Sobrino

Un niño de Daimiel que volvió a llorar

El delantero manchego disfruta de un día de gloria mientras en su pueblo sigue orgullosos de «un chaval que siempre ha avanzado, nunca retrocedido»

Sobrino lidera un campus en su tierra natal.

Alfonso Carbonell

«Rubén Sobrino es el paradigma de la superación diaria y callada, sin hacer ruido, sorprendiendo a los incrédulos, alcanzando objetivos, superando metas... y callando bocas. Temporada tras temporada no ha dejado de progresar. Siempre ascendiendo de categoría, nunca bajándola. Todas las temporadas ha terminado dejando impronta de su calidad y convenciendo a propios y extraños en los equipos en los que ha estado, pese a que cuando llegaba (léase Ponferradina, Girona, Alavés, Valencia y ahora Cádiz) generaba más incertidumbre que ilusión. Pero él siempre, hasta ahora, y lo seguirá haciendo, ha tornado esa incertidumbre en entusiasmo y agradecimiento a base de trabajo, juego y goles». El dueño de estas palabras es Ismael Martín, un veterano comunicador de Daimiel , la localidad donde vino al mundo Rubén Sobrino el 1 de junio 1992.

De familia atlética, de ahí que celebre los goles como Kiko, ídolo de su padre , Rubén Sobrino puede presumir, entre otras cosas, de ser un futbolista que ha marcado en todas y cada una de las competiciones nacionales del país, incluida la Copa del Rey, la Copa Federación y la Europa League.

Profeta en su tierra , Sobrino ha sido el primer daimieleño en marcar en Primera División. El gol lo hizo con la camiseta del Alavés contra el Sporting cuando «solo llevaba sobre el campo, y la categoría, 23 minutos». En su pueblo se enorgullecen de él siempre «porque lo da todo», sostiene Ismael, que no duda de su paisano, el único que ha tenido la localidad ciudadrealeña en la máxima categoría.

«Nadie le ha regalado nada y es un ejemplo de cómo llegar a Primera desde el barro de Tercera. Siempre ha ascendido, nunca retrocedido», mantiene Ismael Martín , que ejerce como profesor en una localidad donde los más pequeños tienen a un buen vecino en el que reflejarse. «Es un currante nato y muy, muy humilde», asegura Martín, que sigue los pasos del delantero del Cádiz CF desde que era un zagal.

Recuerda sus últimos partidos defendiendo los colores del Daimiel. «En su último año como cadete antes de firmar por el Real Madrid juvenil, los cadetes de Daimiel fueron campeones provinciales, con lo que ascendieron a la Liga Regional Cadete. El Juvenil ascendió a la Liga Nacional y quedó campeón de la Copa Diputación», rememora un daimieleño al que se le hincha el orgullo hablando de un jugador que puso en el mapa regional a la pequeña localidad manchega. «Por supuesto, fue el máximo goleador tanto en cadete como en juvenil. Todos recordamos aquí que se despidió con un triplete a lo grande».

Ese trabajo desde la base le sirvió para ser «internacional con las inferiores aunque su gran espina clavada fue no poder jugar el Mundial sub'19 por una lesión. Fue su gran trauma aunque es la ley del fútbol», lamenta su paisano.

Más personal, Rubén es un chico «introvertido al maximo y al que le costaba un mundo hacer entrevistas. Y es que, repito, es muy, muy humilde», insiste Martín, que ve en los valores de su familia un patrón que no ha abandonado al ariete cadista.

Está muy ligado a su Daimiel natal, donde acude con frecuencia para visitar a sus padres. «Su madre siempre fue su gran valedora»,

Sobrino, en la cantera del Madrid.

atestigua Ismael. Como prueba de ese apego a su tierra, Sobrino no dudó en organizar y crear para los jóvenes de su pueblo un Campus con su nombre que se tuvo que detener por culpa de la pandemia. «Me consta que quiere retomarlo en cuanto se pueda», comenta. No es para menos que tenga un campus «porque en Daimiel todos los chavales se fijan en él. Aquí es un ídolo».

Para hacerse una idea de lo que era y es Sobrino en Daimiel, Ismael Martín se remonta a un capítulo de los inicios del futbolista en su tierra. «Hay un partido de juveniles, Tomelloso-Daimiel, segundo contra primero. Ganaba el Tomelloso y en la segunda parte salio Rubén (Sobrino). Creo recordar que marcó dos o tres goles y ahí se certificó el ascenso a Liga Nacional . Histórico. Pues bien, me acuerdo que los cronistas de Tomelloso que ahora entendían que ese chico lo hubiera fichado el Madrid (ya se sabía) y cómo era que el entrenador del Tomelloso no hubiera hecho nada especial para tratar de detenerlo. Pero sí que lo intentó porque le dieron hasta en el carnet de identidad pero tenía una velocidad increíble».

Ismael cuenta otra anécdota y más atrasada en el tiempo. «En la final provincial de cadetes, uno de los goles del 5-1 vino tras el saque de esquina del rival. Rubén bajó a defenderlo. Pues bien, recogió el balón en su área tras el centro, lo bajó al suelo en la frontal y se cruzó todo el campo con los rivales del Bolañego detrás de él. Se fue hasta del portero, pero como ya había marcado antes otro, cuando estaba a puerta vacía se la pasó a un compañero que le venía siguiendo desde atrás para que lo marcase él. Era un espectáculo verlo. Siempre tenía a dos o tres rivales junto a él».

Pasados los años, Rubén Sobrino viste ahora la camiseta del Cádiz CF y aunque no ha tenido suerte de cara al gol, la afición gaditana lo respeta dadas las ganas que siempre le echa pese a su poco acierto rematador. El empeño de Cervera de hacerlo jugar partido tras partido le motivó una presión extra que soltó el pasado domingo tras su primer gol en Carranza y por el que lloró como un niño. Su paisano avisa. «Lo mejor de Rubén son sus segundas vueltas porque siempre va a más». Que así sea.

Además, por lo que se ve en el vestuario, Sobrino es un compañero que se deja querer. El propio Rubén Alcaraz no quiso quitarle la brillantes de los focos mientras el delantero hacía el arquero y lo señalaba de cara al público para que toda la gloria se la llevase él. Poco después, el vestuario coreó su nombre tras abrazarse con todos y cada uno de sus compañeros, esos mismos que lo buscaron sabedores de lo mal que lo ha pasado este curso.

Al término del encuentro, Sobrino atendió a los micrófonos de Movistar, donde exteriorizó todos sus sentimientos en unas imágenes que rápidamente se hicieron virales entre los cadistas. de hecho, sus lágrimas nada más que dieron rienda suelta a la de muchos aficionados que no han tenido el más mínimo problema de admitir que este pasado domingo lloraron con su equipo al igual que lo hizo el de Daimiel y su compañero Ledesma bajo palos.

Quien sea que conozca un poco a Sobrino sabrá que se trata de un joven llano, que hace equipo y con una humildad inquebrantable. Su rápido ascenso a las alturas no le valieron para creerse alguien cuando el Manchester City se hizo con sus servicios para cederlo al Girona. Sobrino siempre ha tenido los pies en el suelo y aunque cuando corre parece que vuela, el manchego no cambiará. Tiene a la misma novia del pueblo de cuando era un chaval y le corre sangre manchega por sus venas. Viene de tierra de quijotes y es por eso que por mucho que se le ponga por delante él no se detendrá.

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