La misteriosa dolencia de los mercaderes de la Ruta de la Seda
La enfermedad de Behcet es más frecuente en aquellas personas que tuvieron antepasados con relación directa con esta legendaria ruta comercial
Uno de los relatos de viajes más cautivadores y exóticos de toda la Historia es el ' Libro de las Maravillas ', del veneciano Marco Polo (1254-1324). Fue escrito en un momento en el que el continente americano todavía no había sido descubierto y cuando los europeos todavía vivíamos en la niebla del medievo.
El aventurero y mercader italiano nos dejó un relato fabuloso y exquisito de su viaje por la Ruta de la Seda , un término que en aquellos momentos todavía no había sido acuñado. Haría su aparición en 1877 de la pluma del geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen , con él se refería a un conjunto de rutas comerciales -de casi diez mil kilómetros de longitud- que se establecieron entre Asia y Europa y cuyo punto de partida estaba en la antigua ciudad china de Chang´an (actual Xian).
Desde allí los mercaderes atravesaban Asia Central, llegaban hasta Samarcanda y, tomando el Camino Real Persa, accedían a los actuales Líbano y Turquía, desde donde pondrían rumbo final hasta Europa.
Motor cultural y biológico
Comerciantes, ermitaños, soldados, peregrinos y nómadas viajaban sin descanso por esta ruta. Su nombre hace referencia a la seda, uno de los productos más valiosos que transitaban en las largas caravanas de camellos, pero también lo hacían el bronce, la cerámica, las especies, la porcelana, las pieles, el jade o la laca. Mientras tanto, pero en el sentido opuesto, circulaban otros productos como el marfil, la plata, los tintes o el cristal.
De esta forma, la Ruta de la Seda se convirtió durante más de dos mil años en un intercambio cultural, religioso, mercantil y… biológico. Y es que esta ruta también tuvo su reverso ya que permitió el intercambio de enfermedades y material genético entre los dos continentes. En ese canje microbiológico encontramos, por ejemplo, al bacilo de Hansen , la Yersinia pestis o el Bacillus anthracis .
En cuanto a la transacción genética queda reflejada en una patología conocida como enfermedad de Behcet. Se trata de una entidad poco frecuente, potencialmente peligrosa y cuyos principales síntomas son la existencia de úlceras localizadas en boca y genitales, así como la inflamación a nivel ocular. El nombre de la dolencia hace alusión al dermatólogo turco Hulusi Behcet (1889-1948), que la describió por vez primera en 1937.
En el año 2002, tras una exhaustiva revisión, se propuso a nivel internacional cambiar su nombre por el de Adamantiades-Bechcet , para homenajear al oftalmólogo griego Benediktos Adamantiades (1875-1962), que ejerció su especialidad en el antiguo Imperio Otomano y que llegó a diagnosticar en 1930 –siete años antes que el doctor Behcet- a los primeros pacientes con esta enfermedad.
Una enfermedad de origen autoinmune
La enfermedad de Behcet o la enfermedad de la Ruta de la Seda es una patología escurridiza y de difícil diagnóstico, que se manifiesta en brotes y en la que el sistema inmune arremete contra el propio organismo, se podría decir que deja de ser un aliado para convertirse en un enemigo a combatir.
A nivel mundial los enfermos con esta patología se localizan fundamentalmente a lo largo de la Ruta de la Seda, para que nos hagamos una idea de la trascendencia vaya por delante un dato: allí hay una prevalencia de 370 afectados por cada 100.000 habitantes, frente a los 5-10 que se cuentan en el resto del mundo.
Y es que, muy posiblemente, los pacientes actuales que viven en esa zona geográfica son los descendientes de aquellos mercaderes que transitaron a lo largo de la ruta comercial durante siglos y que portaban el mal en sus genes.
La susceptibilidad de sufrir esta enfermedad está ubicada en genes localizados en una región muy determinada del genoma, de forma que el riesgo es mayor para aquellas personas que tienen el antígeno HLA B51. Recientemente se han descubiertos otros genes directamente relacionados con la enfermedad: ERAP1, CCR1, KLRC4 y STAT4.
Estos hallazgos son avances fundamentales en el conocimiento de la enfermedad de la Ruta de la Seda y de su conexión con otras enfermedades, un paso decisivo en la búsqueda de terapias efectivas.
Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.
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