Turbulencias en los aeropuertos por el cierre de Spanair
La compañía tenía programados 382 vuelos nacionales este fin de semana
BARCELONA Actualizado: GuardarAunque la compañía habló de "calma" generalizada en todos los aeropuertos, el días después del cierre de Spanair transcurrió entre nervios, incertidumbre e indignación de los más de 8.000 viajeros que tenían contratado un billete con la aerolínea catalana para volar este sábado y se las tuvieran que ingeniar para buscar soluciones. Como suele ocurrir en estos casos, las páginas web de información se cayeron, los números de teléfono se saturaron y a los usuarios no les quedó otra solución que soportar largas colas a la espera de que alguien les diera atendiera.
Por ello, Spanair, que el viernes echó el cierre ahogada por los números rojos y la imposibilidad de encontrar un socio industrial que la rescatara, habilitó este sábado ("el día más traumático", según fuentes de la compañía) once de las trece oficinas de venta que tenía por los aeropuertos de España (todas salvo Palma y Gran Canaria). La situación fue complicada por la tensión de los viajeros y porque los empleados que atendían en la ventanilla sabían que eran sus últimas horas de trabajo.
Pero tenían que dar la cara ante los viajeros que se acercaban los mostradores. "¿Están cerrando?", preguntó en El Prat una turista algo despistada. "Hemos dejado de operar", le contestó la trabajadora. "Oh, dios mío, ¿qué está pasando en España?", lanzó a modo de exclamación. Alguien debería explicarle lo del déficit desbocado, lo de los más de cinco millones de parados y lo de que tras meses de negociaciones, Qatar Airlines dijo no a la posible inyección de fondos en Spanair, lo que provocó el colapso de la compañía, agravado con la decisión del Govern catalán de no poner más capital.
Reunido el consejo de administración, el presidente de la aerolínea, Ferrán Soriano, dio el viernes por la noche la orden de suspender todos los vuelos y dejar a casi 23.000 pasajeros en tierra entre el sábado y el domingo. Lo hizo, explicó este sábado, por motivos "de seguridad".
La razón no acabó de convencer a los viajeros, que montaron en cólera en Barajas, El Prat, Bilbao, Palma de Mallorca -donde el viernes hubo un conato de motín-, Málaga, Tenerife norte, Alicante o Ibiza. La compañía tenía programados 162 vuelos que debían trasladar a 8.695 pasajeros este sábado, y 220 aviones con 14.074 clientes para el domingo, según Aena.
"Es indignante, es una vergüenza lo que han hecho con los pasajeros y los trabajadores", expresó una viajera en El Prat. "Nos han dejado colgados, no nos dan ninguna solución", afirmó otro en Barajas. "¿Qué hago? No tenemos dinero para volver, me quedo aquí?", se lamentaba una tercera en el aeropuerto barcelonés. Tenía que ir a Canarias y no encontraba la forma.
Todos ellos tenían dos opciones: enfadarse más (lo que no solucionaba nada) o pagar más, algo que no todos podían permitirse. Si querían volar este sábado podían adquirir un billete con otra compañía, en teoría a un precio rebajado, en el caso de Iberia, Vueling o Air Europa y luego reclamar la devolución a Spanair. En el lenguaje de las aerolíneas se denominan tarifas de rescate, aunque no siempre salvan al viajero. Para vuelos domésticos, el precio es de 60 euros, de 90 si es para Canarias y de 100 para enlaces internacionales. Pero a eso hay que sumar las tasas, lo que generó más quejas entre los clientes. Algún viajero se encontró con sorpresas como 500 euros por volar a Copenhague o 400 euros para ir a Vigo.
Puestos de trabajo
Igual de cabreados que los pasajeros estaban los más de 2.000 empleados de Spanair, que de un día para otro se han quedado sin trabajo, y los otros 2.000 indirectos (personal de servicios de tierra) que dependían de la aerolínea que en su día perteneció al grupo SAS y luego pasó a manos de la Generalitat y el ayuntamiento de Barcelona. En estado de shock, algunos trabajadores, sobre todo auxiliares de vuelo, se acercaron al Prat a ver qué pasaba. «Estamos desorientados; decepcionados con la gestión y de cómo ha ido todo», expresó Alicia Rial, jefa de cabina.
"No entendemos muy bien cómo ha sido todo tan de golpe. Se veía venir, se rumoreaba, pero no nos lo creíamos porque después del accidente (en el que murieron 154 personas en 2008), Spanair había resurgido como el Ave fénix y la gente volvió a confiar en nosotros y se nos ha escapado", se lamentó Rosa de la Chica, auxiliar de vuelo. Su futuro laboral es incierto, aunque los sindicatos creen que podrán recolocarse en las compañías que asumirán las rutas que operaba Spanair, como Vueling, que este sábado anunció un plan de expansión, que comprende la ampliación de frecuencias ya en marcha, el posible avance de rutas previstas para verano y la entrada en cinco aeropuertos que deja Spanair.