Alavés - Cádiz

Aburrir compensa (1-1)

Soporífero pero vital empate de un Cádiz que evita meterse en los líos donde ha metido de lleno a sus dos últimas víctimas

Resumen del partido

sobrino y luis rioja corren por un balón. efe

Alfonso Carbonell

Todo aquel que desperdiciara la espectacular tarde que hacía en Cádiz para ver el fútbol que se lo mire porque tiene un problema. O dos. O seguramente ninguno. Aburrirse es libre, claro que sí. Y si es con tu equipo, pues mucho mejor. Eso es lo primero que le viene a uno a la mente después de ver el partidito que han brindado Alavés y Cádiz. Y no es que que el personal no estuviera avisado de lo que se iba a comer. Porque tanto vitorianos como gaditanos destacan por su poco o nulo gusto que tienen por el balón. Y eso que Cervera puso sobre la mesa a Perea y Álex, pero ni por esas, oiga.

El caso es que al señor de las gafas le salió la jugada. Y esta vez casi que sin buscarla porque cuando el encuentro ya iba muriendo el Cádiz se encontró con un penalti claro sobre Cala le le dio la vida mientras se la quitaba el Alavés, que con el empate se queda en la cola y a seis puntos de un rival con el que también pierde el 'goal average'. Un harakiri en toda regla que se ha hecho el conjunto de Abelardo.

El punto, labrado tras minutos y minutos del sopor más absoluto , es más que positivo para el Cádiz, que cerca estuvo incluso de vencer en los minutos finales que jugó con un futbolista más. Esta ausencia de fútbol se ve compensa. Aburrir para sobrevivir en un lema que le viene ni que pintado a un equipo que se prepara toda la semana para la destrucción del arte y eso, tiene su mérito. Vamos que si lo tiene contando con una plantilla tan limitada como la vida que le quedan a Eibar y Alavés, dos víctimas que saben muy bien cómo se las gasta un Cádiz que en dos semanas ha dejado prácticamente encaminada su permanencia.

Tan claro tenía Cervera las dos ideas con las que responder a la baja de Iza que en cuanto aparecieron los onces se descubrió la primera, la de Fali como lateral. Pero tantas dudas tuvo durante la semana que apenas pasaron cinco minutos (coincidiendo con la inoportuna lesión de Marcos Mauro) para mostrar cuál era la otra, la de Salvi, que suplió desde el banquillo al central argentino. Y la verdad que, sobre el papel, convencía más el once retocado que el inicial puesto que Fali regresaba al centro de la zaga junto a Cala y arriba el Cádiz ofrecía más calidad con dos jugones como Álex y Perea apostados en las bandas.

Obligado por la clasificación, fue el Alavés el que salió con mayor decisión, lo que provocó que a los diez minutos casi lograse el gol después de un centro que desvió hacia su propia portería José Mari y que tocó a la madera en su camino hacia córner final.

Tranquilo, pausado y sosegado, el Cádiz se iba acomodando poco a poco al campo mientras el joven Pellistri era el único que enturbiba su paz y aprovechando la debilidad de Salvi intentaba profundizar por su banda creando no poco peligro en sus primeras acciones.

Camino de la media hora, Cervera se atusaba la barba satisfecho con lo que veían sus ojos. Y es que la mejor noticia para el cadismo era precisamente la peor para los aficionados neutros, es decir, el partido era un soberano tostón y no pasaban cosas lo que resumido siginifca que el Cádiz estaba en la buena dirección.

Tan aburrido estaba el asunto que Ledesma se durmió concediendo a Joselu una magnífica ocasión al no atrapar

mauro se lesionó en el minuto 5. efe

debidamente un balón fácil y que se le complicó sorprendentemente para coger desprevenido al ariete, que falló en su conclusión al no creerse el regalo del meta argentino.

No hacía mucho el Alavés para obtener su premio ante el muro amarillo, que se abrió por culpa de unas manos de Salvi en un balón que tenía controlado Luis Rioja. Esta vez sí, a los 35 minutos, Joselu engañaba a Conan desde los once metros y ponía por delante al Alavés.

No tenía otra que abrirse un poquito el Cádiz tras el gol. Por fuerza mayor, Álex comenzó a pedir el balón y este le llegaba al pelirrojo, que en una jugada con Sobrino acabó centrando al segundo palo para que Negredo mandase el balón a los músicos. Poco después tendría otra alternativa tras un centro al primer palo de Perea, pero su remate de espuela se encontró con un contrario.

La nueva versión del Cádiz le sintió mejor al Alavés, que a través de Pellistri volvía a llegar con claridad al área amarilla pero su pase atrás no encontró rematador para alivio de un Cervera que se fue al descanso con amarilla tras discutir con los árbitros.

Esa fue la dinámica con la que se abrió la segunda parte, que se inició con una galopada de Edgar que culminó con la izquierda el delantero para que Ledesma detuviera sin mayor problemas.

Pasaban los minutos y era el Alavés el que más proponía pese a estar a favor del marcador. De hecho, era Abelardo el primero que movía el banco en la reanudación para meter más madera con Lucas Pérez.

Un penalti caído del cielo

Cansado de tareas defensivas, Salvi se asumó al ataque y fue gracias a su iniciativa con la que el Cádiz inquietó al Alavés tras un centro del sanluqueño que no enganchó bien Negredo. Más por el miedo a ganar del conjunto babazorro que por méritos de los cadistas, lo cierto es que los amarillos avanzaron metros en la soporífera batalla.

Momento en el que Álex bate a Pacheco. EF

Y en esas, entre bostezo y bostezo, Manu García, sobreexcitado durante todo el partido, sacaba su codo a pasear y le daba al Cádiz la alegría de la tarde obsequiándole con un penalti que transformó con maestría Álex para empatar un aburrido duelo que cambiaba por completo al afrontar los de Cervera los últimos minutos con un jugador más por la expulsión del generoso Manu.

Tardó un mundo en refrescar el once Cervera, que en el 83' sentaba a Negredo y Sobrino por Saponjic y Malbasic para irse a por el partido que por poco se lleva de estar más fino el balcánico, que perdonó solo ante el portero tras un gran pase de Jonsson.

Las tablas dan al Cádiz la serenidad necesaria para seguir perfeccionado un estilo donde el fútbol brilla por su ausencia pero no así los puntos, que ya son 29, muy cerquita de los que dan la permanencia, que al fin y al cabo es lo que interesa y da la felicidad.

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