El mayor evento futbolístico en Brasil desde el Mundial de 1950, la Copa Confederaciones, comenzará este sábado en Brasilia en medio de protestas en todo el país que amenazan con aguar una gran fiesta que todavía sufre los últimos retoques. El Estadio Nacional Mané Garrincha de Brasilia, donde los anfitriones y Japón abrirán el fuego, amaneció el viernes bloqueado por un grupo de 400 manifestantes que quemó neumáticos. La policía militar confirmó que se trata de una protesta del llamado ‘Movimiento Sin Techo’ que exige la adjudicación de viviendas dentro de la ciudad. Entre otras reivindicaciones, denuncian los elevados gastos públicos para el Mundial y los desalojos forzados de decenas de miles de personas en todo el país debido a las obras.
Protestas contra el alza del precio del transporte público tuvieron lugar el jueves en Sao Paulo, donde una manifestación de 5.000 personas finalizó en choques con la policía que dejaron 232 detenidos y un centenar de heridos. En Río de Janeiro salieron a la calle unas 2.000 personas, y en menor intensidad en otras ciudades como Porto Alegre, Curitiba, Maceió y Natal. Las manifestaciones tienen lugar cuando Brasil atraviesa un débil crecimiento económico y un alza de la inflación, que han provocado una caída en la popularidad del gobierno de Dilma Rousseff. La organización del torneo examina las capacidades organizativas de un país que recibirá al Papa este julio y tiene por delante los Juegos Olímpicos de 2016.