Erich Mielke, el temible arquitecto de la Stasi y su macabro sistema de vigilancia y opresión en la RDA
Dirigió con mano férrea un aparato de espionaje y delación que controlaba la vida de los ciudadanos. Aliado de Honecker y hombre de confianza de los soviéticos, tuvo que dimitir tras la caída del Muro de Berlín
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Su cara y su nombre no aparecían jamás en los medios de comunicación, pero Erich Mielke fue ministro de Seguridad y jefe de la Stasi , la policía política de la Alemania comunista, durante más de tres décadas, con cientos de miles de hombres bajo su mando .
Mielke desempeñó un papel esencial en la conspiración que colocó a Erich Honecker al frente del Partido Comunista de la RDA, desplazando a Walter Ulbricht en 1971. Como gesto de gratitud, Honecker le regaló una mansión en Wandlitz, le nombró miembro del Politburó y le reforzó al frente del aparato policial del Estado. Ambos dirigentes solían cazar juntos y compartían cenas con sus esposas habitualmente.
Cuando el régimen comunista se derrumbó en noviembre de 1989 , los dos tuvieron que dimitir . Primero, Honecker presentó su renuncia en favor de Egon Krenz. Y, semanas después, tras la caída del Muro, Mielke se vio obligado a dejar los cargos que llevaba ejerciendo desde 1957. Ya había perdido el control de la Stasi , cuyos hombres se negaron a actuar en las movilizaciones de octubre contra el régimen.
La temible Stasi que dirigía llegó a tener 85.000 agentes en nómina , a los que se sumaban cerca de 180.000 informantes que colaboraban en el espionaje y delación de los 16 millones de habitantes de la RDA. Cualquier comentario hostil, actitud sospechosa o vínculo con los disidentes era castigado con severas penas de cárcel.
Asesinatos y torturas
En la sede de Berlín, la Stasi llegó a almacena r millones de informes sobre los ciudadanos, elaborados a partir de las confidencias de los amigos, los compañeros de trabajo e incluso las esposas. Mielke manejaba el organismo con mano de hierro y no dudaba en decretar el asesinato y la tortura contra quienes consideraba enemigos de la RDA.
Había nacido en Berlín en 1907 en el seno de una familia socialdemócrata. Entró a mediados de los años 20 en el Partido Comunista. Desde 1928, trabajó como reportero del periódico «Rote Fahne» y en esa época decidió integrarse en la organización paramilitar de su formación política. Ello le llevó a participar en el asesinato de dos oficiales de la Policía en 1931, por lo que tuvo que huir de Alemania. Los nazis intentaron sin éxito atraparle para ajustar cuentas por ese crimen.
Tras pasar unos años en la Unión Sovética, fue destinado a España durante la Guerra Civil . Sirvió como comisario político en el Servicio de Información Militar de la República. No vaciló en colaborar en las purgas contra quienes eran tachados de anticomunismo. Al acabar la contienda, volvió a Moscú para ejercer un oscuro trabajo funcionarial.
Su suerte cambió tras ganarse la confianza del general Ivan Serov, jefe del KGB y amigo de Kruschev , que le envió a Berlín como alto funcionario del aparato policial de la recién creada RDA. En 1957, fue nombrado ministro de Seguridad y jefe de la Stasi . Tenía el respaldo de los soviéticos que tutelaban el régimen de Ulbricht, con el que nunca se entendió.
Mielke pasaba gran parte de su tiempo en sus habitaciones privadas del enorme complejo de la Stasi en la Normanstrasse, desde donde impartía sus órdenes. Tenía verdadero talento para la burocracia y para gestionar la inmensa organización que construyó. Hoy la sede de la Stasi es un museo que recuerda aquella infausta etapa.
En 1991, el todopoderoso ministro no fue juzgado por haber creado un reino del terror en la RDA, sino por los a sesinatos cometidos en 1931 . Dos años más tarde, fue finalmente condenado a seis años de cárcel, pero sólo cumplió la tercera parte de la pena por motivos de salud. Murió en Berlín en un hogar de ancianos al comenzar el nuevo siglo.
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