Pan y circo
¿Mobbing en El Rosal?
Las declaraciones de Óscar Arias dejan en un lugar muy comprometido a un club que vende la unidad como su forma de vida
Rajada contra Cervera del exdirector deportivo
Pónganle el nombre que quieran, pero las palabras de Óscar Arias en Radio Cádiz transmiten mucho de lo que tristemente en las escuelas se denomina 'mobbing'. Y es duro, muy duro. Y debe serlo tanto en la niñez como cuando se es ya adulto. Y por eso se fue el que ha sido el último director deportivo que ha tenido el Cádiz CF.
«Le hablaba y ni me miraba», asegura Arias , resentido y con razón con una persona que desde su llegada le hizo la cruz por venir de la mano de Manuel Vizcaíno. «Se pensó que yo venía con otras intenciones, pero lo único que he hecho es trabajar y callar», cuenta.
Nada de lo que ha comentado en antena ha sorprendido en Canal Amarillo. Todo se ha contado aquí. Con pelos y señales. Nuestra manera de hacer periodismo no es con la bufanda en la cabeza, ni siquiera en el cuello. Eso se lo dejamos a los abertzales que desea Vizcaíno, una persona que ha permitido en su propia casa, pese a sus esfuerzos sinceros por mediar, un trato humillante a un director deportivo al que le abrió la puerta trasera del club después de ver que su relación con el entrenador intocable no prosperaba. Era imposible con una persona «que decía cosas con la intención de hacerme daño», asegura Arias.
Efectivamente, aquí se le ha llamado mudo al exdirector deportivo. Incluso se le ha criticado que sus fichajes no han sido lo esperado. No obstante, Arias admite haberse equivocado por no haber abierto la boca en los momentos en los que se le ponía de chupa de domine. Se agradece que hable y cuente su versión, algo que no hizo en sus tiempos más duros y cuando se dudaba (y se sigue dudando) de su trabajo. Y es que en parte es lógico cuando el que calla, otorga. Nos alegramos de que salga a la palestra porque hablar es informar y los periodistas estamos ávidos de escuchar.
El trato que denuncia Arias es cercano al vejatorio . Y si lo que cuenta es cierto da mucho asquito de lo que se cuece ahí dentro. Llega a contar que se despidió del cuerpo técnico en un despacho mientras Cervera lo ignoraba y sus ayudantes se hacían el loco sin abrir siquiera la boca en una fría y humillante despedida que no pudo ser ni cordial. Porque, claro «¡cuidado con aquel que mostrase algo de afecto delante suya! », comenta el onubense, quien dice de su medio sustituto, Enrique Ortiz, que «sabe moverse muy bien entre aguas turbulentas».
En su carga contra Cervera, lo acusa de hacerse el víctima con «declaraciones tergiversadas» y de «filtrar cosas a sabiendas de que eran mentiras con tal de hacerme daño». Todo esto le ha hecho hablar ahora, empujado por su gente. Y deja una frase lapidaria que resume su vivencia en la Tacita . «Hay actitudes y comportamientos que no se pueden permitir por mucho que haya un interés detrás porque (si lo permitimos) estamos validando que se puede hacer cualquier cosa según cuál sea el precio».
También dice que celebró el ascenso «con mucha amargura» y con la sensación del que tuvo que irse a su casa porque se le hizo la existencia «insostenible. Igual que a otros que también se fueron» por no comulgar con Cervera.
Arias se ha sentido «marginado, apartado» y recuerda que sus conversaciones con el entrenador eran «violentas, incómodas, donde apenas había contestación, si acaso con monosílabos». De traca. Y remata para aquellos que quieran ver algo más allá del marcador y los resultados. «Es difícil que dos hablen cuando uno no tiene intención. Ni te mira, ni te contesta...». Asombroso cuanto menos dichas revelaciones que no por contadas dejan de resultar impactantes en boca de uno de los protagonistas, el que aún se pregunta «¿qué le habré hecho yo a esta persona?».
La manifestaciones de un Arias herido no dejan en muy buen lugar el día a día en El Rosal, donde cuenta que «Cervera llegaba con el tiempo justo para entrenar» mientras que él llegaba el primero y se iba el último. Y es que si el entrenador «no ha parado de lanzar dardos» contra su persona, el 'mudo' Arias ha dicho basta. Piensa contestar cada vez que se sienta atacado. Y hace bien.
Desde aquí, seguiremos igual. Contando lo que nos llega, que como es normal en cualquier rutina ni los que parecen tan buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos. Quizás sea por ello por lo que nos caen palos de todas las trincheras. De todas. Pero bueno, es lo que toca en el ejercicio de nuestra profesión aunque sólo nos den las gracias en la barra de los bares o vía 'wasap', que es para una gran mayoría donde se suele hablar sin vender lo que no se es.