Cádiz CF

Cádiz CF: Santo Oficio

«Cala ya ha sido juzgado, condenado y vilipendiado sin argumento objetivo alguno»

«La presunción de inocencia queda lastimosamente obviada ante la inapelable, unánime sentencia del más rancio puritanismo del Santo Oficio»

Cala al marcar el 1-0 en el Cádiz CF-Valencia. A. VÁZQUEZ
Pepe Reyes

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Cuando toda la atención se centraba en lo que ocurría sobre el terreno de juego, cuando disfrutábamos de un encuentro que en otros campos se calificaría de normal y aquí proclamamos de trepidante, cuando suspirábamos por el desenlace de cada duelo y cada contragolpe en un partido abierto, incierto y con tablas en el marcador, nos topamos con lo inesperado.

De súbito, la sombra de lo políticamente correcto con su reguero de sacrilegios, sobrevolaba y oscurecía la fiesta del fútbol en Carranza. Porque hoy existen conceptos convertidos en anatemas, en universales tabúes, palabras malditas que no se pueden mencionar.

Por lo visto, la persecución, la provocación, el acoso y hasta el insulto entre jugadores puede tolerarse y hasta asumirse siempre que en el catálogo de términos empleados no aparezca ninguno que haga lejana referencia al color de la epidermis. Extremo éste que, al parecer, legitimaría la reacción histriónica del supuesto ofendido y hasta la solemne y solidaria retirada de los compañeros.

La confortable hipocresía que hace viable y soportable nuestra sociedad necesita de puntuales linchamientos inquisitoriales sobre víctimas indefensas, a las que poder acusar de los mayores pecados que un inopinado tribunal de la corrección inventa. Con o sin pruebas, tachar a alguien de racista o de algún otro epiteto con la misma rima consonante, supone condenarla a la inevitable pira pública que con tanto esmero encendieron múltiples, enfurecidos, ofendidos Torquemadas.

Y, como ocurre en estos casos, la presunción de inocencia queda lastimosamente obviada ante la inapelable, unánime sentencia del más rancio puritanismo del Santo Oficio. Lacra de la humanidad, el racismo, como otros infundados legitimadores de la desigualdad entre los hombres, debe erradicarse. Y para su logro, bueno es dedicarle el máximo esmero en los cinco continentes.

Pero Cala ya ha sido juzgado, condenado y vilipendiado sin argumento objetivo alguno y, por extensión, la imagen del Cádiz CF ha quedado mancillada en todo el orbe futbolístico.

Como consuelo únicamente nos queda constatar, y no es poco, que cuando esta ola de absurda intransigencia se detenga, los puntos de tan importante partido se quedaron en Carranza.

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