Pérez-Reverte carga contra «la nueva Inquisición» de la perspectiva de género por su retirada de cuentos
El popular escritor se mete en «un jardín» por una razón: «Defensa propia. Desde hace treinta años escribo novelas que se leen en algunos lugares del mundo, y no me apetece que un coro de cantamañanas demagogos me diga cómo debo hacer mi trabajo»
El popular escritor Arturo Pérez-Reverte se mete en «un jardín» con su última columna en un acto que denomina de «defensa propia» puesto que ataca a «la nueva Inquisición» de la perspectiva de género cuya última acción ha sido la de retirar cuentos infantiles de las bibliotecas, según cuenta, puesto que son perniciosos para la infancia.
El autor de «El capitán Alatriste» empieza muy duro su tribuna: « No recuerdo quién dijo que el siglo XXI va a ser el siglo de los imbéciles . A lo mejor fui quien lo dijo, o lo escribió. No me acuerdo. Pero lo dijera quien lo dijese, asombra la cantidad de gente empeñada en confirmarlo personalmente. Tecleas imbécil en Google, pulsas la tecla intro y sale su foto. Sonriendo, encima. Felices de haberse conocido. Es como una carrera desaforada hacia el disparate; una búsqueda constante del más difícil todavía donde hemos perdido cualquier freno de sentido común».
El meollo de la cuestión es detonado en este párrafo: «La última imbecilidad –la penúltima, supongo, a estas alturas– es la de esos colegios, cada vez más, en los que se retiran cuentos infantiles de las bibliotecas : Caperucita Roja, La Cenicienta, Blancanieves, Los tres cerditos –imaginen, aun peor, que se llamara Las tres cerditas–, El soldadito de plomo –no es bueno que los niños mitifiquen a un soldado– y otros títulos conocidos. Pues resulta, según análisis de quienes viven de eso, que tres de cada diez son tóxicos y transmisores de patrones sexistas , y sólo uno entre diez está escrito con perspectiva de género».
Y, a continuación, Pérez-Reverte explica qué le ha llevado a escribir sobre esto. «Dirán ustedes que por qué me meto en este jardín. Qué necesidad tengo de que luego alguna talibán de género y génera y quienes intentan congraciarse con ella me llamen machista y fascista . Y la respuesta es sencilla: lo hago en defensa propia. Desde hace treinta años escribo novelas que se leen en algunos lugares del mundo, y no me apetece que un coro de cantamañanas demagogos me diga cómo debo hacer mi trabajo. Y supongo que a mis lectores no les apetece tampoco».
Pero la columna tiene mucha más miga y arte porque el autor desmenuza sintéticamente qué le enseñó del género femenino la lectura de «Los tres mosqueteros» o cómicamente relta el mito de Santa Georgina.
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