Cádiz CF
Un cambio obligado
«No podemos permanecer impávidos hasta lo irremediable. Aún hay tiempo, pero cada vez queda menos»
«El único culpable de esta situación no es el entrenador»
Las alarmas continúan emitiendo su persistente estruendo y parece que no queremos enterarnos del peligro que nos anuncia. La vertiginosa pendiente que el Cádiz CF ha tomado sólo puede augurar lo previsible en estos casos, el despeñamiento definitivo al final de temporada.
Por desgracia, bien conocemos por estos lares la tragedia encadenada de bajar dos categorías consecutivas, de la que existen sangrantes precedentes en tiempos no muy lejanos, por lo que sabemos detectar cómo se fragua el drama y qué tipo de epitafio suele rubricar su desenlace. A este caótico, angustioso devenir, que va en aumento partido tras partido, derrota tras derrota, debemos ponerle remedio. O, al menos, intentarlo. Lo que nunca sería perdonable es que contempláramos nuestro propio hundimiento y no se moviera un dedo para evitarlo.
Sabemos que los males que afectan al equipo vienen heredados de años atrás, que contamos con una plantilla que no se renovó a tiempo y que su decrecimiento en calidad y poder competitivo ha ido en aumento de manera progresiva e inquietante. Sabemos también que el único culpable de esta situación no es el entrenador, que ha cambiado de jugadores, de sistema, ha realizado mil probaturas, pero ninguna ha dado los frutos deseados. Mientras, el equipo se sumerge cada vez más en un mar de impotencias, y habrá que rescatarlo antes de que perezca definitivamente ahogado.
El inaudito, monumental descalabro de los amarillos durante la segunda parte frente al Deportivo alcanzó ya cotas de bochorno, y el partido triste, frío, inoperante ante el Eldense en la Copa, no vino más que a ratificar la envergadura del boquete en el que estamos metidos.
Un cambio en el banquillo nunca es garantía de éxito, pero la gravedad de la situación requiere un relevo inmediato, un soplo de aire fresco en ese cabizbajo, tenso y herido vestuario, alguien que aporte un nuevo brío, un renovado entusiasmo a unos jugadores que tan lejos están de su forma ideal. No podemos seguir acumulando y permanecer impávidos hasta lo irremediable. Aún hay tiempo, pero cada vez queda menos.
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