Arte bajo sospecha: ¿cuadros auténticos de Viola o violines falsos?
El hijo del pintor del grupo El Paso ha presentado hasta 16 denuncias por obras que cree falsas, muchas certificadas por la otra heredera
«Si buscas en Google obras del pintor Manuel Viola , las 9 primeras que aparecen son falsas y en el total de las imágenes debe de haber un 70 u 80% falsos». A Jacobo Viola se le cae el alma a los pies al ver la «depreciación brutal» que sufre la obra de su padre, miembro destacado del grupo El Paso, por la iriada de falsificaciones que ha inundado el mercado, precios que rozan el ridículo. «¡Han llegado a salir diez cuadros de gran tamaño al mes! Es imposible, por mucho que pintara», asegura el hijo de Viola.
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Ante un cuadro de gran formato de su padre, de un valor estimado de unos 30.000 euros, Jacobo muestra la cantidad de materia que soporta el lienzo, la profundidad de su fondo o la pensada composición en la que los colores resaltan a golpe de espátula y pincel, en un combate artístico entre la oscuridad y la luz. Nada de ello se aprecia en las fotografías que enseña de algunas de las obras que él ha denunciado como «manifiestamente» falsas. «Son totalmente planas, como si se hubiesen peleado unos gatos encima. Arañazos, figuras sin sentido, sin ninguna composición, ni relieve, ni volumen. El arrebato de un loco », constata.
El heredero de Viola, al que le gusta recordar que se crió en el estudio de su padre en El Escorial y vivió con él hasta su muerte en 1987, ha presentado en el último año y medio hasta 16 denuncias por falsificaciones que salían a la venta en casas de subastas o galerías. Hasta el momento, ha logrado distinguir «unas cuatro o cinco diferentes manos de falsificador».
Certificados cuestionados
Buena parte de ellas cuentan, sin embargo, con un certificado de autenticidad firmado por Encarnación Viola Iché, la otra heredera del artista. «Hay quien se ha dedicado a denunciar cuadros y a llamar a las casas de subasta sin ningún criterio», asegura Encarnación a través de un escrito enviado a ABC, tras haberse negado a contestar a este periódico en una conversación telefónica. Asegura, por ejemplo, que «uno de los cuadros que según esa persona era falso aparecía en una fotografía en manos de mi padre».
La otra heredera de Viola sostiene que solo certifica obras cuando se lo piden -«en la mayoría de ocasiones sin cobrar y cuando he cobrado ha sido algo simbólico»- y que para ello cuenta con todo el material de que disponía Laurence Iché, la primera mujer de Viola. Fotografías, diapositivas y catálogos, además de material audiovisual, que le permiten saber «si la obra ya está catalogada, si ha sido expuesta, si pertenece a una época o estilo, si existen semejanzas con otras obras...», explica.
Tanto Jacobo como ella están capacitados legalmente para emitir certificados, según un acuerdo que ambos firmaron y en el que se comprometieron a preservar el legado de Manuel Viola, pero frente a los «tres o cuatro» que ha firmado el primero, de cuadros de su propia colección y de forma gratuita, «ella habrá firmado más de un centenar», asegura Jacobo.
En uno de los procesos que les enfrentan, el Juzgado de Instrucción nº19 de Madrid designó al perito judicial Jorge Llopis para examinar once obras denunciadas por Jacobo como falsas, nueve de ellas con certificación de Encarnación. La conclusión de este experto, presidente del Consejo Español de Peritos Tasadores de Arte y Patrimonio (Ceptapa), es contundente: «Todas las obras objeto de pericia son falsificaciones».
Para determinar si eran Violas o «violines», como se conoce a las falsificaciones de este artista, Llopis solicitó al Instituto Científico de Criminalística Documental (ICCD) un análisis de las firmas. «Incluso en el caso de que la pintura fuese auténtica y la firma no, la obra quedaría igualmente invalidada al haber alterado la obra original», remarca.
Firmas delatoras
Vicente Fernández , director del Departamento de Arte del ICCD, comparó las firmas cuestionadas con otras muchas del autor indubitadas y detectó «gestos inconscientes de inseguridad, duda a la hora de estampar la firma y reenganches anómalos». Es en estas tendencias al realizar un gesto tan automatizado como la firma donde los expertos perciben si es auténtica. En el 85-90% de los casos examinados por el ICCD, son falsas.
Viola firmaba con trazos «muy ligeros, muy sueltos, rápidos» y en los cuadros denunciados éstos estaban «hechos con más mesura, como si estuviera suponiendo un esfuerzo», explica Fernández a ABC. De ahí que, en una opinión preliminar (el Juzgado denegó a Llopis una ampliación de fondos para un informe completo), este laboratorio de pericia grafólogica y documental de Granada afirme haber encontrado trazos «más propios de firmas imitadas o copiadas» por lo que «no podrían atribuir las firmas cuestionadas como realizadas por el puño y letra del pintor Manuel Viola».
Los resultados del estudio grafológico reafirmaron las sospechas de Llopis. Al examinar las obras había llegado a la conclusión de que «ninguna presenta los elementos originales del artista en su composición y desarrollo» y « son de una calidad burda y realización rápida » que «pueden engañar a cualquier profano, pero no a alguien mínimamente experto». El perito consultó además la opinión de la catedrática de Historia del Arte Cristina Giménez Navarro, cuya tesis doctoral versó sobre Viola y fue comisaria de la primera exposición antológica del pintor en el Museo de Arte Español Contemporáneo. Ambos coincidieron en que «no son originales, es decir, son falsificaciones».
Llopis investigó además la procedencia de los cuadros, propiedad en todos los casos de Miguel Fontgivell, quien declaró haberlos comprado al artista y a cuatro de sus familiares. El hecho de que tres de ellos hubieran fallecido avivó sus recelos. «Es un procedimiento recurrente en tramas de falsificación y fraude, ya que al haber fallecido estas personas no pueden confirmar si es o no cierta dicha venta y al ser donaciones o regalos en el entorno familiar del artista, no suele haber recibos, documentos o constancia de compraventa», explica. También suele ocurrir que el propietario alegue que con el paso de los años esos documentos se han perdido.
Otra práctica habitual en este tipo de tramas, continúa este perito que ha participado en procesos de detección de falsificaciones de obras de Picasso, Da Vinci, Sorolla o Juan Gris, es « incluir y mezclar obra original con obra falsa en exposiciones , con la intención de que una vez publicadas en un catálogo se dé aparente validez de original a lo que no lo es». Es lo que a su juicio ocurrió con una de las obras intervenidas, titulada «La tempestad», que formó parte de una muestra sobre Viola en Avilés.
Más de un millar de obras
«La tempestad», junto a otra de las pinturas denunciadas, fue retirada de la venta y se encuentra bajo custodia de su propietario en su domicilio. El resto permanece en dependencias de la Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional, junto a más de un millar de piezas incautadas. Allí se guardan tanto las obras que forman parte de investigaciones en curso como las de casos en espera de juicio o cuya sentencia está recurrida, según explica el jefe de la Brigada, Fernando Porcel, mientras muestra dos de las estancias donde conviven una falsa menina del equipo Crónica, con pretendidas antigüedades y con centenares de pinturas que se han hecho pasar por artistas de cierto renombre. Solo de la operación Colette, con 9 detenidos en la Comunidad Valenciana en 2017, conservan 240 obras falsas de Miró, Picasso, Saura, Tàpies y un largo listado de nombres afamados.
« De Viola tenemos muchos », confirma Martina González, la inspectora jefe del Grupo 1 de la Brigada, mientras desembala dos de las composiciones retiradas de subasta tras la denuncia de Jacobo. Según explica González, los que más denuncian son los que ostentan los derechos de autor, para retirar todas esas obras falsas que están devaluando la obra del pintor. «Los que han estado denunciando de una forma más insistente han logrado limpiar el mercado y han conseguido que las casas de subasta les avisen antes de sacar a la venta una obra», asegura. Blanca Pons-Sorolla, la bisnieta del artista, tiene ya más de dos mil falsos Sorolla documentados .
Muchas de las piezas incautadas cuentan con una pretendida certificación de autenticidad . «No es prueba absolutamente de nada», afirma González. Cuando los estafadores llevan las obras a algunos expertos ya saben a quiénes), les pagan una cantidad si el informe es favorable y la mitad si no lo es, «por lo que tienden a ser favorables», explica. Y si uno les falla, acuden a otro.
Engañar al experto
Los falsificadores suelen ser artistas que no tienen una originalidad para tener un nombre en el mundo del arte. No solo les mueve el dinero. Su objetivo también es engañar a los expertos. Algunos, como los archiconocidos Han van Meegeren o Elmyr de Hory, lo lograron durante mucho tiempo. O como el «maestro español», cuyos bronces pasaron como antiguos durante años.
Aunque para realizar falsificaciones baratas, basta tener cierta habilidad y pocos escrúpulos. El teniente Juan José Águila , jefe de la Sección de Patrimonio de la UCO de la Guardia Civil, relata cómo en la operación «Valentine» llevada a cabo junto con los Mossos d'Esquadra en 2017, descubrieron que el falsificador era un tipo con maña con un puesto en el Rastro de Madrid que realizaba las obras por encargo, con marcos de madera antiguos. «Le encontramos un libro con más de 150 firmas de pintores», recuerda Águila. Otro de los detenidos confeccionaba los certificados de autenticidad en papel de notario y con máquinas de escribir antiguas, falsificando la firma de expertos fallecidos.
Al menos diez compradores habían sido estafados por esta trama, pero solo uno acudió a comisaría. « La inmensa mayoría no denuncia por vergüenza . Se callan e intentan colocárselo a otro», dice Águila. En muchos casos, porque han pagado parte en negro.
Gangas que no lo son
El mercado del arte es un canal habitual para blanquear dinero y los estafadores lo saben. Como toda estafa, la venta de una falsificación requiere de una puesta en escena bien preparada para convencer al comprador de que está haciendo «un negocio redondo». Se le hace creer que va a comprar una pieza por mucho menos de lo que en realidad vale y que se revalorizará en poco tiempo. Cuando descubra el engaño, será más difícil que lo denuncie si no puede justificar gran parte del dinero gastado. «Intentan ponerla en el mercado para no perder la inversión, o al menos parte de ella y si se descubre que es falsa, dicen que no tenían ni idea», afirma la inspectora González.
«Hay un montón de obras que o no están catalogadas o todo el mundo sabe que hay problema con ellas, de las que nadie te va a decir que son auténticas, pero a veces tampoco te dicen claramente que no lo son, y que siguen en el mercado dando vueltas», añade.
Los responsables de los cuerpos policiales que persiguen específicamente los delitos relacionados con el patrimonio (16 policías en la Brigada y 10 guardias civiles en la sección de la UCO, aunque con apoyo del resto del cuerpo) coinciden en subrayar que «se falsifica todo», aunque los clásicos de otra manera . «Lo que hacen es conseguir cuadros de época y "del estilo de" y luego ya los documentan (que si perteneció a esta u otra familia, que si pasó por allí o por allá), incluyen informes de laboratorio de sus pigmentos (que sean antiguos no quiere decir que sean de ese autor) y si tienen posibilidades de una venta importante, hasta confeccionan catálogos o libros exclusivamente relacionados con esa pintura o para incluirla», explican Porcel y González. «Siempre hay personas que tienen formación académica y que están dispuestas a decir en un informe que en su opinión son auténticas», añaden.
Otra modalidad consiste en adquirir un cuadro auténtico, con su certificado, hacer una copia y vender ésta con la certificación que acompañaba al original, conservando este último en su poder. Aunque estas obras se suelen vender fuera de España, donde encuentran más compradores que paguen cifras tan altas.
«Goyas de nueva factura no hay», afirma Porcel, citando al artista que les ocupa actualmente en una investigación. «Es un asunto de estafa de una obra de cuantía considerable y está todo documentado» (sin pagos en negro), se limita a decir la inspectora González.
Precisamente en una web de anuncios se ofertaban hace unas semanas dos Goyas por 1,6 millones de euros . «Si Goya pintó 800 cuadros, por el mundo hay 8.000», comenta el teniente Águila, convencido de que el problema de las falsificaciones de arte «va en crescendo de la mano de Internet» . Preguntados sobre el número de falsificaciones que se detectan al año, los responsables policiales explican que resulta difícil de cuantificar ya que muchas de las piezas denunciadas aún están a la espera de una resolución judicial.
Las obras que más se falsifican en España «son low cost» , según explica el perito Jorge Llopis. Obra pequeña, que no está controlada en catálogos y que no tiene un coste elevado, para desanimar al estafado a denunciar ya que si el fraude está por debajo de los 3.000 euros, los costos legales serían superiores. En el caso de los Viola antes citados, se intentaron vender por entre 250 y 1.550 euros, otra evidencia más para Llopis de su falsedad. «En caso de ser originales, oscilarían por su formato y temática entre los 4.000 y los 8.000 euros», asegura.
Delito de estafa
El juez decidirá si estas once obras son devueltas a su propietario, si son marcadas con un sello de falso, si permanecen en los almacenes policiales o acaban siendo destruidas, como pide el abogado de la acusación. José Luis Sanz Arribas sostiene que se trata de un delito continuado consumado de falsedad para cometer un delito de estafa en grado de tentativa, y un delito contra la propiedad intelectual, en su modalidad de «plagio» por los que reclama un total de cinco años de prisión y 11.000 euros de indemnización. Porque no existe el delito de falsificación de obras de arte como tal. Según Sanz Arribas, existe una opinión mayoritaria entre los juristas de que falta una regulación más exhaustiva para perseguir este tipo de delitos.
«Yo solo pretendo que se separe el trigo de la paja, que dejen de engañar a la gente y que la pintura de mi padre esté en el sitio que le corresponde», asegura Jacobo, además de «desautorizarla (a Encarnación Viola) para que no siga dando certificados».
«Las acusaciones contra mí son completamente falsas», subraya por su parte Encarnación Viola, que insiste en que cuando firma un certificado no le mueve ningún interés económico y su único afán es promover y conservar esa obra y el legado de Manuel Viola, «legado que puede quedar empañado por acusaciones sin fundamento y promovidas por intereses espurios». El juicio se celebrará el próximo 22 de abril.