'Letras en Sevilla': el triunfo de la España que piensa
La sexta edición del ciclo coordinado por Arturo Pérez-Reverte y Jesús Vigorra propició un debate serio, despojado de obcecaciones y radicalismos
Al número tres de la plaza San Francisco, en Sevilla, han asistido políticos como Alfonso Guerra, Cayetana Álvarez de Toledo, Teresa Rodríguez, Carmen Calvo, Ana Pastor o Juan Carlos Monedero, también los historiadores Juan Pablo Fusi, José Enrique Ruiz-Domènec o Manuel Álvarez Tardío, también juristas como Santiago Muñoz Machado, director de la RAE, y los periodistas y escritores Laurence Debray, Sergio Vila-Sanjuán, Jesús García Calero , Ana Romero o Ignacio Peyró. A cada cual más distinto en sus opiniones y apreciaciones.
Todos estaban convocados para reflexionar sobre el enunciado ‘ ¿Monarquía o República? Un debate de tres siglos ’, la pregunta con la que la sexta edición del ciclo ‘Letras en Sevilla’, coordinado por el escritor Arturo Pérez-Reverte y el periodista Jesús Vigorra, generó un debate cuyo mayor acierto ha sido la pluralidad. En los doce coloquios del ciclo patrocinado por la Fundación Cajasol a las pasiones, que las hubo, las organizó el conocimiento. Hicieron posible lo que Pérez-Reverte describió como la «vuelta a la razón y las palabras». Así lo confirmó el público en la formulación de preguntas.
El examen al enunciado Monarquía o República tuvo de todo: desde la formulación de lo monárquico como sinónimo de antidemocrático, el punto de vista defendido por el profesor y fundador de Podemos, Juan Carlos Monedero , hasta la alternancia de ambas como formas de organizar el Estado democrático español, tesis a la que llegaron los historiadores Juan Pablo Fusi, José Enrique Ruiz-Domènec y Manuel Álvarez Tardío.
Suma de singularidades
Las mesas de reflexión de este ciclo demostraron las visiones que sobre la revisión del modelo de la Monarquía parlamentaria existen. La idea de que la corrección de sus defectos sólo es posible como una enmienda a la totalidad, defendida por algunos participantes como Teresa Rodríguez, convivió con lecturas como la de Cayetana Álvarez de Toledo , quien habló del debate como una formulación cuyo verdadero planteamiento de fondo es la oposición entre democracia y autoritarismo.
A esas refutaciones totales se sumaron visiones como la de José Enrique Ruiz-Domènec, quien refiriéndose a la historia como «filosofía del detalle», subrayó las variables de cada época, o la del catedrático Manuel Álvarez Tardío , para quien «la cuestión no es Monarquía o República, sino una forma de organización de la democracia cuya conciliación se produjo en la Transición». Para la socialista y exvicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo, «en España no han funcionado ni la República ni la Monarquía, debido a una relación ‘anarcoide’ de los españoles con el poder». Así lo dijo en una conversación con el escritor y columnista de ABC Ignacio Camacho.
Para fijar el origen de una división política, el director de ABC Cultural Jesús García Calero encontró en los liberales perseguidos o fusilados del XIX un punto de partida. «De alguna forma se les dice: no sois españoles. Así que ellos hacen un ejercicio de pensar cuál es la España de la que sí son españoles. Este es el nacimiento de lo que hoy conocemos como las dos Españas y que condujo a la guerra. Un hombre ilustrado como Jovellanos asegura que sería la Monarquía la clave para hacer posible la suma de todas esas singularidades».
Así como el terrorismo de ETA apenas se mencionó a lo largo de los tres días, sí aparecieron las grietas del edificio de la Transición y las ideas de una España deshilachada que ha tenido que enfrentar las amenaza a la idea de nación, que el catedrático Manuel Álvarez Tardío señaló como una evidente «confluencia entre nacionalismos y destrucción de la democracia».
Juan Carlos I
La figura de Juan Carlos I eclipsó una parte del debate acerca de la continuidad de la Corona. Reconocido por la periodista Laurence Debray como el forjador de la estructura de la Transición, hubo visiones más severas, como la de Carmen Calvo , quien se refirió al «daño reputacional» que su conducta acarreó a la institución. En esa línea, Juan Pablo Fusi también hizo un diagnóstico del abandono del trono. «El Rey no es un caballero particular y la función afecta a todo su ejercicio, incluso de su vida privada». De ahí que su abdicación en 2014 fuese «dolorosa en lo personal, constitucionalmente impecable e históricamente necesaria».
No faltó el prisma institucional y europeo de lo que una Monarquía supone. Fueron Sergio Vila-Sanjuán, autor del ensayo ‘¿Por qué soy monárquico?’, y el escritor y director del Instituto Cervantes de Londres, Ignacio Peyró , quienes ahondaron en la naturaleza familiar de la institución y su arraigo entre la población con Isabel II de Inglaterra como ejemplo canónico. A la diatriba sobre el futuro de la Monarquía, el papel de Felipe VI en la restitución moral de la Corona o sobre la posibilidad de un reinado de Leonor, los participantes de cada mesa se mostraron más voluntariosos que convencidos, como si el futuro fuese un nubarrón a punto de descargar.
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