El bono cultural genera dudas en la industria del videojuego: ¿irá el dinero a las multinacionales?
Las grandes patronales celebrarían la inclusión, pero destacan que todavía quedan muchas dudas por resolver
El Gobierno creará un bono cultural de 400 euros para los jóvenes que cumplan 18 años
Bono cultural joven europeo: de la popularidad en Italia al apoyo de la iniciativa privada en Francia
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El nuevo bono anunciado ayer por el Gobierno, que permitirá a los jóvenes que cumplan 18 años en 2022 disponer de 400 euros para gastar en cultura, podría incluir al videojuego, aunque, según explican desde el Ministerio de Cultura a ABC, por el momento no es seguro que esto ocurra. En caso de que, finalmente, fuese así, las patronales nacionales que engloban a los estudios de desarrollo lo valorarían de forma positiva. Sin embargo, tienen puntos de vista diferentes sobre los títulos que debería ser posible adquirir con el dinero.
Antonio Fernández, secretario general de DEV (Desarrollo Español de Videojuegos), asociación que agrupa a estudios y empresas en su mayoría nacionales y de tamaño mediano, explica en conversación con este diario que aún quedan muchas dudas por resolver sobre esta medida, a la que calificaría «de forma muy favorable» siempre y cuando esté destinada «a apoyar a las industrias que han salido más desfavorecidas por la pandemia».
«Las ayudas al videojuego tienen que estar concretamente dirigidas a favorecer el consumo de videojuego español y europeo. No a las multinacionales a las que les ha ido estupendamente bien durante la pandemia», expresa Fernández. «Si no se limita los chavales se van a poner a comprar los videojuegos de las grandes multinacionales, los que resultan más atractivos. Lo que haremos en ese caso es hinchar el consumo internacional frente a la producción nacional que es más modesta», zanja el secretario general de DEV.
En España, actualmente, 16 millones de personas machacan botones con los ojos fijos en la pantalla . La industria, además, movió más de 1.700 millones de euros durante 2020, lo que convierte a nuestro país en la novena potencia mundial en consumo de este tipo de entretenimiento cultural. Sin embargo, muy poco de ese dinero revierte en los creadores nacionales.
Según el Libro Blanco del Videojuego 2020 , publicado por DEV hace unos meses, nuestro país cuenta, actualmente, con 655 estudios en activo, de los que 415 están constituidos como empresas u otras formas jurídicas. Sin embargo, la mayoría de ellos son jóvenes, de entre 2 y 10 años de antigüedad. En total, conforman el 66% del tejido productivo español, mientras que solo un 22% cuenta con más de diez años de actividad.
José María Moreno, secretario general de la Asociación Española del Videojuego ( AEVI ) -que agrupa, además de estudios españoles, a grandes multinacionales como Sony, Microsoft o Nintendo-, también valoraría de forma positiva la inclusión del videojuego en la medida. Pero no cree que se le deban poner barreras al consumidor : «Hay obras maestras en el ámbito del videojuego procedentes de cualquier parte del mundo. Me parece que, efectivamente, está bien promover la industria europea y la española; pero si la idea es que los usuarios tengan acceso a cultura, tendrá que ser de todas partes del mundo. Sería como decirle a la gente que fuese a un museo pero solo viese los cuadros de artistas españoles y europeos».
Moreno apunta, no obstante, que el bono cultura representaría «una gran oportunidad para promocionar el videojuego creado en España». También opina que la iniciativa podría ayudar a que cale la idea de que este tipo de entretenimiento, al final, es cultura : «Somos una industria cultural al mismo nivel que el cine y la música. Mucha gente no se da cuenta de que más allá de lo lúdico nos estamos convirtiendo en uno de los motores económicos del país. Quizá por el componente digital es más difícil que la gente comprenda esto».
A este respecto, cabe recordar que tanto AEVI como DEV llevan años intentando que el videojuego consiga unos incentivos fiscales similares a los que tienen actualmente en Epaña otras industrias culturales. Algo que existe en países de nuestro entorno, como Francia, donde hay una deducción del 30% del gasto de producción para estudios desde hace diez años.
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