Cádiz CF
Pongámonos en oración
LALIGA EA SPORTS
Último y definitivo tramo de la temporada en el que sólo nos queda rezar
Tenemos que confiar en este Cádiz CF, que sabe competir, es un conjunto organizado y siempre convencido en la victoria
En el capítulo VIII de la universal obra de Miguel de Cervantes, 'El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha', éste exhorta a Sancho: «...ellos son gigantes (los molinos de viento), y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla».
Transcurridos más de cuatro siglos del imaginario acontecer de aquellas andanzas, bien podría servir tal renombrado episodio para describir el pálpito sobrecogido, el miedo al abismo, el temor por lo que se avecina, en los que hoy transita, angustiada, la afición amarilla.
Último y definitivo tramo de la temporada en el que sólo nos queda rezar. Como entonces hizo Sancho, según consejo de su señor, pongámonos en oración, que del resto, esa batalla desigual frente a duros adversarios, se encargarán los jugadores. Y que nuestro rezo se convierta en oración unánime, en unísono ruego de suertes favorables, en unido aliento a un equipo aguerrido que ha de emprender combates tan fieros y decisivos.
Contamos con la ventaja de que la mayoría de los rivales a los que nos tenemos que enfrentar ni son gigantes ni, por supuesto, molinos de viento. Se trata de equipos, en su mayoría asequibles por el Cádiz CF. O, al menos, susceptibles de ser superados por este conjunto organizado y siempre convencido en la victoria, como es el cuadro gaditano de las recientes jornadas. En las que los amarillos han plantado cara a todos sus oponentes y los partidos siempre se advirtieron nivelados, sólo desequilibrados por episodios puntuales perfectamente evitables, como esos córners mal defendidos frente a la Real Sociedad o el Barcelona.
De no ocurrir esas fatídicas circunstancias, tal vez el resultado de esos duelos hubiera sido otro muy distinto. Por lo que tenemos que confiar en este Cádiz CF, que sabe competir, y al que no siempre le jugarán en contra esos detalles inocuos, que luego se convierten en decisivos. Y para que ello ocurra, sigamos el consejo del Hidalgo Caballero y pongámonos en oración. Que Don Quijote siguió vivo, tras el rezo de su escudero.