Cádiz - Villarreal

Saquen los marcapasos (1-0)

El Cádiz gana con corazón y fútbol con un gol de Sobrino y sale del descenso cuatro meses después

el gol de sobrino reunió en una piña al equipo.

Alfonso Carbonell

Hacía un día de perros. Levante con frío y para colmo se unía la desapacible lluvia, que se convirtió en chaparrón nada más empezar el duelo. Pero daba igual, en Cádiz se ha recuperado el ambiente de fútbol y el personal acudía a su templo mientras comentaba que el Mallorca había palmado. Como esos viejos tiempos en los que Carranza no era un estadio sino un manicomio a medida que se acercaba el final de Liga.

Y a este Cádiz muchos le pondrían una camisa de fuerza porque llegados a los momentos críticos se desata como el loco que se enfrenta a quien se le ponga por delante. Eso es este Cádiz, que con una afición que ha recuperado el fanatismo bien entendido, no ve rival ni grande ni pequeño. Tan sólo ve fútbol, ganas y hambre, mucha hambre de darse un homenaje de raza cada vez que el balón rueda.

La comunión es tanta que para confirmarla ha tenido que venir un criticado Sobrino, que no ha podido elegir mejor día para presentarse como goleador ante su afición. Vaya gol, y con el tiempo cumplido, que se saborea más. Los tres puntos le dan al Cádiz la vida necesaria para respirar y la esperanza determinante para seguir confiando en un proyecto, el de Sergio, que ya comienza a mostrar más resultados que imagen.

La derrota del Mallorca en el campo del Espanyol aliviaba en parte las necesidades del Cádiz, que siendo mayúsculas aún no eran del todo urgentes dado el mundo que queda aún por cabalgar, en el mejor de los casos. Es cierto que la victoria del Granada un día antes frente a un moribundo Alavés aumentaba la presión del Cádiz en la víspera pero ay de aquel que no se consuela con el mal de muchos. Y el mal del Mallorca, encima del Mallorca, sabía a agüita clara en Carranza, donde se presentaba un fuerte chaparrón en mitad de un levante tan desagradable como es estar anclado en los puestos de descenso desde la jornada decimoquinta, coincidiendo con el 1-4 del Atlético, una semana después del 4-0 encajado en Getafe.

La resaca de Champions pasaba factura en el once del Villarreal , donde Emery apostaba por un equipo en el que mezclaba titulares con suplentes. Por su parte, Sergio repetía el mismo once que sacó hace dos semanas ante el Rayo y con el que tan bien le fue. Alejo, tras el enésimo partido decepcionante de Sobrino, regresaba a au banda tras cumplir su sanción en el Wanda.

Entre el fuerte viento que azotaba Carranza y las tácticas de cada entrenador que los jugadores iban digiriendo, los primeros minutos de partido fueron pasando sin muchas noticias salvo un lanzamiento de falta desde campo propio de Alcaraz con el que quiso sorprender a Asenjo, que suplía a Rulli tras su gran actuación en Turín.

Fue precisamente Asenjo el que tuvo que intervenir para mandar a córner un cabezazo de Chust tras un centro de Alcaraz de falta. Pasados esos minutos de tanteo, parecía el Cádiz remar a favor de viento porque era Lozano el siguiente en probar fortuna desde fuera del área pero sin encontrar puerta.

Parecía controlar el asunto u n Cádiz que adolece de unas bandas potentes tal y como se encargaron de demostrar Idrissi y Alejo en dos acciones en las que escogieron la peor opción dentro de las poquitas que ellos pueden escoger dadas sus limitaciones. Pese a esa falta de calidad, fue Idrissi el que se sacaba de la chistera una asistencia de vaselina a Espino, que le dobló maravillosamente, para que el uruguayo rematase ante Asenjo alto dentro del área castellonense en el 23' de partido.

A puntos ganaba el Cádiz, pero con tanta pólvora y calidad que tiene el Villarreal pasaba que Ledesma no podía estar tranquilo ni un segundo. Y menos mal, porque el arquero argentino tuvo que salir raudo y veloz con sus pies para evitar que Dia le batiese tras una buena combinación de los de Emery.

Estaba el partido deslavazado y en el aire entre dos contendientes que igual se lanzaban a la gresca durante unos minutos que tomaban aire a los siguientes, Fueron en esos minutos en los que el Villarreal desconectó, en la persona de Iborra, que el Cádiz pudo adelantarse si el Choco está más avispado ante Asenjo, pero el hondureño desperdició el regalo del central exsevillista y se hizo un lío ante el cancerbero del submarino. Ahí estuvo.

El partido era feo y a ese clima se unieron los futbolistas, que comenzaron a empozoñar más el ambiente con disputas, careos y demás pamplinas que dicen tan poco de la camaradería entre futbolistas.

Volvió a la carga el Cádiz en la recta final por mediación de Idrissi , que en su jugada típica recortando hacia el centro para cargar la pierna derecha disparaba para que Asenjo volviera a intervenir despajando a córner. El siguiente intentarlo desde lejor fue Alejo, pero el disparo raso del pucelano se marchó por la línea de fondo.

Las ocasiones las ponía el Cádiz pero sin la continuidad necesaria para anular a un Villarreal que cada vez que se acercaba a las inmediaciones de Ledesma subía las pulsaciones en la mojada grada de Carranza.

Sin embargo, los locales seguían a lo suyo y volvían a presentarse ante Asenjo, pero esta vez era Negredo el que no conectaba una flamante rosca de Alejo, que le echaba tantas ganas que hasta las contagiaba al graderío.

Salió del descanso con más ambición Emery, que metía de una tacada a Danjuma, Capoue y Coquelín para refrescar el once y sacaba a Parejo, Iborra y Moi Gómez. Lejos de despertar al equipo, el que más reaccionó fue el Cádiz, que calentaba el encuentro con varios ataques del Pacha, que se fue al suelo tras notar un pequeño contacto de un centrak rival para meter en un brete al colegiado, que para enfado de la afición era el chivato del VAR en Son Moix.

Seguía jugando sus cartas Emery, que visto lo visto, metía más madera con Gerard. Hacía lo propio su colega Sergio, que sentaba al Choco para dar entrada a Lucas Pérez. Estos cambios dieron velocidad de vértigo a un encuentro en el que el Cádiz jugaba a favor de viento.

Silencio en Carranza por unas manos

La entrada de Gerard dio más claridad al ataque del Villarreal, que veía como Hernández Hernández omitía unas manos de Luis Hernández dentro del área como resultado de un despeje en semifallo.

Pedía el partido algo de control y lo sabía leer Sergio, que metía en el campo a José Mari y Sobrino por San Emeterio y Alejo.

Tantos cambios llevaron demasiadas prisas al Cádiz, que se mantenía en el campo a merced de un Villarreal que empezaba a carburar de mejor forma que los gaditanos.

El Villarreal, que había agotado ya los cambios con la entrada de Yeremi, acabaría el partido con todo y se hacía con las riendas del mismo quedándose el Cádiz con la única arma del contragolpe.

Sobrino pudo coronarse de la mejor manera posible este año si en el 75' logra batir a Asenjo tras un sprint de 35 metros que le llevó hasta la frontal del área para acabar disparando con su zurda al muñeco.

Iba a remolque el Cádiz, pero de tirón en tirón se fue metiendo de lleno en el partido y sus llegadas a las inmediaciones de Asenjo comenzaban a ser cada vez más serias. Y Carranza se activaba de lo lindo. Un disparo en seco de Idrissi volvía a probar a Asenjo y su rechace no era bien respondido por Lucas Pérez. De buenas a primeras, el Cádiz mandaba de nuevo sobre el verde.

Pero el Villarreeal, por medio de Lo Celso, también quería su sitio, pero el pase de la muerte del argentino no encontró amigo. Sí lo encontró, acto seguido, el centro que rebañó Negredo, pero Lucas Pérez sólo pudo conectar sin poder darle dirección.

Se mordía las uñas Carranza, que veía como su equipo lamía el gol en dos acciones despejadas por la defensa castellonense. Primero Sobrino cabeceaba un centro de Espino y después Luis Hernández peinaba el posterior córner a las manos de Asenjo.

Cuando ya el personal estaba sacando los marcapasos llegó el que menos debe tenerlos pero el que más dispara los corazones. El Pacha Espino embestía por enésima vez el área rival en el 90' y se volcaba como jugada tras jugada en área contraria. Se superaba el 90 de partido y de nuevo el Cádiz llegaba por banda, esta vez el balón le llegada a Idrissi, que veía bien a Lucas Pérez para que este madase un centro al segundo palo para que Sobrino, ¡olé tu tío!, rebañase el balón logrando adelantar al Cádiz y volver loca del todo a una parroquia que ve como cuatro meses después se sale del descenso. ¿Qué hay de nuevo, amigos?

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