Rajoy habla con el primer ministro finlandés. / Foto: Reuters | Vídeo: Atlas
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«La reforma laboral me va a costar una huelga»

Una cámara caza al presidente del Gobierno mientras mantenía una charla informal con el primer ministro de Finlandia

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Mariano Rajoy llegó a Bruselas con la intención de afianzar la imagen de España como un socio "fiable" y "comprometido" con el futuro del euro que, además, aspira a convertirse en un alumno aventajado en la lucha contra el déficit público aunque ello suponga acometer severos planes de ajuste. Un discurso que quedó en segundo plano ante el desliz que cometió el presidente del Gobierno con el primer ministro de Finladia, Jyrk Katainen. "La reforma laboral nos va a costar una huelga", comentó Rajoy a su interlocutor finés durante una conversación informal en la que participó un traductor y que fue captada por un micrófono abierto.

Una indiscreción que se produjo minutos antes de que comenzara la cumbre y que fue recogida por una cámara de televisión. No fue la única. Rajoy también confesó, esta vez al primer ministro holandés, Mark Rutte, que pese a la dureza de sus primeras decisiones "ahora viene lo más duro". El presidente del Gobierno abundó que la herencia que había recibido del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero "es muy complicada, con un déficit del 8%".

El temor de Rajoy a que el nuevo modelo laboral provoque movilizaciones en todo el país generó reacciones a los pocos minutos de conocerse que había sido cazado por una cámara de televisión. El secretario de Comunicación de CCOO, Fernando Lezcano, las calificó de "inoportunas, imprudentes y temerarias". Este mismo dirigente añadió que Rajoy "debería evitar huelgas en vez de convocarlas" y pidió al presidente que no se precipite con unas medidas que "pueden provocar un conflicto social".

¿Qué partes de la reforma que elabora el Gobierno puede provocar el rechazo de los agentes sociales? Rajoy, antes de pronunciar la controvertida frase, anunció ante el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, que este texto llegaría al Consejo de Ministros el 10 de febrero, pero no adelantó ninguna de las novedades que incluirá su nuevo modelo laboral.

Durante las negociaciones que mantuvieron patronal y sindicatos quedó patente que el Gobierno debería tomar decisiones sobre dos asuntos muy espinosos, la negociación colectiva y la flexibilización los despidos, que los agentes sociales no consiguieron pactar.

El Gobierno ha expresado que desea que los convenios de empresa prevalezcan frente a los territoriales o sectoriales y que exista un procedimiento general de descuelgue de convenios colectivos a través de acuerdos entre el empresario y los representantes de los trabajadores. Rajoy también aboga, según plasmó en las enmiendas que presentó en el Congreso contra la última reforma laboral presentada por Zapatero, por el denominado contrato de fomento del empleo, que tiene una indemnización de 33 días por año trabajado en caso de despido improcedente, en lugar de los 45 actuales.

No se molestó

En contra de lo que pudiera parecer, Rajoy no se mostró molesto por la filtración de lo que él mismo calificó como una "conversación no pública". Durante la rueda de prensa que ofreció pasadas las diez y media de la noche, una vez que concluyó el Consejo Europeo, el presidente del Gobierno indicó que su obligación es "considerar" la posibilidad de que los sindicatos españoles convoquen una huelga general, "entre otras cosas porque al PSOE se la hicieron tras aprobar una reforma laboral que no sirvió para nada". A continuación, el presidente reconoció que algunas de las decisiones que ha tomado su Gobierno "y de las que vamos a tomar, no le van a gustar a mucha gente" y que por ello "es lógico pensar" que los sindicatos opten por el cierre.

El jefe del Ejecutivo español quiso ponderar el acuerdo al que llegaron la semana pasada patronal y trabajadores sobre moderación salarial. Lamentó, a su vez, que estos interlocutores no hubieran logrado un pacto global sobre la reforma. "Ahora le toca al Gobierno gobernar", enfatizó. El presidente, además, recordó los reproches que le hacía a José Luis Rodríguez Zapatero y comentó que no le gustan "las jugadas a corto plazo". Al expresidente socialista le criticó en innumerables ocasiones por dar pasos pensando solo "en las 24 horas siguientes es difícil".

Rajoy, por tanto, pagó este lunes una dura novatada en su estreno en Bruselas, aunque hay varios detalles a tener en cuenta, sobre todo quienes eran sus interlocutores en ambas conversaciones informales. El finlandés Katainen y el holandés Rutte encabezan los gobiernos de dos de los cuatro únicos países europeos que conservan la máxima calificación de triple AAA para su deuda soberana. Además, abanderan la lucha contra el déficit y son muy críticos con aquellos países con números rojos elevados. Son, por tanto, dos de los socios europeos a los que Rajoy tiene sumo interés en convencer de que España quiere ir por la senda de la consolidación fiscal.

Una de cal y otra de arena

Rajoy, antes de la polémica, había recibido una de cal y otra de arena en su primera presencia oficial en Bruselas. Barroso alabó las medidas de ajuste que puso en práctica el pasado 30 de diciembre, entre las que se incluía la subida del IRPF, pero urgió al presidente español a detallar "inmediatamente" el contenido de las reformas laboral y del sector financiero. Además, según un portavoz de la Comisión Europea, Barroso habría apremiado a Rajoy a presentar los Presupuestos Generales del Estado antes de la fecha anunciada de finales de marzo. Rajoy aseguró que no contempla tal posibilidad y que aguardará a conocer las previsiones macroeconómicas de la UE, previstas para el 23 de febrero, para "inmediatamente después" presentar las suyas y, a renglón seguido, el techo de gasto de los presupuestos. Bruselas, por su parte, considera que el Gobierno de Rajoy puede hacer sus propias previsiones de déficit y crecimiento del PIB sin esperar a que la Comisión presente las suyas. Un adelanto, añaden, que calmaría a los mercados.

Rajoy, asimismo, defendió ante Barroso la "apuesta irrenunciable" de España por el euro y su "compromiso con el interés general de Europa" que defendió horas después en la cumbre, enfocada por primera vez hacia las nuevas medidas coordinadas para fomentar el crecimiento y la creación de empleo.

Una de las noticias más positivas para el jefe del Ejecutivo fue, sin duda, el hecho de que Barroso haya dejado la puerta abierta a renegociar en el futuro el calendario de los objetivos de déficit de España para 2012 y 2013 en el marco del Eurogrupo y del Ecofin, donde, según el presidente de la Comisión, "sería conveniente discutir la situación de España". "No puedo dar ahora más detalle sobre esto", añadió Durao Barroso.