ANÁLISIS

Draghi decepciona

El presidente del BCE ha dicho que el consejo de gobierno del banco podría considerar la compra de deuda en el mercado secundario

MADRID Actualizado: Guardar
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El presidente del BCE, Mario Draghi, ha dicho hoy en el marco de una farragosa intervención que el consejo de gobierno del banco podría considerar la compra de deuda en el mercado secundario y que la institución se está preparando para adoptar medidas extraordinarias de política monetaria. Sin embargo, el presidente de la autoridad monetaria europea no ha descendido a concreciones y se ha limitado a pedir a los gobiernos que activen el fondo de rescate para que éste pueda comprar bonos, bajo una "estricta y eficiente" condicionalidad para los gobiernos.

Preguntado por los periodistas, no ha dado más explicaciones sobre la naturaleza real de su ofrecimiento y se ha limitado a decir que las medidas que ahora se anuncian serán determinadas por los comités apropiados del BCE 'en las próximas semanas'. También en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno, Draghi ha corroborado que la institución podría realizar operaciones en el mercado abierto "en un tamaño adecuado".

En su vaporosa intervención, que no ha sorprendido demasiado -era impensable que el presidente del BCE explicitara y cuantificara recetas para aplacar la crisis de la deuda- ha efectuado además todas las consideraciones ortodoxas que venían al caso: las primas de riesgo de algunos países de la eurozona están en niveles inaceptables y este problema debe ser abordado porque el euro "es irreversible". En su opinión, además, los gobiernos de la eurozona deben continuar con la consolidación fiscal y las reformas estructurales y estar listos para recurrir al mecanismo de rescate, como se acordó en el último consejo europeo.

Sin sorpresas

Puede hablarse, en definitiva, de decepción, pero si se excluye la vaguedad y la atemporalidad de su postura, se llegará seguramente a la conclusión de que ha sucedido lo que estaba previsto: España e Italia deberán ir al fondo de rescate -todavía al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF), que será sustituido por el Mecanismo Europeo de Estabilidad (SME) en septiembre-, firmando el correspondiente memorándum con las condiciones que se pacten; asimismo, el BCE podrá comprar deuda en el mercado secundario para abaratar el precio de la deuda y, si aún fuera preciso, podría adoptar otras medidas extraordinarias.

Puede, pues, decirse que el euro está teóricamente a salvo pero que los países con problemas tendrán que sudar la camiseta para salir del atolladero. No es extraño que el Ibex se haya desplomado y que la primera de riesgo haya comenzado de nuevo una escalada. Ganan, en definitiva, los sectores duros del BCE, encabezados por el presidente del Bundesbank, quienes están convencidos, seguramente con parte de razón, de que si se aliviara la presión sobre los países con riesgo de ser rescatados, cesarían también los esfuerzos encaminados a la consolidación fiscal.

Las bolsas han reaccionado a la baja, como es natural, pero probablemente a medio plazo los agentes económicos llegarán a la conclusión de que cualquier opción más optimista carecía de fundamento, por lo que, de momento, habrá que conformarse con la constatación de que el compromiso en favor del euro es tan firme como doloroso.