Mauricio García - Cádiz CF. Desde la platea

Que cada uno vea lo que quiera

Lo que hay solo nos ha dado por el momento para ganarle al Valladolid por un error grosero de ellos y habiendo merecido perder ese partido

Lo que no es interpretable es que la dirección deportiva ha hecho una planificación lamentable

Las incorporaciones no dan la talla esta temporada. EFE
Mauricio García

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El fútbol es ese deporte pasional que siempre nos deja ver las cosas de muchas maneras. En ocasiones, sobre todo en la adversidad, con el comodín del árbitro como amparo. Desde la queja más blandita del «lo ha pitado todo y ha cortado el ritmo», a la más brusca del robo o mangazo. A partir de ahí, depende de la pasión con la que se quiera ver, obviando o no la realidad.

Tras el pitido final del partido en Girona la sensación generalizada de muchos cadistas fue que el equipo había sufrido un nuevo robo. De nuevo la mirada al trencilla de turno porque no sonó la campana en el minuto 98 en punto (como si fuera fútbol sala). A partir de ahí, las comparaciones ficticias del «eso a fulano no se lo hacen» o la conspiración planetaria contra el todopoderoso equipo amarillo de «el descuento era hasta que al Cádiz CF le metieran».

También hay el que desde el positivismo ve brotes verdes (cuánto daño hizo Zapatero con esta puñetera frase) y termina con el «hay que aprender de esto». Como si de los once que estaban en el campo en la pasada temporada nueve no estuvieron contra Osasuna, Villarreal o Español. Como si el futbolista profesional cuando llega a primera entra en un nuevo deporte donde, ganando por la mínima, la gestión del descuento no viene aprendida. Como si se hubiera entrado en el fútbol de élite olvidando el fútbol base, de la calle.

Lo único cierto que veo es que pasado un cuarto de temporada, que se dice pronto, la imagen que me viene a la mente es la de Piqué diciendo su «es lo que hay». Y lo que hay solo nos ha dado por el momento para ganarle al Valladolid por un error grosero de ellos y habiendo merecido perder ese partido.

A partir de aquí, podemos interpretar que con 0-1 no supimos meter el segundo, a pesar de las llegadas, porque no nos da para más. O que el cambio de Cala, sin entrar en por qué no Fali, fue un mensaje de equipo menor que va a aguantar el chaparrón tras un golpe de suerte. Ojo, contra todo un Girona, ¿eh?. Lo que no es interpretable es que la dirección deportiva ha hecho una planificación lamentable, y que a pesar del perdón del presidente que valió para un titular de prensa, el equipo vaga por LaLiga.

La sensación que queda es que cualquier equipo juega mejor que nosotros. Que para ganar un partido necesitamos mucho de ese componente llamado suerte. Y que la afición, como siempre, está dividida entre la que ve que el equipo ya compite (un cuarto de liga después) y hay mimbres para la esperanza y la que ve que esto puede terminar en hecatombe. Cuestión de ver el vaso medio lleno o medio vacío. Para los que lo ven medio lleno, que sea de vino, que siempre se pasarán mejor las penas.

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