La Fundación Santander ofrece un recorrido virtual por su nueva exposición
La muestra propone un viaje por la colección artística de Erling Kagge, explorador, escritor, coleccionista y empresario, entre otras cosas
![Erling Kagge, fotografiado con una de sus obras](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2020/05/19/erling-kagge-kFi--1248x698@abc.jpg)
La última exposición de la Fundación Santander, «My Cartography. The Erling Kagge Collection», se ha adaptado a estos tiempos extraños y ahora puede disfrutarse desde casa a través de este enlace . También ofrecen el catálogo de la exposición en pdf de manera gratuita.
La muestra propone un recorrido por la colección artística de Erling Kagge , explorador, escritor, coleccionista y empresario, entre otras cosas. La primera vez que vio una obra de arte contemporáneo fue a los trece años, era una obra de Richard Long , un círculo de piedras grises como las que había en su barrio: «Pensé que no podía ser más patético… Nos sentimos superiores a Richard Long, pero al cabo de unos años empecé a darme cuenta de que había algo más». Fue ahí donde comenzó a interesarle el arte a Kagge. Desde 1995 compró una o dos obras al año: «Tenía la idea romántica de formarme un ojo perfecto, pero fui aprendiendo a coleccionar también con los oídos y con la nariz».
El asombro es lo que mueve a Kagge y lo que marca el espíritu de esta colección en «My Cartography». Esta idea del asombro la podemos ver en la distribución de los artistas por salas, donde cada espacio plantea la huella de un camino que se nos abre y muestra, como las coordenadas de un mapa que fueran desentrañando el sendero que el espectador toma desde que entra a la exposición con las luces de Jorge Pardo bajo el título de la muestra.
Vamos a ver sucederse grandes artistas contemporáneos como Darren Almond con obras como «Take me Home» (2005), Diane Arbus, Tauba Auerbach, Ian Cheng, Anne Collier, Eliza Douglas con «Nothing but fog» (2017) o «The Promise» (2018), junto al aclamado artista Olafur Eliasson, presente con varias de sus obras, entre ellas «Striped Eye Lamp» (2005).
Nos encontraremos con Urs Fischer y su obra «Noisette» (2009), una lengua que entra y sale de un muro y nos lleva a una realidad más sensitiva y voluble, donde todo parece ir y venir; con una sala dedicada a Jim Lambie , que transforma el suelo en una psicodélica instalación óptica con cinta de vinilo; un reading room «decorado» con obras de Klara Lidén como «Untitled (trashcan)» (2013), «Lamp» (2012) o «Untitled bench» (2011), o la sala con los vídeos de «simulación en vivo» del artista Ian Cheng donde la inteligencia artificial y los algoritmos provocan mutaciones constantes de la obra.
Algo totalmente distinto al perro que nos mira con rabia de Daido Moriyama, «Misawa» (1971), o los guiños sarcásticos presentes en el universo de Raymond Pettibon, el artista más representado en la muestra con catorce obras a lápiz y tinta. No pueden faltar Richard Prince o Matthew Ritchie, o la fotografía de Torbjøn Rødland, el artista noruego afincado en Los Ángeles que nos induce a una meditación del mundo que nos rodea, o la también noruega Vibeke Tandberg con sus escenas cotidianas o el espíritu lúdico y cálida atmósfera de Wolfgang Tillmans .
En la colección de Erling Kagge encontramos a cada paso pinturas de planteamiento acusadamente actual y también específicamente femenino. Así, Jana Euler tematiza —no sin humor, y de una manera tremendamente gráfica— la masculinidad como motivo de gran potencial pictórico. «Lo que persigue Kagge es la magia, lo inesperado y distinto en el día a día; de ahí que sea un auténtico placer seguirlo en sus descubrimientos», afirma Curiger, como sucede con Sergej Jensen , que nos hace sentir la poesía pictórica y el enorme potencial que subyace en un tejido humilde.
También en la escultura se suceden los más sorprendentes replanteamientos. Lothar Hempel reviste de colores primarios —amarillo, rojo y azul— a una llamativa musa con guitarra, encima de un pedestal. En la escultura de suelo de Mark Handforth , una chapa plegada logra efectos seductoramente ambiguos con sus irisaciones nacaradas. El iceberg al que hace referencia el título también podría interpretarse como una cortina que se yergue y nos cierra el paso. Y, para terminar, el humor del escultor y dibujante alemán Peter Wächtler, o el austriaco Franz West, fallecido en 2012, uno de los grandes artistas bufones de la posguerra, con su instalación de Rolls-Royce, «Untitled» (2007).
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