Cádiz CF

Cádiz CF: El alma del fútbol

El fútbol sin alma, sin público, sí que es una equivocación y es necesario el clamor unísono del latir de la afición

La próxima temporada será el momento abarrotar Carranza en Primera y engalanarlo de un compartido espíritu en amarillo y azul

Los espectadores son claves en los estadios. F. J.
Pepe Reyes

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Felices por el logro conseguido en esta temporada del ansiado retorno a Primera de nuestro equipo, y bastante cansados de tanto partido enlatado desde la distante frialdad de una pantalla que enmarca campos vacíos, termina por fin este atípico curso futbolístico.

Desde su lejano origen decimonónico, no se inventó el balompédico juego para ser practicado en la soledad anónima de un recinto vacío, ajeno al calor, al furor, al fragor de una grada entusiasta. No es el fútbol un deporte cuyo sonido pueda reducirse a un multiplicado rechinar de ecos gélidos y yermos, necesita el clamor unísono del latir de la afición.

Ni un estadio vacío puede transmitir la fuerza, la pasión, la grandeza que lleva inherentes la disputa tensa en su alta competición. Por muy trascendente que se presuma un duelo sobre el césped, la emoción queda siempre restringida, reprimida, cercenada cuando desaparece el pálpito unánime de unos desolados graderíos.

A pesar del machacante esfuerzo mediático por suplirla con pasión impostada, la única, la verdadera alma del fútbol es el público, el aliento espontáneo, masivo, cálido de la afición. Dicen que la vida sin fútbol es un error, una tarea inútil. Pero este año hemos comprobado además que el fútbol sin alma, sin público, sí que es una equivocación, un cometido groseramente baldío.

No hay fútbol sin cánticos de apoyo, sin súbitos silencios, sin murmullos, sin protestas, sin palmas, sin goles que festejar con estruendo, sin árbitro al que gritar, sin rival que amedrentar, sin la incertidumbre festiva camino del estadio, sin la alegría o el pesar en el trayecto de retorno... Por eso, una vez cumplido el difícil objetivo de la permanencia y ahítos de tanto doméstico destierro, esperamos ávidos y con renovado ánimo el albor estival de una nueva campaña.

Y abarrotar Carranza y engalanarlo de un compartido espíritu en amarillo y azul. Aliento y vida para un equipo que tanto ha echado en falta el empuje incondicional de su hinchada durante esta temporada triunfal en el desierto. Tan pródiga en logros pero tan lejana y extraña a la vez.

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