¿Cómo es posible pesar al animal más grande del planeta?
Su corazón, su aorta, su peso, su longitud… todo es de enormes dimensiones... menos sus dientes
El animal más grande del planeta es la ballena azul ( Balaenoptera musculus ) también conocida como rorcual azul. Cualquier comparación con ella es odiosa: su peso es el equivalente a una treintena de elefantes, puede ser tan larga como un transbordador espacial y su corazón es del tamaño de un automóvil pequeño. Una bomba capaz de expeler doscientos veinte litros de sangre con cada latido.
Los sonidos que emiten estos mamíferos también son sobrecogedores. Los biólogos que se dedican a la bioacústica han podido estudiar su patrón, lo que tradicionalmente se llama el 'canto de las ballenas', y generar espectrogramas.
El análisis de estos gráficos ha permitido reconstruir una estructura compleja al tiempo que organizada, en la cual hay un tema principal que se compone de frases y subfrases.
Por otra parte, estos sonidos pueden llegar a alcanzar los 180 decibelios, una cifra más elevada que la emite, por ejemplo, el motor de un jet al despegar, que suele estar en torno a los 140 decibelios.
Ni mastican ni muerden
Estos animales, a diferencia de lo que sucede con los cachalotes o con las marsopas, no tienen dientes, la naturaleza les ha dotado de barbas. Están localizadas en la mandíbula superior, formadas por una doble línea de láminas córneas capaces de filtrar el agua que acumulan en la boca.
Las barbas son de forma tubular, con una estructura similar a un peine, y constituidas por capas concéntricas de queratina, una proteína que tenemos los humanos en las uñas y en el pelo. Gracias a las barbas estas ballenas son capaces de filtrar en cada bocanada unos 500 kilos de kril.
Su boca tiene además otra singularidad, sus huesos maxilares inferiores se encuentran separados, una característica que les permite que la apertura de la boca alcance los tres metros de ancho.
En la punta del maxilar inferior tienen una masa gelatinosa compuesta por una gran cantidad de terminales nerviosas, cuando la boca comienza a abrirse sus sensores se activan y envían la información al cerebro para que puede coordinar toda la musculatura facial.
Gracias a este órgano las ballenas abren la boca en menos de diez segundos, inflan la papada y cierran la boca nuevamente para evitar la salida de las presas. Una biomecánica que requiere una enorme precisión y, si no se coordina de forma adecuada, un terrible gasto de energía.
La fotogrametría al servicio de las ballenas
Desde hace, aproximadamente, cinco décadas se viene desarrollando y perfeccionando la fotogrametría, una técnica que permite obtener mapas y modelos tridimensionales a través de la fotografía aérea.
Los biólogos han podido tomar, con la ayuda de esta técnica, fotografías aéreas que les han permitido medir el ancho, la longitud, la circunferencia y la altura de las ballenas azules; a partir de estas mediciones han sido capaces de generar un modelo 3D que permite predecir su volumen y su masa corporal.
En otras palabras, gracias a la fotogrametría los científicos han sido capaces de estimar con precisión el peso de las ballenas azules sin necesidad de 'subirlas' a una báscula.
Esta técnica tiene otras ventajas adicionales, como son seguir la evolución del peso a lo largo de la vida de la ballena, predecir sus requerimientos energéticos e, incluso, frenar la caza de estos mamíferos con pretextos científicos.
Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.
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