EE UU y Pakistán: Al borde del abismo
El Gobierno paquistaní anuncia el cierre indefinido del crucial paso de Jyber después de que helicópteros de la OTAN matasen a al menos a 25 de sus soldados
MADRID Actualizado: GuardarEl “gobierno federal” ha ordenado esta mañana el cierre indefinido del crucial paso de Jyber, en el noroeste del país, por el que pasa la mitad de los suministros militares y el carburante para las fuerzas norteamericanas y asociadas que combaten en el vecino Afganistán, después de que la noche del viernes helicópteros de la OTAN habían matado al menos a 25 soldados paquistaníes y herido a otros más en un ataque en un área fronteriza.
Los aparatos son de la OTAN, según la versión oficial. La Alianza atlántica está involucrada en la parte segunda de la intervención internacional contra los taliban en el marco de la ISAF, sigla de la fuerza internacional de intervención amparada por una resolución de la ONU, pero en la práctica el gravísimo incidente fomenta o agrava el conflicto bilateral entre Pakistán y los Estados Unidos, cuyas relaciones están en un punto crítico y empeoran cada día.
La razón es que Washington considera que el gobierno paquistaní, de hecho sus poderosas fuerzas armadas y su servicio de inteligencia militar ((ISI), practican un doble juego, son aliados formales en el combate contra la rebelión afgana, pero utilizan el conflicto en su favor, tienen su propio plan para la posguerra y una visión distinta de la situación y, en ocasiones, su doble juego llega a cerrar los ojos e incluso a cooperar con la guerrilla integrista.
El doble juego paquistaní
Es indudable que, hoy como siempre, el jefe del Estado Mayor inter-armas en Pakistán -ahora el general Ashkaf Pervez Kayani - es el hombre más importante del país y el jefe del SIS -ahora el general Ahmad Shuja Pashá- su colaborador central. De hecho se ha escrito por autores muy solventes hace años que, en realidad, los talibán (literalmente “estudiantes de religión”) fueron una creación del ISI para terminar por vía militar con el caos en un Afganistán post-soviético en manos de los “señores de la guerra”.
Washington sabe todo esto y se acomoda tradicionalmente a la situación, pero la duración de la guerra, la ausencia de una victoria clara y el porvenir poco brillante (de hecho está prevista la salida de las tropas occidentales para el 2013) ha estimulado allí la tendencia a mostrarse más duro con los militares de Islamabad, cuyo gobierno recibe la mayor ayuda financiera a un solo país en todo el mundo y ha sido salvado de la suspensión de pagos hace dos años. Ingratitud es la palabra que resume la situación.
En estas circunstancias, el almirante McMullen – entonces jefe del Estado Mayor interarmas – dijo abiertamente ante el Senado horas antes de retirarse a finales de septiembre que “la red Haqqani – el mayor y más militante de los grupos armados pakistaníes pro-Taliban y que operan en las dos orillas de la frontera – era un brazo armado del ISI”. El escándalo fue mayúsculo y parecía destinado a abrir una nueva política que la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, confirmó unos días después en lo que, además, se vio como un endurecimiento que podría destilar un cierto perfume pre-electoral: al gobierno Obama le acusa la oposición republicana, en auge, de cierta blandura con el tempestuoso socio paquistaní.
Después del dos de mayo
El conflicto entre las dos partes es, pues, antiguo y ha crecido poco a poco, pero se agravó dramáticamente cuando el dos de mayo pasado un comando de élite norteamericano mató a Ossama Bin Laden en su casa… situada en la ciudad paquistaní de Abotabad, junto a una academia militar y su guarnición, donde vivía desde años atrás. Los militares, burlados por la operación, que ni previeron ni conocían ni pudieron detectar, se enfurecieron y su imagen pública (son respetados en el país y percibidos como una “última solución” cuando las crisis políticas son inmanejables) sufrió considerablemente.
Por eso, cuando se produjo el audaz ataque armado contra l embajada norteamericana en Kabul se dijo crudamente que el ISI y la red Haqqani estaban detrás y lo habían organizado para enviar una señal a Washington. McMullen acusó el golpe y se despidió de su trabajo con las palabras anotadas antes y la crisis de confianza siguió su curso con el tiempo aparentemente trabajando a favor de la parte paquistaní. Y en estas se estaba cuando el martes pasado dimitió el embajador paquistaní en Washington.
¿Por qué renunció el embajador Hussain Haqqani (sin relación de parentesco con la red citada) en un ambiente tan espeso? Porque se difundió un informe según el cual él habría pedido al Pentágono protección para el presidente Zardari, amenazado con un golpe de Estado militar que estaría en preparación en Islamabad. Aquí se podría decir que se non é vero, é ben trovato. Tal vez es falso, pero es verosímil… y coronaba la crisis de confianza entre las partes…
Y es en ese proceloso y ya largo proceso de desencuentro político y estratégico en el que es desastroso que helicópteros de la OTAN hayan matado en suelo paquistaní a 25 militares paquistaníes y la represalia de la clausura del paso de Jyber.