Agricultura

«Cada vez estoy más integrada. Ya no me miran como un bicho raro»

Esperanza Rodríguez es agricultora en Bornos y aunque es un mundo muy masculino saca un balance más que positivo de estos cinco años al frente de la explotación agraria

La joven lleva cinco años al frente de la explotación agraria que llevaba su padre EC

Elena Carmona

Se llama Esperanza Rodríguez Carrera y, a pesar de su juventud y sus estudios, un día decidió cambiar de vida: huir del ruido de la ciudad y sumergirse en el campo. Un cambio de vida saludable que le hace aprender todos los días y empoderarse de cara a su futuro y al sector al que se dedica. Apostó por convertirse en agricultora y tener una familia.

¿Cómo empezó esta odisea?

Yo trabajaba en Cádiz en una empresa del sector de la construcción. Hice Empresariales y estuve varios años trabajando en la Zona Franca. De pronto, mi padre nos avisó que quería jubilarse y con 34 años y tras consultarlo con mi pareja, decidimos cambiar de tipo de vida y venirnos a vivir al campo y quedarnos con el negocio de mi padre. Ya sumo cinco años al frente del campo.

¿Por qué decidió cambiar de vida?

Queríamos tener familia y nuestros trabajos no nos lo permitían en la ciudad y decidimos venirnos. Y aquí estamos: ya somos padres de una niña. Mi pareja no ejerce los roles tradicionales . Mi marido se encarga de la casa, de la comida y de la niña y yo soy la que me voy al campo. Y la verdad es que nos va muy bien.

¿Cómo ve la vida de la mujer en el campo?

Cada vez más integrada. Yo creo que los límites nos los ponemos nosotros cuando en realidad no los hay. Para mí coger el tractor es como coger un coche. Yo me he venido a la manifestación desde Bornos en el tractor. Y cuando hay trabajos en los que necesitas la fuerza lo único que tienes que hacer es buscarte la vida y nada más.

La agricultura es un mundo muy masculino y al principio me miraban con desconfianza, como si fuera una niña perdida en este mundo, pero en el día a día, cuando me han visto con las botas de agua puestas en medio de la parcela o recogiendo piedras grandes, o partiéndolas con la machota y las traslado en dos veces pues me he ido ganando el apoyo de ellos. Ya no me miran como un bicho raro .

¿Animas a otras mujeres a que se dediquen a la agricultura?

Claro que sí. Por ejemplo, estaba hablando con la hija de un agricultor que ha estudiado Psicología y que le daba reparo dedicarse a este mundo. Me contaba un día que lo intentó con el tractor y el arado y que todo le salía doblado. Es lógico que al principio no salga perfecto. Yo reconozco que al principio me frustraba mucho porque me exigía demasiado y pretendía hacer todo lo que hacían los demás. Hasta que comprendí que no podía. Tenía que llegar hasta donde podía. Cada año es distinto , hay que ir poquito a poco. Todo de una vez no puede ser. El campo es muy difícil de aprender, cada campaña es diferente. Nuestro mayor problema es que no depende de nosotros, sino que depende del tiempo . A partir de ahí hay que tomar decisiones y, a veces, te equivocas.

¿Cuál es el mejor momento que has vivido desde que te dedicas a la agricultura?

Pues la verdad es que tengo muchos. Aquí estoy muy contenta. De estar nueve o diez horas sentada en una oficina, a estar al aire libre, e incluso a veces en silencio, escuchando los pajaritos, y otras veces con el ruido de un tractor. Estar en contacto con la naturaleza es fundamental. Es vida .

Y ¿el peor momento?

La exigencia que me pedí. También, a veces, la situación climatológica. De pronto tengo mucho frío o te mojas los pies… Son cosas que se soportan bien. De momento no tengo ninguna situación tan mala como para recordarla.

¿Cómo ve el panorama del campo en estos momentos?

Nosotros sembramos cereal y algodón principalmente en Bornos. El trabajo me va bien dentro de los límites que nos permiten todos los problemas que tenemos ahora en el campo. Fundamentalmente nos preocupa ahora el tema de la Política Agraria Común (PAC) que se está revisando ahora, el tema del Brexit y los recortes que nos quieren hacer, que no sabemos a dónde nos va a llevar.

Pero quizá el mayor problema que tenemos son los precios . Yo no entiendo cómo en la época en la que estamos en la agricultura se sigue hablando en pesetas. Yo ahí me pierdo cuando me dicen a cuánto está el algodón y me responden: te lo voy a comprar a 70 pesetas. Ahí me tengo que poner a hacer cálculos porque yo pago un euro. Ese es el problema, los precios y además nos traen cultivos de otros países en los que permiten que se les eche productos fitosanitarios que en España están prohibidos , tienen mucha más producción, con unos sueldos muy bajos a los trabajadores y nos queremos comparar y es imposible. Todos queremos tener una vida digna: los empresarios y los trabajadores, porque todos tenemos que comer, pero a unos precios que nos permitan pagarlo todo.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios