Ni más monárquicos ni más republicanos, con leídos basta

Esta nueva entrega del ciclo Letras en Sevilla está dedicado al modelo histórico monárquico frente al republicano.

El periodista Jesús Vigorra, el escritor Arturo Pérez-Reverte y Antonio Pulido, presidente de la Fundación Caja Sol

Karina Sainz Borgo

«En España se fusila muy bien». La frase es de Alfonso Guerra. La ha utilizado en varias ocasiones para referirse a la incapacidad nacional de reconocer y comprender al otro, sobre todo, cuando piensa distinto. Esta semana, Guerra ha vuelto a echar mano de esa expresión en la sexta edición de 'Letras en Sevilla'. «En España se fusila muy bien», insistió durante el conversatorio literario, cuyo enunciado en esta ocasión propone ‘¿Monarquía o República? Un debate de tres siglos’.

Esta nueva entrega del ciclo 'Letras en Sevilla' está formulado cual disyuntiva o callejón sin salida, porque al debate lo recorre esa electricidad que cortocircuita lo razonable. «¿No serás tú monárquico? ¿No serás tú republicano?» La fórmula irónica que encontró el equipo organizador para expresar las reticencias que supone en la España de hoy declararse afecto a un modelo u otro deja muy clara la urgencia de analizar la naturaleza del asunto, pero, sobre todo, una reflexión sobre por qué resulta tan traumático sentarse a debatirlo. Más difícil que pensarlo es conversarlo.

En el examen a la corona o la interpelación a la república, toda posición contraria parece sospechosa. En estos asuntos, asumir una opinión implica alinearse y justo por eso esta edición de Letras en Sevilla es la más ambiciosa y necesaria de todas.

Durante su intervención inaugural, el escritor y académico de la lengua Arturo Pérez-Reverte describió en muy pocas palabras la finalidad última de este ciclo. No se trata de «salir ni más monárquico ni más republicano, sino de escuchar con ecuanimidad, respetando las posiciones», dijo. A esa constatación agregó una todavía mayor: «El gran problema de España es que nunca escuchamos a quienes no piensan como nosotros».

¿Es menos apta la España del siglo XXI para relacionarse con sus contradicciones? ¿Goza de la disposición y las lecturas suficientes para comprender uno de los episodios políticos más importantes del siglo XX? ¿Quiere la España de hoy entenderse en la diferencia como lo hizo hace ya cuarenta años durante la Transición? La sola organización de un evento como Letras en Sevilla para propiciar ese debate constata, al menos, la voluntad de comprobarlo. La pulsión democrática más elemental de juntarse, no ya para ponerse de acuerdo, sino para convertir ese intento en un ejercicio de lucidez ofrece cierta tranquilidad.

Si la monarquía «fue un problema para la democracia en la España en 1931 y terminó siendo la solución en 1975», según explicó el historiador Juan Pablo Fusi en la primera intervención del programa, sigue sobre la mesa una evidencia: la monarquía constitucional aún funciona como marco razonable para una democracia que no todas las fuerzas políticas parecen preparadas para defender o reformar.

Es ahí donde la frase de Alfonso Guerra resuena como una maldición. Si desde las propias instituciones se acomete la dentellada de la polarización, cómo llegar a la conversación ilustrada sobre la cosa pública si la nueva clase política vive de espaldas a su propia tradición. «No se puede estar en la vida pública sin leer a Cánovas, Ortega y Azaña», dijo Fusi. Sin duda, ni más monárquicos ni menos republicanos, con leídos nos basta.

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