambellino , resulta más difícil de reconstruir que la de Mantegna. En parte, porque éste era un asiduo a los tribunales. Hombre de un carácter difícil , solía presentar muchas demandas judiciales, de las que hay constancia documental. Los especialistas no se ponen de acuerdo en la fecha de nacimiento de Giovanni Bellini. Unos la sitúan hacia 1430-31; otros, diez años después. La National Gallery de Londres se queda a medio camino y data su nacimiento hacia 1435. Murió diez años después que Mantegna, en 1516. Se cree que pudo ser hijo ilegítimo de Jacopo Bellini. Al igual que Mantegna, conoció el éxito en vida. Fue pintor oficial de la Señoría de Venecia y ayudó a su hermano Gentile a decorar la Sala del Gran Consejo del Palacio Ducal. Tuvo una gran influencia en pintores como Giorgione, Tiziano o Correggio.
No parecía muy cómodo Bellini con la comparación con su cuñado. De hecho, rechazó un encargo de Isabella d’Este por ese motivo. Para el noble veneciano Francesco Cornaro Mantegna pintó « La introducción del culto de Cibeles en Roma », pero murió antes de acabarlo. Cornaro encargó a Bellini otra obra en la que en cierta forma acabara el trabajo de Mantegna. Esta vez sí aceptó. Quizás, porque el maestro había muerto. Pintó « La continencia de Publio Cornelio Escipión ». Ambas pinturas, cuyas figuras parecen esculpidas, cuelgan juntas. Un ya anciano Bellini se mide por última vez con su cuñado, a quien rinde un emocionante tributo póstumo.