El Ministerio de Cultura, una apuesta desperdiciada

Cuando se cumple un año y medio del Gobierno de Sánchez, el balance de cómo se dio prioridad al sector con una cartera propia arroja más sombras que luces

Ilustración basada en la fotografía de Guirao prometiendo el cargo de ministro en junio de 2018
Jesús García Calero

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Los ministerios, como los ministros, van y vienen. La llegada de Pedro Sánchez al poder en junio de 2018 trajo una de las más esperadas reivindicaciones del sector cultural, atendida por el PSOE: volvió a separarse el Ministerio de Cultura del de Educación. De hecho tuvo que nombrar dos ministros por la dimisión de Màxim Huerta a los 6 días. Se cumple un año y medio de la medida y llega la hora de hacer balance. ¿Ha demostrado el Gobierno que la Cultura era prioritaria por el hecho de separar las carteras? No lo parece. ¿Ha supuesto un cambio relevante? Aquí, división de opiniones. Para unos, «algo ha mejorado pero queda mucho que mejorar». Para otros, «ha sido un ministerio irrelevante». Entremos en detalles.

Ciertamente, la inestabilidad política obliga a tener en cuenta cierta sensación de interinidad a la que el equipo de Cultura no ha sabido sobreponerse . Pero es que «la cultura no tiene la culpa», dicen en el sector, que celebra tener un ministro del ramo, y que valora el buen talante y la interlocución con Guirao, pero echa en falta decisiones, proyectos, actividad y cierto riesgo que hubiera ayudado a romper la inercia.

«Hace falta valentía, saber que la cultura debía ser excepcional, que los planes culturales hacen vertebradora la cultura -dice un muy relevante gestor cultural español-. Para sobreponerse a esta legislatura en la que todo parecía corto e incierto, en la que daba vértigo poner en marcha proyectos, había que cambiar el chip, buscar otras vías, incluso acuerdos con Comunidades Autónomas».

ABC ha hablado con diferentes protagonistas del mundo de la cultura -con y sin cargo- y con creadores de los diferentes ámbitos, quienes, en ocasiones bajo condición de no revelar su identidad, han sentido una mayor libertad para expresar las luces y sombras del mandato de Guirao.

Descabezado

Para empezar, ven el Ministerio descabezado. A la maquinaria le faltan piezas importantes desde hace meses . El subsecretario y número 2 del Departamento, Javier García Fernández, fue obligado a jubilarse a los 70 años en septiembre pasado después de un tira y afloja de meses y no se le ha buscado sustituto. La directora general del Libro, Olvido García Valdés , dejó el cargo el pasado mes de octubre por «causas personales» después de una gestión muy contestada y de mantener una tensión innecesaria con el sector. La directora general de Industrias Culturales, Adriana Moscoso, se ha inhibido de uno de los temas candentes, el de la SGAE , debido a que es exempleada de la entidad.

A ello se suma que el presidente de Acción Cultural Española (ACE), Ibán García del Blanco , pasó a ser eurodiputado y no se ha nombrado sustituto. La reflexión de un alto cargo es: «Para que funcione un ministerio hace falta maquinaria administrativa y este tiene averiadas piezas importantes».

El libro lo celebra

El sector del libro es estratégico para España, con 3.000 millones de euros de facturación en comercio interior y gran relevancia exterior. A la Federación de Gremios de Editores, la visibilidad del ministerio les parece esencial. Están «satisfechos por su existencia, un hecho que no siempre se ha dado en el Gobierno de nuestro país». Destacan la existencia de la Dirección General del Libro (vacante) y reconocen en un comunicado oficial «el acercamiento y la disposición al diálogo que ha tenido el ministro Guirao».

Critican la situación de inestabilidad política que impide alcanzar algo estratégico: un Pacto de Estado por la lectura y el libro. «Confiamos en que se consiga estabilidad y que el nuevo Gobierno se comprometa con el sector y se pongan en marcha ayudas que puedan considerarse importantes para el desarrollo de la lectura y el sector del libro».

Pero en tono confidencial reconocen que la directora general -a la que no citaban en el comunicado- les hizo daño con la retirada del Sello de Calidad («nos tuvimos que ir con ACE» ) y lo que es peor, que no se han ejecutado los 3 millones del Plan de Lectura en compra de libros. Eran iniciativas del PP muy favorables. Este punto, en un contexto de presupuestos prorrogados, cobra especial gravedad y el cierre del Plan supuso la caída de otros 3 millones previstos por las Comunidades Autónomas . «Otras cosas de menos glamour, como la transposición de Directivas de la UE, las han hecho bien. En Bruselas ha ido mejor porque había Ministerio, eso sin duda. Pero la gestión aquí no ha sido la mejor del mundo ».

Y el Gremio de Libreros también ve luces y sombras. Entre las primeras sobre todo «la propuesta lanzada por el Ministro de un Pacto de Estado por la lectura. También la puesta en valor del papel de los autores, traductores e ilustradores, cosa que tenemos muy en cuenta». Como sombras, «haber confrontado lo público y lo privado en las políticas hacia el libro» , y «no haber entendido el valor estratégico y a largo plazo del sello Librerías de Calidad en la mejora de las librerías en España».

SGAE, la Tormenta

La crisis de la SGAE la ha heredado Guirao en su momento álgido. En declaraciones siempre se ha mostrado riguroso y ha tratado de imponer el cambio de estatutos que ordena la ley. Pero la sucesión de requerimientos incumplidos total o parcialmente por SGAE en las dos últimas presidencias, así como el fracaso de todas las iniciativas judiciales para frenar la rebelión a bordo con el Ministerio que debe tutelar la gestión de derechos de autor -sumado a la directora generalmente inhibida Moscoso-, han dado una imagen de falta de autoridad constante . Hay quien valora mucho también en esto la constancia y el talante ministerial. Pero SGAE abusa de la paciencia, no cumple plazos ni para la entrega de actas y ha arrastrado la imagen de los autores por el fango. ¿Hizo Guirao todo lo que estaba en su mano?

El INAEM pierde el paso

Guirao tomó en su primer día de ministro de Cultura una decisión de calado: detener la proyectada fusión del Teatro Real con el de la Zarzuela . Ello dio visibilidad a la profunda crisis del INAEM, necesitado de una reforma profunda para agilizar la gestión y adecuarla a las actividades escénicas. Guirao se comprometió, pero lo único que acabó pareciendo urgente a la directora general, Amaya de Miguel, fue cambiar a los directores de las unidades.

Ayer mismo, ante la evidencia de que nada se ha logrado, el Ministerio volvía a asegurar que la reforma del INAEM será prioritaria... el año que viene . ¿Un poco tarde? Sí lo es para el flamante director de la Compañía Nacional de Danza, Joaquín de Luz, que estalló el pasado fin de semana en rueda de prensa: «En España no hay política cultural -dijo-. Creo que en estos meses de legislatura fallida no he oído la palabra “Cultura” ni una vez» .

Su intervención explosiva fue un repaso, que destacó la imposbilidad de gestionar hallada nada más sentarse en el puesto. «Un bailarín no es un funcionario», «tenemos un presupuesto para programación y giras de 1.700.000 euros al año; eso es lo que se gasta una compañía como el New York City Ballet solo en zapatillas de puntas», espetó. Y echó en falta la famosa Ley de Mecenazgo -otra prioridad prometida en 2018 devorada por la total afasia legislativa del Gobierno, más allá de los reales decretos, en funciones y antes de estar en funciones-.

La gestión del INAEM es tan precaria que el mes pasado cursaron una circular para que todas las unidades informen del atraso en los pagos de los artistas invitados , que no veran el dinero hasta… ¿febrero? Otro presupuesto y otra dilación para profesionales que merecen, al menos, una explicación que nadie ha dado. Faltan piezas esenciales de la maquinaria .

Premios (y polémicas) nacionales

Nadie ha podido aburrirse este año con los Premios Nacionales, reconocimientos bien dotados que el Ministerio señalan la excelencia de los creadores y que, aparte de no haber fallado casi un dardo en la diana ideológica este año , han suscitado polémicas gruesas como la de Cristina Morales, narradora antisistema que celebró desde una estancia becada por ACE en Cuba las hogueras en Barcelona, y dijo preferirlas a los días de comercios abiertos. Falta ver lo divertida que resultará la entrega.

Hernán Cortés

La vicepresidenta Carmen Calvo presentó el quinto centenario de Magallanes y Elcano con el historiador Álvarez Junco , sentado a su lado y desespañolizando la hazaña y también aportando amargura contemporánea a la conmemoración. Tal vez molestos por un dictamen de la Real Academia de Historia -solicitado por ABC- que c ertificaba lo documentada que está la naturaleza española de la empresa de la Circunnavegación.

Pero al pobre Hernán Cortés, que hace cinco siglos conquistó el imperio Azteca, ni lo han presentado como proyecto de homenaje. «En México es problemático», dijo Guirao al ser preguntado en rueda de prensa, palabras que comparte buena parte de la izquierda pero que no tienen sentido en boca de un ministro español. En las actuales negociaciones de Gobierno se intuye, según destacados académicos, que la conmemoración de Elcano y Cortés acabará siendo clandestina. «Será más divertido», dice una historiadora muy conocida.

Y resulta llamativa la derivada patrimonial de estos reparos históricos, mientras desde hace años se espera un proyecto ambicioso en el ámbito de la arqueología subacuática, despues de comprobar la pericia técnica de los científicos españoles en el caso de la fragata Mercedes y otros pecios. Pero el Ministerio lo deja claro: «No se va a plantear la excavación de un galeón como proyecto» . No sea que entusiasme al respetable descubrir la historia que guardan los viejos navíos de Indias.

Otros pendientes

El gran impulso de Carmen Calvo para arreglar el futuro de la Colección Carmen Thyssen quedó en suspenso, y es de suponer el desdén que mostrará la coalición con Podemos. La falta de afición de Guirao por los toros ha llevado al ejercicio inane de una competencia, bien aprovechada por otros partidos. El Archivo de Salamanca, que ya ha temblado en este año y va a estar de nuevo en el ojo del huracán con ERC poniendo las banderillas de la investidura (por no hablar del litigio por los bienes de la Franja en el MNAC).

En definitiva, el que estaba llamado a ser el Ministerio prioridad de la Cultura ha quedado en pura marginalidad. La política cultural que podría vertebrar España hoy ha sido desperdiciada . ¿Quién va a cuidar de lo que nos une entonces?

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