Los brasileños los llaman «buracos». Son hoyos y adornan por cientos las carreteras que rodean a Recife. Las lluvias los convierten en piscinas en las que podrían vivir cocodrilos y son el aspecto más llamativo del problema con el tráfico que tiene esta sede de la Copa FIFA Confederaciones en la que está instalada la selección española.
«El tráfico es pésimo, está todo atascado, hay agujeros, ¡muchos agujeros!», explicó a la AFP Ana Cássia Leite, de 33 años, en una gasolinera de la BR-101, que está siendo la carretera del infierno.
La 101 es inevitable para ir al estadio Arena Pernambuco donde se juegan tres partidos de la Confederaciones 2013. También para ir a los centros de entrenamiento. Así, España y Uruguay tuvieron que usarla para sus ensayos: dos horas necesitaron los primeros para recorrer 30 km, una hora y media los segundos.
Uruguay llegó a desistir de entrenarse un día y no acudió a la inspección del estadio el sábado por miedo a verse atrapado en el tráfico hasta muy tarde, aunque ese día los reporteros hicieron el trayecto sin mucha demora, a diferencia de los días laborables. Lo ocurrido con los uruguayos «es muy malo», admitió a la AFP Joao Braga, secretario de movilidad de la prefectura de Recife. «El tráfico aquí aún es caótico», afirmó, asegurando que para el Mundial de 2014 «esas cosas estarán resueltas». «Es un problema serio pero no se va a repetir», prometió Braga.
A los lados de la BR-101 proliferan los talleres de reparación de coches, y las «borracharias», donde se reparan neumáticos. La principal fuente de trabajo de estos comercios son los daños que sufren los vehículos al caer en uno de esos socavones o al tratar de esquivarlos. José Zenildo Albuquerque ha tenido la desgracia de ser uno de sus clientes. Un sábado por la mañana aguarda a que le reparen la llanta. Detrás del taller se apilan los neumáticos rotos. A la pila solo le falta una placa dedicada a «las víctimas de los «boracos».
Albuquerque es camionero, pero tuvo el percance con su vehículo particular. «Hay muchos agujeros en la BR, los que conducimos pasamos muchos nervios. Hay veces que ni quiero salir de casa», explicó a la AFP. «Me salí, me di contra un «buraco» y equilibré el coche, pero hay situaciones en las que a la hora de esquivar un agujero te das contra otro coche. Muchas veces termina siendo mejor que te des con el hoyo y romper el coche que esquivarlo, porque si lo esquivas acaba ocurriendo un accidente», narró.
«¡No fotografíen los agujeros!»
Sobre el tráfico de la ciudad en general su opinión no era buena -«hay veces que pasas dos horas en un trayecto corto»- pero no tiene miedo a que afecte a la imagen de la ciudad durante la Copa Confederaciones o el Mundial-2014: «miedo no hay, porque realmente hicieron un estadio bellísimo, el estadio es lindo, y la ciudad en la que construyeron el estadio es una ciudad bonita, pero las carreteras necesitan arreglos». «¡No fotografíen los agujeros de la ciudad!», gritó un conductor airado que sí parecía inquieto por el efecto que tendría en la imagen de una ciudad que, por lo demás, es sumamente educada y alegre.
En el tiempo transcurrido hasta la Confederaciones «no se ha resuelto nada», lamentó Wedson Manel Volade, de 20 años, encargado de la gasolinera sobre la 101 en la que la AFP habló también con la conductora Cassia Leite. El tráfico malo «puede afectar» a la imagen de Recife, dijo Volade. «Quien venga de fuera para asistir a los partidos en Recife enfrentará un caos, la carretera con agujeros y las inundaciones por culpa de la lluvia». Junio y julio, los meses en los que se desarrollan la Copa Confederaciones y el Mundial, son muy lluviosos en el nordeste brasileño. El agua hace imposible calcular la profundidad del hoyo, además de inundar calles y pasos subterráneos.
En la edición del sábado 15 de junio del diario local Jornal do Commercio aparecían dos cartas al director quejándose del mal estado de las carreteras y las calles. En una de ellas, el lector Jorge Figueredo decía que en algunas calles inundadas «se encontraron caimanes». Consultado -bajo la carta aparecía su dirección de correo electrónico-, Figueredo dijo que no se trataba de una broma. Su carta en el diario concluía así: «quiero saber que bichos vamos a encontrar» si se inundan los túneles.Algún equipo de fútbol, quizás.