Los Reyes debaten en la RAE sobre los «influencers» y el «sorpasso»
Don Felipe y Doña Letizia participaron activamente en el pleno de la Academia, donde no dio tiempo a hablar de «youtubers», como estaba previsto

Los plenos de la Real Academia Española (RAE) comienzan siempre en latín, con la lectura de las preces, y el de ayer no fue una excepción: la liturgia es la liturgia, aunque los Reyes presidan por tercera vez tan ilustre junta. Don Felipe y Doña Letizia , eso sí, modificaron un poco el rígido guion (sin tilde) de la institución: antes de sentarse y cerrar la puerta del salón (la lengua es de todos, pero los plenos no), los académicos posaron para la foto de familia en las escaleras del vestíbulo.
¿Qué pasó allí dentro? Muchas cosas: noticias y palabras, por resumir la hora exacta que duró el sarao. En el célebre turno de papeletas, dedicado al análisis y debate sobre nuevas incorporaciones o modificaciones de las entradas del Diccionario, se abordó el tan cacareado término «influencer». Por lo que ha podido saber ABC, fue un debate animado en el que los Reyes participaron activamente, pidiendo el turno para expresar su opinión. «Se han comportado como académicos de número», asegura uno de los presentes. «Ha sido una sesión muy feliz», resume otro.
La discusión sobre « influencer » duró bastante, sobre todo por los problemas que plantea su pronunciación: si se entiende que se dice la «c» a la inglesa, se tendría que escribir en cursiva; si se castellanizara el fonema, en cambio, esto no haría falta... Con estas disquisiciones se quedó otro anglicismo similar que estaba en el orden del día, « youtuber », pero sí dio tiempo hablar sobre el ya añejo « sorpasso ».
«La verdad es que ha sido muy divertido, aunque con la solemnidad del acto», confiesa Santiago Muñoz Machado , director de la RAE. ¿Y cómo ha visto a los Reyes? «Han participado muy activamente, nos han anunciado que quieren estar con más frecuencia aquí», añade.
¿Y el veredicto? Ninguno. Las palabras se devolvieron a la nevera por falta de acuerdo («generan muchas dudas»), y por la necesidad de ver si siguen siendo de uso extendido cuando pase el tiempo. Ya se sabe: las cosas de palacio...
Antes de adentrarse en ese maravilloso mundo de palabras, Muñoz Machado expuso a los Reyes cuáles son los objetivos más próximos de la Academia, la mayoría relacionados con las nuevas tecnologías, punta de lanza de su mandato. Así, anunció la creación de un nuevo Diccionario académico digital , que verá la luz en 2026. La «deadline» (este palabro no se mencionó) no es baladí: ese año se cumplirán tres siglos del lanzamiento del primer Diccionario, que entonces tenía el apellido «de Autoridades».
También aprovechó la ocasión para exponer su novedoso proyecto de inteligencia artificial. «Queremos que las máquinas hablen buen español», resumió ante la mirada de Don Felipe y Doña Letizia.
Y dejando a un lado la tecnología, también se habló de lo tangible, lo analógico. Para empezar, un congreso. En concreto, el próximo Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), que tendrá lugar en Sevilla, del 4 al 8 de noviembre de 2019, y que será clausurado por los Reyes.
Y para seguir, libros. Cuatro académicos presentaron sus últimas publicaciones. A saber: «Como al león por sus garras», de José Manuel Sánchez Ron; «Mitos y utopías del Descubrimiento. III. El Dorado», de Juan Gil; «Lengua, posverdad y corrección política», de Darío Villanueva, y «El diálogo de las lenguas y Miguel de Cervantes», de Aurora Egido. Pero el libro que se llevaron a casa los Reyes no fue ninguno de esos. Pescaron un clásico: «Rayuela», el último título editado por la Asale, una joya de edición que enriquece el enrevesado texto de Cortázar con un buen puñado de sesudos estudios sobre este artefacto literario. Dice Muñoz Machado que se divirtieron mucho explicándoselo. Quién sabe, quizás terminaron hablando en «glíglico» y el pleno fue trilingüe.
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